La España que trabaja
«La desconexión entre la clase política y los ciudadanos se agranda por momentos, sin que nadie haga nada desde arriba para evitarlo»
«Si España se mantiene en pie, es porque hay gente buena e inteligente sosteniéndolo por abajo», me decía en una reciente entrevista la escritora Ángela Vallvey, a la vez que celebraba que nuestro país siga todavía en pie, con la cantidad de estupideces que están cometiendo quienes nos gobiernan. Es una reflexión con la que se puede o no estar de acuerdo, pero que viene refrendada por algunos de los episodios que estamos viviendo en los últimos meses, por no decir en los últimos años.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), cuyo principal objetivo debería ser tomarle el pulso a la sociedad y conocer lo que opinan los españoles sobre cuestiones que afectan a su vida diaria, hace tiempo que fue secuestrado y puesto al servicio de una causa política determinada. El partidismo y la falta de credibilidad de su presidente, José Félix Tezanos, no admiten ninguna duda. Son tan evidentes que en la última encuesta se planteó una pregunta sobre el éxito de la selección española de fútbol femenino en el Mundial disputado este verano, mientras seguimos sin conocer la opinión de los ciudadanos españoles sobre la amnistía o sobre las negociaciones de Sánchez con Puigdemont y los portavoces de Otegi en el Congreso y Senado.
Hay una España que trabaja y que madruga, para que esto no se venga abajo. Una España que contempla a los protagonistas del espectáculo con estupor y sigue a lo suyo. Una España que se echa las manos a la cabeza, pero sin perder de vista sus afanes cotidianos. La desconexión entre la clase política y los ciudadanos se agranda por momentos, sin que nadie haga nada desde arriba para evitarlo. El ínclito Tezanos debería incluir en alguna encuesta una pregunta tan sencilla como esta: ¿qué razones provocan la desconexión y el desencanto ciudadano?
«A Tezanos no le parece oportuno dar visibilidad a la reacción que provoca en la opinión pública la amnistía»
A Tezanos no le parece oportuno, en este preciso momento de la negociación pro investidura, dar visibilidad a la reacción que está provocando en la opinión pública la aprobación de una amnistía que abra las puertas a la investidura de Sánchez. La amnistía, ni mencionarla. Es mejor conocer si los españoles celebramos, como se merecía, el éxito de la selección de fútbol femenina, o dejar constancia de cómo el Partido Popular es para muchas personas un elemento de crispación en la convivencia entre españoles.
En el próximo barómetro del CIS podrían incluirse también preguntas que permitan reforzar la confianza en las instituciones y cuestiones que ayuden a mejorar la deteriorada imagen del presidente en funciones, por las diferencias con sus socios de gobierno y por el desgaste que supone tener que hacer una rectificación tras otra en la política de acercamiento a la deriva independentista catalana.
Tampoco estaría de más preguntar a los ciudadanos si les preocupa el papel que juega España en el conflicto de Israel y Palestina, la pérdida de reserva de agua en nuestros embalses, los antecedentes terroristas de Otegi o la reacción ante la posibilidad de que los ricos, como se teme Yolanda Díaz, decidan huir a otros planetas en naves espaciales.
Se me ocurren un montón de preguntas para completar el panel que elabora y cocina el gran inventor de las encuestas demoscópicas que mejoran indefectiblemente la valoración de su Gobierno y de su partido, pero no serían políticamente correctas.
Si por Tezanos fuera, la España que trabaja y madruga para mejorar sus condiciones de vida y las de su familia, debería levantarse cada día agradeciéndole a Sánchez todo lo que está haciendo.