THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

El debate de la melancolía

Esta investidura es pura melancolía. No porque Feijóo pierda o no consiga los votos. Así son las matemáticas. Es melancolía porque supondrá la derrota de la Constitución.

Opinión
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El debate de la melancolía

Ilustración de Alejandra Svriz.

Pocas jornadas tan tristes en el Congreso de los Diputados como las que se viven por el debate de investidura del candidato del Partido Popular a la presidencia del gobierno. Un debate en el que Alberto Núñez Feijóo ha mantenido la dignidad de la defensa de la ley y ha acertado con la responsabilidad de presentarse a la elección por ser el líder más votado por los españoles en las últimas elecciones.

Los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía. Se está viendo en toda su magnitud. La melancolía del que sabe que no va a conseguir el objetivo, pero, aun sabiéndolo, cumple con dignidad con la exigencia y el rigor democrático de ofrecer de la manera más rigurosa, detallada y exhaustiva un programa de gobierno como si tuviera opciones. Un programa completo leído con toda la seriedad que obliga el respeto parlamentario a los votantes, a las instituciones y a la oposición. Un programa recibido con risas despectivas desde los bancos azules del gobierno incapaces de tener un mínimo respeto por el oponente. El desprecio de Sánchez y su gente al que se ha referido Feijóo diciendo que, pese a ello, él seguirá con las manos abiertas buscando una comunicación entre los dos partidos más votados.

Un discurso centrado, moderado, pero firme en la ley y en la defensa de la Constitución. Alberto Núñez Feijóo ha comparecido sabiendo que nunca tendrá el voto de independentistas y nacionalistas. La amnistía y la autodeterminación son pagos inmorales e ilegales. Decía Feijóo: «Tengo a mi alcance los votos para ser presidente, pero no voy a pagar ese precio». 

El líder del PP emulaba al que fuera almirante de la Armada española, Casto Méndez Núñez, cuando dijo aquello de «más vale honra sin barcos, que barcos sin honra» en la Guerra Hispano Sudamericana. Ha preferido «honra sin amnistía a poder sin honra».

Sin barcos y sin votos se queda Feijóo. Pero se ha mantenido firme en la defensa de la ley, de la Constitución, de la separación de poderes y del estado de derecho. A las risas socialistas ha respondido que Carles Puigdemont les ha ofrecido lo mismo a él y a Sánchez y lo que difiere es la respuesta. Ceder al chantaje e incumplir la ley, o no. 

Y aviso a navegantes. Feijóo ha recordado a los socios de Sánchez que el presidente miente y traiciona, y que lo mismo que hoy les puede dar todo, mañana se lo puede quitar. Un temor latente y cierto en todos los socios de Sánchez que ya lo han sufrido. Puigdemont lo sabe y el resto también. 

Feijóo recordaba que él no ha sido elegido para conceder la amnistía y la autodeterminación. Y buscaba la contradicción al decir a dos partidos de derecha como son Junts o PNV, que pregunten a sus votantes si ellos les votaron para apoyar un programa económico como el de Podemos. 

Feijóo ha ejercido su responsabilidad, melancólica por el resultado, pero digna por la postura de no ceder a esos chantajes que cruzan todas las líneas rojas. Ha expuesto las contradicciones de un partido socialista que desde hace dos meses vive un proceso de reprogramación cerebral norcoreana para defender todo lo que han negado toda su vida. No todos lo aceptan. Para la vieja guardia socialista de Felipe González, Alfonso Guerra y todos aquellos políticos que asentaron la democracia, modernizaron el país, nos introdujeron en Europa, para todos aquellos que ahora ven escandalizados un partido sumiso a los caprichos de su egocéntrico líder, Feijóo ha tenido un recuerdo y un reconocimiento.

Con ellos coincide en la necesidad de quitar el poder decisorio a los independentistas. Es necesario y así lo piden dos tercios de los españoles que hablen, que dialoguen, que negocien, que se pongan de acuerdo pero que eliminen de una vez ese poder a unos partidos independentistas que paradójicamente tienen el menor apoyo en muchos años. Dice que el derecho de las personas tiene que estar por encima del derecho a los territorios.

Feijóo ha recordado a vascos y catalanes que ellos también necesitan un presidente que no les engañe. Se considera Feijóo un presidente de fiar. Y recuerda que ellos, el PP, son además de los más votados en el Congreso, los que tienen la mayoría absoluta en el Senado, el gobierno de 12 comunidades y de dos ciudades autónomas y gobiernan en más de tres mil localidades. Un poder territorial con el que tendrán que hablar, convivir y negociar Sánchez si llega a la presidencia. 

Es cierta la acusación de Feijóo de que Sánchez no gobierna para la mitad de los españoles. Así ha sido en los últimos cinco años y, si como todo apunta se pliega a los chantajes independentistas, lo será también durante los próximos años. Pero los chantajes mandan. Y serán continuos y permanentes. Dicen los palmeros socialistas que cómo se va a criticar la amnistía si todavía no se ha producido. Cuando se produzca ya la lecha estará derramada. 

Y, según ERC, lo de la amnistía está hecho, solo faltan flecos técnicos. Pero hay más. Pere Aragonés, el presidente de la Generalitat, ha recordado hoy mismo que la amnistía no es el final de la negociación, y le avisa a Sánchez que recuerde que el referéndum va también en el paquete de trágala previo a la votación.

Esta investidura es pura melancolía. No porque Feijóo pierda o no consiga los votos. Así son las matemáticas. Es melancolía porque supondrá la derrota de la Constitución. Será el fin de la igualdad de los españoles ante la ley. La destrucción del poder judicial y sobre todo la ruptura de ese puente de consenso que ha permitido cuarenta años de democracia. Será el inicio de una legislatura basada en un permanente chantaje al gobierno español. Mucha melancolía.

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