THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

Una gran oportunidad

«Una forma de reconstruir la concordia del 78 podría ser una oferta de Feijóo al PSOE para gobernar juntos en esta legislatura dentro del marco constitucional»

Opinión
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Una gran oportunidad

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo-

El martes S. M. el Rey comunicó a la presidenta del Congreso de los Diputados su decisión de proponer a Alberto Núñez Feijóo como candidato a la investidura a la presidencia del Gobierno, tras la ronda de consultas celebrada en el Palacio de la Zarzuela con representantes de siete formaciones políticas. Resolvía así el dilema que se le había presentado al haber comprobado que tanto Feijóo como Sánchez le habían expresado su voluntad de presentarse.

Decidirse por Feijóo está justificado por dos razones principales. La primera es que es el líder de la formación, el PP, que más escaños ha obtenido en las elecciones del 23-J y, además, porque le ha explicado que cuenta con 172 votos: los 137 del PP, los 33 de Vox, el de Coalición Canaria y el de Unión del Pueblo Navarro.

En cambio, las pretensiones de Sánchez se sustentaban en los 121 escaños del PSOE y los 31 de Sumar, es decir, 152, veinte menos que Feijóo. Es más que posible que el líder de Frankenstein haya argumentado ante el Rey que los 26 escaños de los partidos independentistas van a ser suyos, de la misma forma que hace una semana lo fueron para hacer presidenta del Congreso a Francina Armengol, una socialista entregada a la causa del nacionalismo catalán. Pero ahí el argumento de Sánchez naufragaba porque no tenía documento alguno firmado por esos partidos y, además, porque los líderes de Junts, ERC, Bildu y BNG, que juntos tienen 21 escaños, se habían negado a presentarse ante el Jefe del Estado para exponerle de viva voz cuál es su posición con respecto a la elección del nuevo presidente del Gobierno. Hay que decir que el PNV, que tiene cinco escaños, sí accedió a la convocatoria del Rey, pero no expresó su decisión definitiva respecto a lo que va a votar en la investidura, aunque parece que nunca votará a Feijóo. No sé si esos partidos que se han negado a hablar con el Rey son conscientes de que a quien intentan ofender -ya se sabe que no ofende quien quiere, sino quien puede-, no es a la persona de Felipe VI, sino al conjunto del pueblo español, al que nuestro Monarca representa.

En las últimas elecciones Junts y ERC tuvieron siete escaños cada uno, Bildu, seis, PNV, cinco y BNG, uno, total: 26, con 1,6 millones de votos, lo que constituye aproximadamente el 6,5% del total de los 24,5 millones de votos emitidos por el conjunto de todos los españoles. Estos partidos ahora están, ya sin fisuras, por la ruptura con España, la Nación a la que han pertenecido los territorios por los que se presentan desde hace muchos siglos y a la que muchos de sus ancestros, desde tiempo inmemorial, han entregado sus vidas. Basta con citar a los navegantes vascongados desde Elcano a Blas de Lezo, o a los héroes catalanes de la Guerra de la Independencia que lucharon contra Napoleón por la independencia de España.

Y es muy posible que, llegado el momento, estos independentistas vuelvan a unirse a Frankenstein, como llevan haciendo cinco años, pero también hemos sabido que el prófugo Puigdemont está exigiendo la amnistía como condición sine qua non para votar a Sánchez. Son multitud los juristas que, en estos días, están demostrando con todo lujo de detalles que la amnistía no cabe en un Estado de Derecho, porque una amnistía sólo puede darse después de reconocer que lo que había antes no era un Estado de Derecho. Y parece muy fuerte declarar sin ambages que lo que existe en España desde 1978, con la Constitución del consenso, la concordia y la reconciliación, no ha sido nunca un Estado de Derecho.

Pero la experiencia con Sánchez nos ha enseñado que es capaz de cambiar lo blanco en negro. Quizás por eso, Armengol, cuya independencia del líder frankensteiniano es nula, haya convocado el pleno de la investidura de Feijóo para finales de septiembre, para dar tiempo a los juristas sanchistas de elaborar un argumentario que demuestre eso, que lo negro es blanco, que la amnistía es, no sólo posible, sino absolutamente constitucional, porque para ellos lo único que importa es que Sánchez siga en el Falcon y eso pasa ahora por la amnistía. Veremos.

Pero lo que ya es seguro es que el 26 y el 27 de septiembre va a tener lugar el debate de investidura de Feijóo. Y esa va a ser una oportunidad inmejorable para exponer ante el conjunto de los españoles los valores que Feijóo representa y los objetivos que, si llega a La Moncloa, quiere conseguir.

«No se trata de hacer un cordón sanitario a Sánchez, sino de colaborar a que el PSOE vuelva a ser el partido que trabajó activa y positivamente para que la Transición acabara con los enfrentamientos seculares entre españoles»

Y el primero tiene que ser la recuperación del espíritu del 78. Tanto Zapatero como Sánchez han hecho todo lo que han podido para cargárselo, para volver a las Dos Españas. Desde aquel pacto del Tinell, en el que los socialistas se comprometieron ante notario a que nunca llegarían a pactos con el PP, hasta los gobiernos de Sánchez, apoyados por todos los partidos que quieren acabar con España, pasando por las nefastas Leyes de Memoria Histórica y Democrática. Si gobierna Feijóo todo eso tiene que desaparecer. En España y en la Constitución Española cabemos todos los españoles, y todos los españoles tenemos que trabajar para lograr la prosperidad y el progreso de todos en paz y concordia. Y por supuesto, cada uno con sus ideas y objetivos políticos, pero siempre dentro del marco constitucional.

Los socialistas se sienten ofendidos porque hayamos hablado de «derogar el sanchismo». Cuando hablamos de «derogar el sanchismo» nos referimos a las actuaciones que Sánchez ha llevado a cabo para sacar del terreno de juego político a los que no le apoyamos sin reservas, es decir, a todas las formaciones de centro y de derecha, por más que representen a media España, por lo menos. Y también todo lo que ha hecho para acabar con la independencia indispensable de la que tienen que gozar las Instituciones, empezando, por supuesto, por los tres poderes, de manera que el Legislativo y el Judicial no estén al servicio del Ejecutivo, como ha pretendido el actual líder del PSOE. No se trata de hacer un cordón sanitario a Sánchez, sino de colaborar a que el PSOE vuelva a ser el partido que trabajó activa y positivamente para que la Transición acabara con los enfrentamientos seculares entre españoles.

Una de las manifestaciones de esa voluntad de reconstruir la concordia del 78 podría ser una oferta de Feijóo al PSOE para gobernar juntos en esta Legislatura, dentro del marco constitucional. Y así para evitar que se impongan las pretensiones de los filoterroristas y las de los golpistas catalanes, encabezadas por un prófugo de la Justicia. En esa oferta Feijóo puede invitar a Sánchez a gobernar de acuerdo con su programa y no con el de Podemos (ahora Sumar).

En 2015, tras las elecciones municipales, el PP de Madrid, que las había ganado, ofreció apoyar con sus votos a Antonio Miguel Carmona para que fuera alcalde y gobernara de acuerdo con su programa y evitar así que los comunistas bolivarianos gobernaran Madrid. A Carmona no le dejaron aceptar nuestra oferta, pero quizás ahora es el momento de expresar, de esta forma, la voluntad de recuperar esa concordia constitucional que los últimos líderes socialistas se han empeñado en romper.

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