THE OBJECTIVE
José Rosiñol

La lengua, el lenguaje y los hiperventilados

«Este es el objetivo populista: Sánchez el Negociador aceptará la muy pacificadora amnistía, a cambio de que Puigdemont el Fugado renuncie a la unilateralidad»

Opinión
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La lengua, el lenguaje y los hiperventilados

Ilustración de Alejandra Svriz.

Si hacemos el camino inverso a la máxima de Clausewitz cuando decía que «la guerra es la continuación de la política por otros medios», podríamos deducir que la política básica, la lucha por el poder, utiliza los métodos de la guerra, pero con otros medios. En todo conflicto bélico, elegir el campo de batalla, utilizar el engaño y saber ubicar los recursos a tu alcance es fundamental si quieres tener opciones de victoria. Pero, ¿cómo traducir esto en la política? ¿Cuál es el campo de batalla? ¿Qué estrategias de engaño y distracción se usan? ¿Qué son los recursos en el arte de la política? Las respuestas son más sencillas de lo que parecen, máxime ahora que la política parece haberse despojado de la pátina ideológica y, de la mano del populismo, se ha convertido en un juego estratégico para lograr el poder.

Estamos en una especie de guerra cognitiva, el campo de batalla es el lenguaje y el marco de percepción de la ciudadanía, el objetivo son la mente y los corazones de la gente. Si logras implantar una serie de ideas y moldeas el marco mental de las personas, tus mensajes serán mucho más productivos, todo ello recurriendo a elementos emocionales que impacten en nuestro cerebro más arcaico, en nuestro límbico, con todo ello estarás creando el marco de juego.

El engaño, como decía Sun Tzu en El arte de la guerra es clave para lograr los objetivos, los soviéticos y rusos los sabían muy bien, utilizaban (y utilizan) la llamada maskirovka que, en lo que nos atañe en este artículo, es la ocultación como herramienta fundamental para engañar al enemigo y lograr que despilfarren sus recursos. Y, finalmente, los recursos que, en nuestra contemporaneidad, en esta guerra cognitiva que trata de manipular las mentes de los ciudadanos, es el tiempo y los medios disponibles para lanzar los mensajes oportunos a tu público objetivo. Lograr tiempos de impacto y acertar en los mensajes, sabiendo interpretar el verdadero campo de juego, son el único camino para la victoria.

En este escenario de competición descarnada, en esta despolitización de la política, ¿cuál es la razón necesaria pero no suficiente para que el populismo alcance el poder? La respuesta básica y fundamental es crear un clima de polarización para imponer su criterio y poder ganar por la mínima. Con ello se elimina el debate racional o cualquier consenso. Y aquí empieza el reino de la confusión, de la maskirovka, saber cuál es la motivación y el objetivo profundo es la clave. Fijémonos en lo ocurrido en el Congreso con las lenguas, cómo el PSOE ha jugado la trampa de la polarización, de situar a unos al lado de quiénes respetan la pluralidad lingüística y los que no.

«Que Borja Sémper destapase el ridículo de la norma de las lenguas en el Congreso rompe la estrategia de polarización de Sánchez»

Hay que tener en cuenta que las lenguas no deben ser un elemento divisor, que las lenguas son un vehículo de información, cultura y emoción. Que Borja Sémper iniciara su discurso en vasco, diciendo que solo existe una comunidad política, una nación y una lengua común tiene un efecto demoledor para el nacionalismo excluyente que cree que los vascuences, por hablar en vasco solo pueden ser separatistas. Que Borja Sémper destapase el ridículo de la nueva norma de la utilización de las lenguas en el Congreso al decir que todos nos entendemos en la lengua común rompe la estrategia de polarización de Sánchez. Borja vino a decir, venga, ya hemos hecho el paripé, ahora vamos a trabajar. Es necesario romper todas aquellas trampas de Colón que nos van poniendo los estrategas de Sánchez.

Pero la gran trampa la encontramos en la batalla del lenguaje, el lenguaje siempre dice mucho más de lo que se cree. ¿A qué me refiero? Si nos fijamos, en la estructura narrativa de este capítulo del desmontaje de la democracia del 78, el populismo nos distrae y polariza con temas como las lenguas en el Congreso, y paralelamente, se introduce el debate de la amnistía, mientras, soterradamente, se desliza lo que creo que es la clave de bóveda del proyecto populista: Sánchez el Negociador aceptará la muy pacificadora amnistía, a cambio de que Puigdemont el Fugado renuncie a la unilateralidad. Es decir, si se acepta la amnistía y se renuncia a la unilateralidad ¿qué nos queda? El referéndum pactado. Este es el objetivo profundo que facilitará el relato de que España es una especie de país plurinacional, todo ello bien preparado para que sea asumido en las cancillerías europeas. Este debe ser el foco de la oposición, no otro, no dejarse atrapar por la maskirovka sanchista, esto y desmontar el mito de la polarización, de la moralidad de la izquierda populista y la inmoralidad del resto.

Naturalmente, una de las derivadas y objetivos del populismo, es crear ansiedad en la parte contraria, buscar hiperreacciones que cimenten la polarización, tocar la parte sensible y esencialista. Es una visión estratégica que juega con la reacción previsible a una tensión concreta, es entrar en el marco de juego del contrario, es utilizar su lenguaje y caer en la trampa del populismo. La hiperventilación equivale a una especie de miopía esencialista que hace foco solo en los muy convencidos, que olvida la parte cóncava de la campana de Gauss, que es dónde se ganan o pierden las elecciones. Este es un complejo muy arraigado en la cultura política de la derecha (en su amplio espectro) y muy utilizada por las fuerzas populistas, confundir la parte con el todo, creer que cuando los muy tuyos están nerviosos y preocupados significa que el resto de los ciudadanos se encuentran en la misma situación, y eso solo te lleva ser colaborador necesario (e inconsciente) del proyecto populista.

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