THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Y el Rey escuchó

«Felipe VI no podía hacer otra cosa que encargarle la investidura al partido que más apoyos tiene cerrados y que además fue el más votado. Es decir, a Feijóo»

Opinión
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Y el Rey escuchó

El Rey, Feijóo y Sánchez. | TO

No era nada amable el ambiente que se encontraba el Rey antes de que iniciara la ronda de conversaciones con todos los grupos políticos para encargar la formación de gobierno. Tanto Alberto Núñez Feijóo, líder del partido más votado, como Pedro Sánchez, líder del segundo partido más votado y al que se le presuponía un mayor apoyo de terceros, venían desde el día siguiente de las elecciones insistiendo cada uno en ser el elegido para la investidura.

Y digo nada amable porque las relaciones entre los populares y Vox han pasado por todo tipo de situación en pocos días. Rotas y enfadadas con la elección de la mesa del Congreso que dejaba fuera a los de Abascal, que previamente habían humillado al líder popular al tener que enterarse en directo de que abandonaban en venganza, a la candidata popular Cuca Gamarra. Formales y hasta con apoyo incondicional es ahora la relación en el apoyo de Vox, según ha dicho el propio Feijóo, justo durante las propias conversaciones con el Rey. Unas conversaciones en las que Felipe VI ha escuchado en persona y en la Zarzuela el voto a favor de Feijóo, de los dirigentes de Vox, UPN y Coalición Canaria. 172 votos consolidados.

Al otro lado, un Pedro Sánchez envalentonado por la rapidez y facilidad con la que consiguió la presidencia del Congreso de los Diputados para Francina Armengol. Acuerdos sobre el uso de tres lenguas oficiales en comunidades y la petición formal a la UE para que se inicien los trámites y esas lenguas sean también de uso oficial en las instituciones europeas. 

Ese es el lazo visible y contrastable entregado a los independentistas. Pero también está lo que no se sabe, ni se explica, ni se dice, y que se oculta bajo el explosivo paraguas lingüístico de «desjudicialización del procés». O sea, la amnistía. Amnistía para esos detenidos, juzgados, condenados y hasta indultados por un estado democrático y de derecho que con la amnistía estaría diciendo a todo el mundo que su legislación no es democrática y que ha habido represión política. Amnistía para los centenares que van a ser juzgados por delitos realizados durante el procés. Amnistía incluso para las condenadas por corrupción como Laura Borrás. Todo cabe en el chantaje.

«No debe de ser fácil ni siquiera para Bolaños, que ha pasado de reírse de Feijóo por querer ser el primero en la investidura a animarle a que lo haga»

Nadie sabe lo que el siempre sonriente, y también siempre secretista, ministro de la presidencia en funciones, Félix Bolaños, haya podido pactar con el prófugo de Waterloo. Puigdemont ya ha amenazado con desvelar lo pactado y dice que lo tiene por escrito. Y lo dice como algo que pueda ser tan escandaloso que hiciera daño en el PSOE. Poco hace ya daño en este partido que ha salido ileso de los indultos, de la sedición y de la malversación en la anterior legislatura.

Negociaciones ocultas en las que la gente de Junts sube los grados de chantaje cada día que pasa. No debe de ser fácil ni siquiera para Bolaños, que ha pasado de reírse de Feijóo por querer ser el primero en la investidura a animarle a que lo haga. En el fondo se vislumbra la necesidad imperiosa de los socialistas de ganar tiempo. Amnistía y referéndum de autodeterminación son difíciles de explicar, digerir y acordar para todo demócrata que respete la Constitución.

«El Rey ha escuchado que el único apoyo cerrado que tiene ahora mismo Sánchez es el de Sumar»

No ha podido Sánchez por tanto confirmar al Rey ese apoyo de sus socios de la anterior legislatura. Felipe VI tampoco ha podido escucharlo directamente de la boca de ninguno de los independentistas que de nuevo han despreciado, más allá de si son republicanos o no, al jefe del Estado. El presidente en funciones ha apelado a que la única mayoría que se puede armar es la que se puede producir en torno a él. Pero esa mayoría no está armada, ni consolidada, ni todavía pactada. 

El Rey ha escuchado que el único apoyo cerrado que tiene ahora mismo Sánchez es el de Sumar. Ni siquiera el PNV le ha podido confirmar un acuerdo en firme. Vistos y escuchados, Felipe VI no podía hacer otra cosa que encargárselo al partido que más apoyos tiene cerrados y que además fue el más votado. Es decir, a Feijóo. Y ese ambiente tan poco amable ha hecho que Felipe VI se haya visto en la necesidad de explicar la decisión en un comunicado que intenta devolver la normalidad a la excepcionalidad de una situación en la que el designado lo tiene imposible. O casi imposible. Cuatro abstenciones darían la vuelta a todo. Pero ninguno de esos diputados socialistas que se rasgan las vestiduras cuando hablan de Puigdemont, o de ERC o de Bildu, tienen el arrojo suficiente. Ni siquiera los de Page. Tampoco se puede esperar del PNV porque supondría su suicidio en las próximas elecciones vascas.

Pese a todo, hace bien Feijóo en intentarlo. Ganó y es su deber, aunque no lo consiga. Muchas fueron las críticas a Rajoy en su día cuando desistió de intentarlo. Lo hizo en su lugar Sánchez en aquel acuerdo con Ciudadanos que Pablo Iglesias dinamitó. Un partido ganador tiene el derecho y el deber de intentarlo. En Cataluña los independentistas se lo birlaron a Inés Arrimadas cuando Ciudadanos ganó bajo el argumento de que ellos tenían armada ya una coalición con mayoría absoluta. Eso que todavía no tiene Pedro Sánchez.

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