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Los cordones blancos de Ortuzar

«El sanchismo y sus aledaños nacionalistas van apareciendo en público para vender que la amnistía a los golpistas es lo mejor que nos puede pasar»

Opinión

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y el expresident de la Generalitat Carles Puigdemont. | Europa Press

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

La amnistía está hecha, al menos en lo que se refiere a que el Gobierno o su grupo parlamentario la propongan. Si el tema no avanza, y asistimos a las declaraciones surrealistas de izquierdistas y nacionalistas afines, es porque Puigdemont no cede si no se le ofrece un itinerario seguro para que sea una realidad. El voto positivo o la abstención de los diputados de Junts tienen el mismo precio, y da igual si Coalición Canaria cambia de abrevadero. 

Sánchez solo tiene una salida aceptable para Puigdemont: que su ley de amnistía tenga una sentencia del Tribunal Constitucional favorable en su totalidad, en consonancia con la opinión pública. De ahí que los sanchistas se hicieran con la mayoría en dicha institución, el trabajo de sus medios de comunicación en favor de la amnistía, y el contacto con la patronal y los sindicatos.  

Los independentistas no quieren un engaño de Sánchez, porque el socialista puede aprobar la ley de amnistía, y luego negociar con Junts jugando con los tiempos y el contenido de la sentencia del TC. «¿De quién depende el Constitucional? Pues eso…». El Alto Tribunal se convertiría en una tercera cámara de deliberación donde Sánchez tiene mayoría y puede decidir. Sería algo similar a la sentencia de 2010 sobre el Estatuto de Cataluña, pero con la diferencia de que Sánchez tendría la sartén por el mango, no Puigdemont, como ahora. 

«Ortuzar tiene el cuajo de sentarse con un prófugo golpista, pero no con Feijóo»

Mientras tanto, el sanchismo y sus aledaños nacionalistas van apareciendo en público para vender que la amnistía a los golpistas es lo mejor que nos puede pasar. Ya se sabe, hay que ganarse a la opinión pública, normalizar la cuestión, que en las barras de los bares y en las del metro, en los ascensores y en la sala de espera del médico no se hable de otra cosa. Fue así que Ortuzar cogió un avión en un aeropuerto del Estado español en rumbo a Bélgica. «Espérame en Waterloo, vida mía», que diría Jardiel Poncela. 

No sé en Bilbao, pero al menos en Chamberí, el barrio que tuvo la suerte de verme nacer, llevar cordones blancos en zapatos negros te aseguraba la entrada en el club de los payasos involuntarios. Aunque, para payasada siniestra la foto con Puigdemont. Porque Ortuzar, el valladar inexpugnable contra el avance de la ultraderecha española, sí tiene el cuajo de sentarse con un prófugo golpista, pero no con Feijóo, que le produce arcadas atávicas. 

El caso es que, después de comunicarse con Puigdemont a través de pinganillos, Ortuzar volvió al Estado (España, por más señas). Pidió una rueda de prensa y transmitió la buena nueva. La amnistía tiene un nombre con mala prensa, dijo. Hay que llamarla de otra manera, la que sea para que cuele. Mi abuelo, que pasó por una checa de UGT donde le invitaron a tortas y salió hinchado, lo llamaba «anís tía». Cosas que tiene el tomarse a chufla a los solemnes.  

Un día antes de Ortuzar salió Yolanda Díaz, patrocinada, como siempre, por la Fashion Week, para contarnos los tipos de amnistía. La doctora en Ciencias Infusas por la Ignatius Reilly University resumió, por no apabullarnos, que hay tres tipos de amnistía. Siéntese. Primero están las amnistías que facilitan el tránsito, a modo de un guardia urbano, entre una dictadura y la democracia. Luego Yoli miró el móvil, donde se lo había apuntado Ernest Urtasun con letra muy gorda, subió las manos para simular unas comillas y soltó: «Están las utilitaristas», como la amnistía fiscal que hizo el PP. Y por último, justo cuando salió el arco iris y relinchó un unicornio, están las amnistías para resolver conflictos. 

«Yolanda Díaz olvida que la amnistía fiscal de 2012, la de Cristóbal Montoro, fue tumbada por el Tribunal Constitucional»

Yolanda llama «conflicto» a conseguir siete votos en el Congreso para investir a una persona, Su Sanchidad, que no sacó votos suficientes en las urnas ni llevaba la amnistía en el programa electoral. Es más, la Fashionaria olvida, o no lo aprendió en la Ignatius Reilly University, que la amnistía fiscal de 2012, la de Cristóbal Montoro, fue tumbada por el Tribunal Constitucional. No salió adelante. Más claro: no es un tipo de amnistía en España porque hay una sentencia en contra y una ley de 2021, sí, del Gobierno de Yolanda, que la prohíbe. 

Eso sí, aquella «amnistía fiscal» se llamó de otra manera, como indica para Puigdemont el elegante Ortuzar, que por entonces apoyaba al PP de Rajoy. «Qué sútil hallazgo —debieron pensar—. Cuela, fijo». La denominaron «regularización extraordinaria»​ y «declaración tributaria especial», pero el Tribunal Constitucional sentenció en 2017 que vulneraba el principio de igualdad. Quedémonos con esto último.

Fue el PSOE de Sánchez el que recurrió aquella amnistía fiscal porque, ojo, era un zapatazo a la igualdad entre españoles. No era tolerable validar comportamientos de quienes no cumplieron con su deber, decían entonces los sanchistas. Alegaban que la ley de amnistía de 1977 solo servía para los cambios de régimen, resarcir a los presos por delitos políticos, y que por esta razón no estaba en una Constitución que garantiza los derechos y la libertad. 

Ya sé que Dios hizo el Universo y luego un precioso Bilbao para contenerlo, pero poner cordones blancos a unos zapatos negros, o llamar con otro nombre a una amnistía política para que cuele, es de muy mal gusto. Y Puigdemont no pica, y Bildu gana al PNV en las encuestas. 

23 comentarios
  1. Aristoteles_Pelaez

    La «bolita de maldad» dejó sembrado un campo de minas para varias décadas y el narcisismo y endiosamiento de Aznar no le deja ver más allá de sus narices, así que los «toreros periféricos» como Ortuzar y Puigdemont obligan a bailar a los grandes partidos al ritmo que quieren.

  2. Aristoteles_Pelaez

    Tan grave como el berenjenal que tiene ahora mismo el PSOE de puertas adentro es que tampoco tiene interlocutores válidos en la derecha ni se les espera. No hay criterio, no hay altura -ni de miras ni de ninguna clase- no hay seriedad. Lo primero que hizo Sánchez al llegar a la dirección del PSOE fue dinamitar todos los puentes y enrocarse en una actitud autista y destructiva para España, es cierto, pero en el PP, a la hora de la verdad, le niegan a Ayuso el pan y la sal, y hay adoquines como López Miras y María Guardiola que si fueran agentes infiltrados del Komintern o los servicios secretos chinos no lo harían peor.
    Así que al final el único que se comporta como un adulto en medio de esta algarabía infantil es «el elegante Ortuzar» (Vilches dixit).

  3. Pinton

    Anís, tía. Buena inventiva la de su abuelo. Y menuda vista la del nieto con los detalles que delantan.

    Resulta muy elocuente el descenso al vacío de los abismos jurídicos que ha seguido el socialismo con lo de su «tía» . Casi tanto como el nivel de consignas para niños de tres años que están imponiendo a la opinion pública sobre los beneficios del «anís». Lo curioso es que la gente iga tragando como anís lo que es otra cosa.

    Por eso, deberíamos recrearnos un poco más en ese bonito retrato que queda de la actual jefatura socialista cuando se recuerda que, en a ultima apelacion socialista al TC aduciendo incumplimiento del principio constitucional de igualdad se les dio la razón: esa amnistía fiscal del 2017 era anticonstitucional. Esto de pensar que la que vayan a hacer estos lumbreras va a ser la buena es, como alguien decía recientemente, como cuando nos dicen que si el comunismo ha fracasado en todos los países es porque lo que se había implantado en realidad no era el auténtico comunismo. Pensamiento mágico, del que no le gusta que le pongan espejos que muestren Cuba o Venezuela.

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