Fracasa Feijóo, envida el nacionalismo
«Es momento de repetir que es el nacionalismo quien subyuga a las instituciones de todos, y no al revés»
El éxito en la segunda sesión de investidura consiste, como en la vida, en lograr más síes que noes. Y como en la vida, a veces se fracasa. Poco más de una hora después de comenzar el segundo pleno de su investidura, los números han dado la espalda a Alberto Núñez Feijóo. 172 votos a favor, 1 voto nulo y 177 votos en contra. El voto nulo ha sido cortesía de Eduard Pujol, diputado de Junts (alguien debería plantear la posibilidad de que los Casero, Sancho, Pujol y compañía formen su propio grupo parlamentario para defender sus intereses y conservar su idiosincrasia). Pese a esto, pese a los ripios de Óscar Puente y su elogio de Sánchez como ejemplo de coherencia, pese a los insultos de Abascal a Sánchez y de Teresa Jordà a los policías y a la Familia Real, pese a las bravuconerías de Oskar Matute, el pleno ha sido anodino.
De la primera sesión de investidura nos quedará la inesperada solvencia de Feijóo y la inesperada elección de Óscar Puente. Lo primero fue noticia porque el liderato del PP entró en fase líquida al calor del escrutinio del 23-J, y tras la fase líquida suele llegar la fase gaseosa. Pero Feijóo no se evaporó. Al contrario, la primera sesión de investidura le sirvió para solidificarse ante los suyos. El PSOE, por su parte, sorprendió a propios y extraños eligiendo a Puente para dar sus réplicas. Su tosquedad, sin embargo, no sorprendió a nadie. Su designación, conociendo sus maneras, es toda una declaración de intenciones: no hemos venido a hablar, sino a enfangar.
«Haríamos bien en asumir que existen dos tipos de políticos, quienes incitan la crispación y quienes contribuyen a mitigarla»
Tan llamativo como la elección de Puente me resultó la buena acogida que tuvo entre los suyos: ¡Gran acierto! ¡Ha estado perfecto! ¡Ha dicho verdades como puños! Entre esas verdades estaba señalar a José María Aznar como instigador de los atentados del 11-M. Puente acompañó, como suele, el exceso verbal con una performance igualmente excesiva, cargada de agresividad, bravatas y sorna, que fue igualmente celebrada. Haríamos bien en asumir que existen dos tipos de políticos, quienes incitan la crispación y quienes contribuyen a mitigarla. Y quienes aplauden a los primeros son igualmente responsables del clima de hostilidad que vivimos.
Pero lo más relevante no es lo que ha sucedido en el pleno del Congreso, sino lo que ha ocurrido en el Parlament de Cataluña. Allí ERC y Junts han aprobado una moción para condicionar la posible investidura de Pedro Sánchez al compromiso de avanzar hacia el referéndum. La tercera y cuarta fuerza política de Cataluña por número de votos decidiendo, una vez más, sobre el futuro de todos los españoles. Es momento de repetir que es el nacionalismo quien subyuga a las instituciones de todos, y no al revés.