España, ¿un grave problema para la UE?
«Unas cuantas particiones de España al estilo checoslovaco supondrían un problema gigantesco para el futuro de Europa, que no sabría cómo abordar»
Dentro de un año tendremos una nueva Comisión Europea, tras unas elecciones al Parlamento Europeo que se presentan bastantes polarizadas en muchos estados miembros. La UE vive un momento muy delicado, no se puede negar, y necesita una convención y unos nuevos tratados que permitan avanzar rápidamente hacia más y mejor UE (la palabra clave es ‘rápidamente’) para el bien de sus ciudadanos, y este año de transición va a ser crucial. Pero, como no puede ser de otra manera, la salud de la UE también depende de la salud de sus Estados miembros, por lo que es legítimo interrogarse, de cara al medio plazo, es decir en tiempo histórico, sobre el papel y la posición de España de cara al futuro de la UE. Corramos el riesgo de equivocarnos y aventurémonos en predecir algo del porvenir, desde este periodo tan inestable, pero con indicadores fuertes y sintomáticos.
En este momento parece claro que la sociedad española es mayoritariamente europeísta entendido como deseosa de mantener la existencia de la UE como ente político, aunque sea consciente de su necesidad de mejora y aunque desde la mentira, la manipulación o la ignorancia se haya querido convertir a Bruselas en el pandemónium de donde vienen nuestros males. Otro día hablaremos de eso, pero no hay Spainexit con apoyo popular a la vista. España, en ese aspecto, no parece ser un problema a corto. La presente Comisión Europea, que es ante todo guardiana de los tratados, ha querido preservar la UE de democracias iliberales, pero sobre todo porque dos conocidas (Polonia, Hungría) han intentado ignorar los tratados y destruir la estructura jurídica europea. Tampoco España parece un peligro para Europa en el inmediato porvenir, en ese aspecto. Hasta aquí las buenas noticias, pero es menester prever otros aspectos.
Es lo más frecuente clasificar de rémora para la UE a la acción que plantea graves problemas económicos, los famosos enfermos crónicos de Europa. Engendran desequilibrios, insolidaridades, problemas financieros, dificultades para afianzar una incompleta moneda única, reasignación indeseable de recursos, etc… siendo todo lo cual un inevitable freno para la integración europea. España, palmariamente, es uno de los dos grandes enfermos cuasi permanentes por sus desequilibrios macro económicos (récord sistemático de paro, por ejemplo), por sus estructuras (pérdida de unidad de mercado, ingobernabilidad…) y sus fragilidades (energía, sistemas administrativos desastrosos, sistemática baja productividad, educación y formación, economía sumergida…). La dinámica estructural, incluso, va a peor.
La gravedad del lastre de un enfermo está naturalmente ligada a la dimensión global de su economía y a su pertenencia o no a la zona euro. España es uno de los países «grandes en volúmenes» en la UE. Por lo tanto es una rémora importante. Pero no conviene dramatizar, porque la UE está acostumbrada a manejar estas situaciones, convivir con ellas y seguir adelante, lo que se debe sobre todo a los caminos trazados por la República Italiana. España puede ser un quebradero de cabeza para la unión económica, pero no un elemento destructivo de la UE, porque en la propia integración estará la solución económica a medio plazo y la UE ya tiene experiencia en los mecanismos a utilizar, y posee muchos. En lenguaje popular, sabrá dosificar los hombres de negro en bien de todos…si España es gobernable. El coste para los eventuales españoles es que perderían fuerza negociadora para marcar la futura senda de la UE al ser un enfermo.
«Un ‘Spainexit’ podría ser una bomba atómica en el Eurogrupo antes de recoger los trozos»
Pero existe un escenario nuevo y en proceso que complica mucho más el futuro. Partimos del principio de que España ha sido desguazada, o deconstruida, lo que es una simple observación. Tras las últimas elecciones deberíamos prever que se acelere el proceso de desintegración (lo llaman «plurinacionalización», absurdo invento pero muy útil para la destrucción), incluso con la pasividad y apoyo de la suficiente masa crítica de ciudadanos. Esto es importante porque amortigua el riesgo de otra balcanización que la UE no podría soportar. La balcanización supone llegar a enfrentamientos crueles y cruentos indeseables. Afortunadamente no es lo previsible, y la UE haría todo lo posible por evitarlo, incluso volver a burlar el derecho internacional como con Kosovo, pero antes de las hostilidades.
De hecho, la situación es nueva porque la UE no ha conocido ese problema para un Estado miembro que, además, está en el euro. Hasta ahora ha enfrentado el problema desde fuera tanto la deconstrucción de Yugoslavia como la de Checoslovaquia. En ambos casos apostó por facilitar el desguace e ir incorporando los restos a la UE, mucho más estables. Incluso el Brexit fue mucho más factible y beneficioso porque el Reino Unido (la única pseudo-confederación de la UE de la época) no pertenecía al euro. Un Spainexit podría ser una bomba atómica en el Eurogrupo antes de recoger los trozos. No olvidemos que no ha sobrevivido nunca una moneda única si no se ha apoyado en una unidad política sólida. Pongamos que lo previsible sean unas cuantas particiones al estilo checoslovaco. No sólo de facto, situación de la que estamos bastante cerca, sino de jure. Los problemas para el futuro de la UE serían gigantescos, y una situación nueva que no sabría cómo abordar. Aún más, si la situación llega a través de las manipulaciones de un inexistente Estado de Derecho que no responde a los tratados, con la UE actual mirando para otro lado.
Recordemos que hasta hace bien poco, nuestra preocupación era que ¿España? no dejara de estar en primera en una inevitable UE a varias velocidades. Eso ya pasó. Los problemas ahora para España, arrastrando a la UE, pueden ser existenciales. Existenciales.