THE OBJECTIVE
Román Cendoya

Pablo Iglesias: ser o desaparecer

«Su momento político se mueve entre escoger el frío y el riesgo de volver a la calle en solitario o quedarse disciplinadamente en Sumar siendo un cero»

Opinión
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Pablo Iglesias: ser o desaparecer

Ilustración de Alejandra Svriz.

Cuando Pedro Sánchez pensaba que estaba ya todo hecho después de conseguir el pacto con la difícil líder de Sumar, Yolanda Díaz, la negociación se vuelve complicada por el Consejo de los puretas del independentismo catalán. El Consejo de la República ha votado en un 74% bloquear la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España. Apenas han participado el 4,4% de los censados. Es lo que tienen las minorías que guardan las esencias de la realidad. Puigdemont tiene una difícil decisión. Desde Waterloo ya dijo que él no haría presidente a Pedro Sánchez porque no se fía de él. Y a lo dicho hay que añadir lo votado por su guardia pretoriana republicana. ¿Será capaz de traicionarles?

Lo de Yolanda Díaz quedó eclipsado desde el minuto uno. Lo peor es la evidencia del paripé del invento de Sumar. Ese instrumento alentado por el PSOE ha pasado a segundo plano porque las tomaduras de pelo tienen muy corto recorrido. Las medidas pactadas son las que Pedro Sánchez ha querido. Ni una mención a la amnistía o a Cataluña. Estas 230 medidas son tan poco concretas y tan faltas de detalles que convierten los votos de Sumar en una pantomima. ¿Puede ser más lerda útil la marioneta Yolanda Díaz? Yolanda políticamente suma cero porque, como ya ha explicado Podemos, no conocían nada de lo que ella ha pactado. No tiene ningún sentido político tragar todo lo que a Yolanda le obligan a firmar los creadores de su presunto proyecto.

El rimbombante «avanza España» del solemne acto —sin preguntas— celebrado en el Museo Reina Sofía es otra mentira más de Pedro Sánchez. Con ese pacto sólo avanzan Pedro Sánchez y la colocada pelota del jefe. Nada sabe Podemos y nada se sabe de Podemos. Todos los aplaudidores de la izquierda juntos arropando a sus líderes, mientras Pablo Iglesias tiene que estar refugiado detrás de un micrófono escupiendo a las redes sus consignas solitarias. ¿Aún así va a apoyar a Sánchez? Si lo hace es por lo que tienen de él.

«Entre Pedro y Yolanda chulean y ningunean a Podemos con un desprecio absoluto»

Pablo Iglesias como profesor, académicamente, siempre ha estado considerado como un bluf. Ya hemos visto cómo ha fracasado en las oposiciones a las que se ha presentado. Es evidente que Iglesias no es un hombre de teorías. Su sitio está en la acción política. En la práctica política hay que reconocerle que ha sido mucho mejor. Desde la nada absoluta se proyectó hasta vicepresidente del Gobierno. Para eso no dudó en adornar su utopía, con una coleta, una camisa de cuadros y un compromiso de barrio que saltó por los aires según se aupó hasta el poder. En su asalto al poder se quedó corto. No conquistó el sueño. Se quedó cerca. Y en su lucha por el poder real le ganó Pedro Sánchez. No porque esté más preparado sino porque, aunque no lo parezca, es mucho más macarra que Iglesias. En Sánchez todo es mentira e incumplimiento de promesas y pactos. Por eso las 230 medidas no son nada. Podían haber sido 360 o 420. Qué más da. Lo que sí son esas medidas, en fondo y forma, la prueba de que entre Pedro y Yolanda chulean y ningunean a Podemos con un desprecio absoluto.

Ahí surge, si no le tienen pillado, la oportunidad para Pablo Iglesias de recuperar el liderazgo de la izquierda en España. Y si Pablo Iglesias sigue consintiendo ese desprecio a Podemos, sólo quedará un vago recuerdo de aquella organización que dirigió un coletas que se compró un chalet de ricos con piscina en Galapagar.

Ahora es el momento político de la reivindicación y del resurgir político. Tiene la oportunidad de eliminar para siempre a su traidora heredera. Yolanda Díaz es la que apuñaló a Iglesias por la espalda, vetó a Irene Montero, su compañera y madre de sus hijos, y mandó a la nada a Ione Belarra, silenciando y apagando completamente al partido.

«Iglesias hoy tiene un botín que vale todo. Como Puigdemont. Son los que deciden si Sánchez sigue siendo presidente»

No cuentan con ellos. No consideran a Podemos. Pablo Iglesias es el que puede decidir que su organización no se siente involucrada y comprometida con el paripé organizado. Pablo Iglesias no tiene una fácil decisión. Su momento político se mueve entre escoger el frío y el riesgo de volver a la calle en solitario o quedarse disciplinadamente en Sumar siendo un cero. Convirtiéndose en nada. Pablo Iglesias no debe equivocarse. Su tiempo político es ahora. Como el de Puigdemont.

Pablo Iglesias hoy tiene un botín que vale todo. Como Puigdemont. Son los que deciden si Sánchez sigue siendo presidente. Si le apoyan gana Sánchez y pierden ellos. Si no le apoyan hay elecciones e inician su nuevo proyecto.

Podemos no puede hacer ahora, desde Sumar, a Sánchez presidente y pensar que para las elecciones europeas puede concurrir en solitario con Irene Montero de cabeza de lista, para conseguir el escaño y revivir la historia. Eso no es verdad. Es una trampa en el solitario. Es un autoengaño similar al que se están haciendo todos aquellos que firmen lo que sea con Sánchez.

Pablo Iglesias tiene la oportunidad de matar a la traidora de Yolanda Díaz. Ella sólo sirve y tiene futuro político mientras entregue todo lo que teóricamente aglutina y representa al PSOE de Pedro Sánchez. En esa bandeja está Podemos. Pablo Iglesias es el que puede reposicionar su obra haciendo valer lo que tiene. Unos escaños y mucho más peso político que la marioneta de Sumar. Apenas tiene tiempo para tan decisiva decisión.

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