THE OBJECTIVE
Joaquín Leguina

Nosotros, los de entonces

«Uno se pregunta, y no sólo uno, qué pensaría Ramón Rubial, otro dinosaurio, que pasó buena parte de su vida en la cárcel por ‘rojo’ (que no progresista)»

Opinión
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Nosotros, los de entonces

Ilustración de Alejandra Svriz.

La expulsión del partido, que la Ejecutiva sanchista propinó el jueves pasado a Nicolás Redondo no creo —ni quiero— que influya en las advertencias que los dinosaurios (así nos llaman en la calle Ferraz) deberemos proclamar respecto a esa anticonstitucional amnistía que el tal Puigdemont exige, pero yo creo —y espero— que esa protesta interna vaya creciendo.

Así lo leo en El Mundo (17-IX-2023) un artículo que firman M. Belver, L. Iglesias, D. Vigario y J. Izarra, que algo sabrán:

«La corriente de malestar interno es mayor de lo que aparentan las declaraciones de los dinosaurios», explica una persona que ostentó puestos de responsabilidad y que asegura tener constancia de opiniones «no manifestadas» de «descontento y desconcierto» ante la posibilidad de que se conceda una amnistía a los condenados por el 1-O. «Aunque parezca que el aparato está controlado, esa corriente les ha asustado», asegura.

Quizá tenga razón un socialista entrevistado por esos periodistas al asegurar que la expulsión de Redondo es un error. «Un error muy grave que además no es un signo de fortaleza de la dirección del PSOE, sino un signo de debilidad. Argumentan el menosprecio al PSOE… A mí lo que me parece un menosprecio al militante son esos aplausos tras perder el 28-M, un menosprecio a las personas que habían perdido alcaldías y concejalías».

El socialista extremeño Paco Castaño, que fue director general de Medio Ambiente de la Junta ha visto así el hipotético pacto con Puigdemont: «El mayor sabotaje contra un Estado democrático». Sobre la expulsión de Nicolás Redondo insiste en que es «un aviso a navegantes». Y ve extraordinariamente grave que se expulse a «alguien que luchó contra ETA» al tiempo que el PSOE ahora pacta con quienes defendían entonces a los terroristas de ETA y hoy los meten en sus listas. «Es de todo punto intolerable». Recuerda también que varios diputados comandados por Sánchez incumplieron la resolución del Comité Federal y no se abstuvieron en la investidura de Rajoy y no se les expulsó. En efecto, la resolución del Comité Federal era abstenerse para propiciar la investidura de Rajoy. «Si se les hubieran aplicado los estatutos, ni estarían ahí ni tendríamos esos problemas», concluye Castaño.

«Un tal Ortuzar se reunió el otro día con el prófugo Puigdemont. Ya se ve que el PNV también está en contra de la Justicia española»

Entre la fecha en que nació Alfonso Guerra y la que nació Felipe González nací yo (5-V- 1941). Los tres, en efecto, somos dinosaurios, pero todavía pensamos como es debido.

Antes de acabar el bachillerato ya me sentía contrario a la dictadura y en mi clase (en los escolapios de Santander) le hacíamos mangas y capirotes al falangista que nos instruía en Formación del Espíritu Nacional (así se llamaba la asignatura) a través de unos libros infumables donde para describir a los militantes republicanos se usaban los términos «las tiorras y los milicianos». En fin, para echar al olvido.

Y fue eso, echar al olvido aquella maldita guerra que además de asesinatos en las dos retaguardias y muertes en el frente trajo una dictadura que a muchos de quienes nacimos después nos pareció interminable.

Estudié la carrera de Ciencias Económicas en Bilbao y fui delegado de los estudiantes de aquella facultad que, en conjunto, se oponía a la dictadura, y nunca vi dentro de aquellos movimientos sindicales (también en el campo obrero) a casi nadie que perteneciera al PNV (otros progresistas), cuyo representante, un tal Ortuzar, se reunió el otro día en Bélgica con el prófugo Puigdemont. Ya se ve que el PNV también está en contra de la Justicia española.

Uno se pregunta, y no sólo uno, qué pensaría Ramón Rubial, otro dinosaurio, que pasó buena parte de su vida en la cárcel por «rojo» (que no progresista).

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