Mientras tanto...
«La única alternativa que tenía para seguir siendo el «macho alpha» del futbol español y seguir ganando casi un millón de euros al año, era la resistencia»
La bellaquería del suspendido presidente de la RFEF, Luis Rubiales, justificando en plan tabernario su beso no consentido a la jugadora Jennifer Hermoso y haciendo de su supuesta dimisión un ejercicio de provocación política y social esconde varias lecciones sobre como el concepto de responsabilidad ha sido dinamitado en España. Rubiales en este ejercicio de chulería de «yo, contra el mundo, contra las leyes y contra la ética» está intentando convertirse en una víctima para un determinado sector de la sociedad. El problema de Rubiales es que sigue sin enterarse de que el feminismo lo vive toda la sociedad y trasciende a esos partidos y a esas ministras que lo consideran exclusivamente suyo.
Un disfraz de víctima con el que Rubiales se prepara también para cuando terminen las lentas y discontinuas investigaciones sobre otras causas abiertas: comisiones de 24 millones de euros concedidas a su amigo Piqué (callado y quieto como una tumba sobre el caso del beso no consentido) por llevar la Supercopa a Arabia Saudí. Investigaciones sobre grabaciones de conversaciones a altos cargos del gobierno, incluido su defensor hasta ahora Pedro Sánchez. Investigaciones sobre fiestas-orgía en Salobreña con chicas pagadas en un principio con tarjetas de la RFEF. Investigaciones sobre viajes a todo lujo con amigas íntimas a Nueva York pagadas también por la RFEF. Son tantos los escándalos que van a llegarle ahora de golpe, que sorprende la protección y pasividad que ha tenido hasta ahora el CSD del gobierno de Sánchez para con él.
«En política y también en deporte ‘los enemigos de mis enemigos son mis amigos’»
Con aquellos escándalos intentó lo mismo que ha intentado ahora con la asamblea extraordinaria, en una recordada y vergonzante rueda de prensa. Recordada por la vergonzante pasividad de la mayoría de los medios acreditados que le dejaron que lanzara explicaciones inverosímiles en las que de nuevo se convertía en una supuesta víctima a la que iban a partir las piernas o a esconder cocaína en su maletero. Salió vivo de aquella rueda de prensa y por eso decidió hacer su propia rueda de visitas por los programas de los principales medios de comunicación. En ninguna de aquellas sedosas entrevistas se llegó al extremo de que algún periodista le dijera «pero si yo pienso lo mismo que tú», pero casi. Rueda triunfal por los medios de comunicación, predecesora, por cierto, de la misma que ha hecho hace poco el amigo de su padre y silencioso ante aquellos escándalos, Pedro Sánchez. En política y también en deporte «los enemigos de mis enemigos son mis amigos». Por eso Rubiales siempre ha contado también con la comprensión de Florentino Pérez. Los dos son enemigos declarados de Javier Tebas, capo de la Liga. Para Rubiales, Tebas es el mal absoluto. Y viceversa.
Rubiales acusa a Tebas, al falso feminismo o a los políticos de Podemos, (olvidando que ha sido criticado por todo el arco parlamentario), pero su sentido ético lo esconde en otra dimensión donde los actos no tienen responsabilidades, donde la narración de los hechos la manipula él y donde la ética es un concepto trasnochado. Por todo ello, siempre rodeado de sus bien pagados palmeros, se siente dueño del poder por encima de todos.
El problema es que eso es lo que ha visto en los últimos años en España. Estamos en un país donde nadie dimite «motu propio» por su propia conciencia ética. Aunque Rubiales sea públicamente repugnante en sus acciones y en sus explicaciones, cierto es que estamos en un país donde nadie ha dimitido por una ley como la del «solo sí es sí» que ha permitido la rebaja de la condena de más de mil delincuentes sexuales y la excarcelación de casi doscientos. Ministras que se rasgan las vestiduras, y creo que bien rasgadas, pero callan ante el aumento de delitos sexuales y la proliferación de «manadas» en un silencio tan sonoro que deslegitima todo lo que ellos mismos digan.
Mientras tanto, estamos en un país donde se ha indultado a golpistas sediciosos y ahora se intenta violar la Constitución enmascarando una amnistía vomitiva al resto de colaboradores del golpe del procés. Mientras tanto, estamos en un país donde no hay remilgos para ser aliados de los herederos políticos de asesinos terroristas. Mientras tanto, estamos en un país donde se han eliminado delitos para beneficiar a socios políticos.
«Mientras tanto, estamos en un país donde todo pasa y se olvida en función de quien lo haga»
Mientras tanto, estamos en un país donde se negocian cuestiones que afectan a la soberanía nacional en el más oscuro de los sótanos sin que nadie pueda conocer de qué se habla. Mientras tanto, estamos en un país donde todo pasa y se olvida en función de quien lo haga. Mientras tanto, estamos en un país donde el mayor escándalo de corrupción de la vida política española como fue el de los ERE de Andalucía ha tardado décadas y ha pasado casi de puntillas. Por cierto, que el padre de Rubiales, exalcalde de Motril y exdelegado de Empleo de la Junta de Andalucía en Granada, se vio envuelto en la polémica de los ERE. La fiscalía pidió hasta tres años de prisión y una inhabilitación en los cargos públicos de ocho años y tres meses. El padre sigue siendo un personaje clave, siempre a su lado en las reuniones importantes, incluso esta misma semana. Decía el padre en una entrevista en el diario Granada Hoy, repasando lo que fue su vida política que «a veces se plantean cuestiones éticas, pero se han tomado decisiones pensando que no había otra alternativa».
Eso ha debido pensar también su hijo. La única alternativa que tenía para seguir siendo el «macho alpha» del futbol español y seguir ganando casi un millón de euros al año, entre RFEF y UEFA, era la resistencia, la bunkerización. Pensó que en este contexto continuarían los apoyos políticos, deportivos y mediáticos y se equivocó. Ha sido la sociedad civil española y la sociedad deportiva internacional la que han condenado al tipo que se creía tan poderoso que en medio de actos oficiales ofrecía «picos» a sus jugadoras.
Necesitamos que este maremoto que ha vivido la sociedad y la opinión pública española exigiendo responsabilidades inmediatas tenga continuación y se extienda a toda nuestra vida política cuando ocurran errores y escándalos que a todos nos afecten. Que los hay. Y muchos.