MyTO

La batalla por la igualdad

«La libertad, puede cambiar -y de hecho cambia- constantemente de significado a lo largo de la historia»

Opinión

Manifestación por la igualdad. | Europa Press

  • Fundador y Director General de la compañía de consultoría estratégica Redlines.
    Ha dirigido campañas electorales tanto en España como en diversos países de América latina, y es analista político habitual en diversos medios de comunicación.
    Es autor de los libros : «Guía práctica para abrir Gobiernos» (Goberna, 2015), «Otro Gobierno» (Algón Editores 2012), y «Open Government – Gobierno Abierto» (Algón Editores, 2010).
    Le encantan los platos de cuchara, sufre con cada partido del Athletic de Bilbao y no se pierde un concierto de Los Planetas.

Las categorías políticas no son estáticas, de hecho se mueven a lo largo de la historia adquiriendo nuevos significados en ocasiones no sólo diferentes sino en algunos casos incluso antitéticos a los de sus formulaciones originales.

Así, la tríada enunciada en la Revolución Francesa y que está en el origen de nuestros actuales regímenes democráticos, me refiero a la libertad, la igualdad y la fraternidad, no contenía en absoluto los significados materiales que todos hoy asumimos.

Esta es precisamente la tesis de Ferdinand de Saussure cuando afirma que no existe una correspondencia necesaria entre el significante y el significado, es decir que la relación entre ambas es básicamente arbitraria, de tal forma si lo llevamos al terreno político, una misma categoría, por ejemplo la libertad, puede cambiar -y de hecho cambia- constantemente de significado a lo largo de la historia pudiendo provocar  importantes ventajas a quien sea capaz de llenar de contenidos provechosos para sí o para los suyos un concepto universalmente aceptado como virtuoso y de la potencia electoral de este del que hablamos.

Un enfoque que fue completado por el postmarxista Ernesto Laclau en la que es a mi modo de ver su principal aportación a la filosofía política, me refiero naturalmente a su teorización sobre los «significantes vacíos», que serían y bajándolo mucho a tierra, palabras cuyos significados no están anclados a una roca sino que son definidos por relaciones de equivalencia o diferencia, es decir, conceptos necesariamente inestables sobre los que tomamos la decisión (hegemónica) de dotar de un sentido político concreto, determinando a partir de ese momento el posterior transcurso del debate en torno a la misma.

¿Y qué sucede cuando aplicamos esto a lo concreto? Pues veamos un ejemplo que todos conocemos perfectamente, la penúltima campaña de Isabel Díaz Ayuso y su uso de la ya mencionada Libertad, significante vacío donde los haya.

«Si la igualdad -como ya le ha pasado a la libertad- se convierte en un atributo ligado a la derecha, ¿qué le queda a la izquierda española?»

Lo que hace -brillantemente, por cierto- la campaña del PP madrileño no es otra cosa que dotar al concepto «libertad» históricamente vinculado a la izquierda y más todavía en un país como el nuestro que ha salido hace poco más de cuarenta años de una dictadura ultraderechista, dotarle decía, de una nueva cadena de equivalencias arrebatándoselo sin lucha alguna a una izquierda sorprendentemente torpe en la defensa de una de sus señas de identidad con un resultado final que va mucho más allá de la misma victoria electoral puntual y que no es otro que convertirlo en el principal atributo de su candidata sin posibilidad alguna de reversión a corto plazo.

Algo que por cierto podría volver a repetirse, esta vez fuera del ámbito estricto de una campaña con el segundo e igualmente decisivo elemento de la ya mencionada tríada revolucionaria francesa, me refiero en este caso a la Igualdad.

Un concepto también históricamente ligado al movimiento obrero en su lucha por la conquista de mejoras sociales y políticas para los más desfavorecidos que podría perfectamente ser considerado también como un significante vacío susceptible en este momento político de ser llenado con contenidos relativos a la equidad de derechos políticos y económicos de los ciudadanos de nuestro país independientemente de la región en la que vivan frente a la visión del independentismo irredentista que considera que quienes poseen esos derechos no son las personas, como dice la constitución, sino los territorios y que además, casualmente,  aquellos territorios en los que ellos viven son por alguna oscura razón que no detallan, detentadores de más y mejores derechos que que el resto de los del Estado. 

Una batalla que será determinante para identificar quién va a obtener la hegemonía en nuestro país en los próximos años ya que independientemente de que Sánchez logre o no armar un gobierno ahora, si la igualdad -como ya le ha pasado a la libertad- se convierte en un atributo ligado a la derecha, ¿qué le queda a la izquierda española?

7 comentarios
  1. JaimeRuiz

    Los significantes vacíos por antonomasia son izquierda y derecha, al punto que Escohotado proponía que alguien hallara un sinónimo para esas palabras. Pero este laclauiano no puede contenerse de usarlas. La «izquierda» no reivindica la igualdad sino la jerarquía, no se puede hablar de mayor desigualdad que la tiranía soviética, donde los usuarios de diez líneas de cargos disponían sin incomodarse de la vida de los de abajo. La «izquierda», es decir, y no es un sinónimo sino una forma de usar el nombre verdadero, el totalitarismo, tiene por arriba las clientelas del poder, los funcionarios, sobre todo los hijos y nietos de funcionarios, y por abajo la sed de los que aspiran a parasitar a los demás, los resentidos cuya envidia y cuya pereza su subliman en la venganza de poder robar a los demás.

  2. Fedeguico

    A la izquierda -no sólo a la española- le queda su infinita cara dura y después desaparecer por el sumidero de la historia como la pesadilla de la razón que ha engendrado los mayores monstruos de maldad y estupidez. No desaparecerá porque los necios vean la luz sino porque, como decía Planck, acaben muriendo. A un par de generaciones estamos de contemplarla con la extrañeza e incredulidad – ¡pío, pío, que yo no he sido! – con que miramos hoy a la Inquisición o al nazismo.
    Pero nada tiene esto que ver con batallas semánticas, nominalismos ni relativismos nihilistas sino más bien con contradicciones absolutas: libertad e igualdad son conceptos claros y distintos que siempre han significado lo mismo y al final descubrimos que son de derechas. Pues claro.
    Anda que íbamos a saber lo que es la libertad si hubiéramos salido de la dictadura comunista de la que Franco nos salvó.
    Por cierto, Platón, totalitario comunista avant la lettre, parecía tener las ideas claras, pero los neomarxistas de hoy andan como pulpo en cacharrería. No saben qué es libertad, ni igualdad, ni por qué tenemos conciencia: no saben nada y ni eso saben, salvo cobrar del erario.

  3. Ogro_Cabreado

    Toda lucha que no empiece por la derogacion inmediata de la ley integral de violencia de genero, es una lucha falsa, y sin esperanza.

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