THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Falsa dignidad

«Ayer la amnistía era impensable y hoy lo es no defenderla; hoy es impensable un referéndum y mañana lo será no defenderlo. Es un cinismo constante»

Opinión
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Falsa dignidad

Ilustración de Alejandra Svriz.

En julio de este año, el presidente del Gobierno dijo: «El independentismo pedía la amnistía y pide un referéndum de autodeterminación. No han tenido la amnistía y no hay un referéndum de autodeterminación ni lo habrá». Un par de meses después defendió la idea de la amnistía como la mejor manera de resolver el conflicto catalán. Y unas semanas después, los partidos independentistas ERC y Junts han firmado un pacto en el parlamento catalán en el que dicen que no apoyarán a ningún candidato a la presidencia del gobierno «que no se comprometa a trabajar para hacer efectivas las condiciones para la celebración del referéndum». 

El PSOE ha respondido con un comunicado que resulta poco creíble (no es sorpresa) y donde el partido se hace, de pronto y porque le conviene, el digno: defienden «el diálogo como la única forma de garantizar el progreso y la convivencia en Cataluña. Un diálogo que ha de servir para superar la división y no para profundizar en la ruptura y la discordia que tanta tensión generaron de forma estéril en Cataluña y en el resto de España. Por ese camino, no hay avance posible». De pronto, el referéndum es una línea roja, y no por convicciones sino por pura conveniencia. La investidura de Feijóo ha fracasado y el partido está coqueteando con la idea de nuevas elecciones, donde calcula que mejorará su resultado. Ya lo ha avisado Salvador Illa: los socialistas no están «en el camino de la ruptura» y «si hay que ir a elecciones, iremos». 

Traducción: puede pasar lo que sea, y el partido decidirá lo que le conviene en cada momento al candidato. Hace meses la amnistía era impensable y hoy es impensable no defenderla; hoy es impensable un referéndum y mañana será impensable no defenderlo. Es un cinismo constante. El PSOE acusa a Feijóo de hacer perder el tiempo al Rey al presentarse a una investidura fallida (realmente su acusación es mayor, lo acusa de «desleal» por su «farsa» de investidura, en un lenguaje cargado de sectarismo), como si las repeticiones electorales que ha forzado en estos años Pedro Sánchez no hayan hecho perder el tiempo al Rey y a todos los españoles; como si esas repeticiones electorales no estuvieran motivadas exclusivamente por su afán de mantenerse en el poder y de tener un poco de ventaja sobre sus adversarios. Sánchez es el presidente tacticista y demoscópico, y es ridículo que acuse de eso a su rival, cuyo mayor defecto es su ingenuidad. Es muy posible que haya nuevas elecciones pronto. La culpa no será colectiva, sino del presidente en funciones

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