Parejas pariguales
«Dicen que Sánchez se mueve en ‘el principio de ambigüedad’, el único que le permite las carambolas que abandonan la socialdemocracia a favor del ‘pedrismo’»
Voy a hablar de un presidente y una vicepresidenta. De dos mejor. En muchas cosas lejanos -geografía aparte- y en otras extraña y alarmantemente parangonables. Gustavo Petro, presidente de Colombia desde agosto de 2022 y su vicepresidenta afrodescendiente Francia Márquez. Al lado, Pedro Sánchez presidente de España desde 2019 (¡quién lo hubiera dicho!) y su actual vicepresidenta Yolanda Díaz. Algo los acerca la edad, Petro 63 años, Márquez 41 y Sánchez 51 y Díaz 52. Pero lo que a los cuatro une es su origen en una izquierda más o menos comunista (Sánchez sería la excepción, socialdemócrata de amplias tragaderas) y su actualidad confusa -propia del juego populista- y el hecho de ser muy cuestionados por amplios sectores de sus países. Y algo más, la propensión de tres al discurso onírico.
Francia Márquez fue una militante ecologista y a favor de los derechos de los afrocolombianos (más derechos, porque ya tenían) y, por supuesto, siempre a favor de los desheredados, pero en eso casi todos los partidos dicen coincidir. Los resultados ya son otro tema. Petro, de familia humilde y padre de lejano origen en emigrantes italianos, tienen más «curriculum» político. Ha sido senador de la República y alcalde de Bogotá, aunque depuesto por presiones opositoras en 2016. Claro que su problema base es haber sido en su juventud miembro de un grupo guerrillero armado, el M-19. Petro se sitúa hoy con la izquierda populista, cuyo ideario esencial es confuso, pero que no ve mal dictaduras como la de Cuba o la de Maduro en Venezuela.
Francia Márquez parece haber sido más activa en su época opositora que hoy como vicepresidenta que usa de continuo su helicóptero. El helicóptero de Márquez (al parecer usado mucho más de lo debido) recuerda al Falcon español, que usan presidente y vicepresidenta, y que desde luego para eso está, aunque el problema -como en Colombia- sean los límites a veces no estrictamente estatales de tal uso.
«Acaso Francia Márquez habla en metáfora y aprender suajili no sea sino la primera lección para entender a Sánchez»
Yolanda Díaz ha coqueteado con el nacionalismo gallego y ha sido comunista de IU para romper y terminar en Unidas Podemos y romper de nuevo y ahora Sumar, mucho baile en un salón pequeño. Como Márquez, Díaz también ha cambiado de aspecto y no sólo de color de pelo. Ambas (en diferentes estilos) han abandonado la moda progre y sus panas de antaño, para vestir como damitas burguesas. ¿Qué hubiese dicho Pasionaria? Son de izquierdas, pero les gusta el poder adquisitivo, pues ante la omnipotencia del «quiero dinero», ya no hay izquierdas ni derechas.
Gustavo Petro, dado a discursos alucinógenos, dijo en la ONU (se fueron muchos países) que la cocaína es mejor que el petróleo, menos dañina. Pero la incomprensible frase final fue mejor: «Ahora el virus humano debe expandirse por las estrellas». Claro que nuestra Yolanda mejoró esa ciencia ficción, al declarar que los oligarcas del mundo tienen un cohete preparado y acondicionado para irse a otro planeta (¿cuál?) en caso de catástrofe… Algo alucinante en una mujer con poder estatal.
Pedro Sánchez, que debía ser un socialdemócrata, pero a estas alturas no sabemos bien, no es culto desde luego (cultura ninguno de los cuatro), pero hace encaje de bolillos para quitarse de encima Podemos -un tábano muy incordio- y habrá que ver dónde llega con Díaz. Francia Márquez que visitó el África de sus ancestros -no los puede ubicar con exactitud- volvió proponiendo que en Colombia se abran academias para aprender suajili, porque es raíz y no el inglés. Algo de razón tiene.
Pedro Sánchez no delira, aunque a ratos le gusta parecer un gran líder europeo, a no ser que su bandada de socios le estropee el juego. Tal vez si Sánchez hubiese tenido una mayoría muy holgada lo entenderíamos mejor. Pero su ambición egomaníaca le lleva por trochas malas. Ahora aprovechará -dicen- lo mediático de la jura de la Constitución por la princesa Leonor, mientras hace sus arreglos con un minoritario Puigdemont et alii, que es como poner dinamita a la Constitución que la princesa jura.
Dicen que Sánchez se mueve en «el principio de ambigüedad». Obvio. Es el único que le permite sus peligrosas carambolas que abandonan la socialdemocracia a favor del «pedrismo» o sea, yo, mí, me, conmigo… Ningún cabal líder europeísta habría hecho los manejos y triquiñuelas de Sánchez, que dice construir mientras rompe. Pero, ¿es amigo de Petro? No se sabe. A Petro y a Márquez los adora y visita Podemos, el fantasmático Rodríguez Zapatero y claro Yolanda… Esos que nunca debieron formar con Sánchez. Pero el afán de Poder es más fuerte, tanto que pacta para gobernar su país con los que quieren -y odio hay- deshacer ese mismo país. Acaso Francia Márquez habla en metáfora y aprender suajili no sea sino la primera lección para entender a Sánchez. Tan fácil, si lo miras.