Un Quijote libertario para salvar Argentina
«El anarcocapitalista Milei deberá moderar su discurso, luchar contra la corrupción y respetar la ley tal y como prometió tras su victoria»
Ilustración de Alejandra Svriz.
Acabar con el peronismo o convertirse en su epítome. Esa podría ser la disyuntiva de Javier Milei en Argentina. En una sociedad deprimida y destrozada emocionalmente como la argentina, la victoria del «peluca» ha inyectado una fuerte dosis de ilusión en la población.
Tras 20 años de destrucción económica del país, con un nivel de pobreza brutal más cercano a la hambruna subsahariana que al mileurismo europeo, Argentina dijo basta a la corrupción política del peronismo kirchnerista. Como dice el consultor político argentino, Joaquín Mirkin, asumir la presidencia de Argentina no es para alguien normal. Milei simboliza el cambio de forma salvaje, pero era la única manera de romper con el statu quo kirchnerista.
La personalidad compleja del anarcocapitalista, con una infancia en la que sufrió de malos tratos y se refugió en su hermana Karina, con su chupa de cuero rockera, su pelo desaliñado, patillas salvajes, mirada intensa y exabruptos constantes contra la izquierda; le ha convertido en un outsider aclamado por los más jóvenes y catapultado a la presidencia, como Trump en su día, tanto por sus fans como por sus detractores mediáticos.
Milei es un auténtico líder pop al que los medios aman u odian, pero no deja indiferente a nadie. El líder de La Libertad Avanza es un filón para las audiencias televisivas. Practica el sexo tántrico, habla con su perro muerto a través de un médium y tiene un romance con la actriz que parodia a la expresidenta Cristina Fernández.
«No ha contado con el apoyo de grupos económicos, pero sí con un ejército adolescente dispuesto a viralizar sus locuras»
En dos años ha pasado de los platós de televisión al despacho de la Casa Rosada. Llegar a ser presidente de Argentina sin el aparato de propaganda del peronismo no parece tarea fácil. Su imagen fascina a los más jóvenes que han sido gran parte de su éxito. Sin apenas recursos económicos, el «loco» no ha contado con el apoyo de grandes grupos económicos o mediáticos, pero sí con un ejército adolescente dispuesto a viralizar todas sus locuras en las redes sociales. Si otros políticos pop alcanzaron la presidencia utilizando Facebook o Instagram, el libertario argentino no iba a ser menos, pero ahora a través de TikTok. Sus extravagancias alcanzaron a millones de personas sin gasto ninguno. La campaña digital de sus Fuerzas del cielo, jóvenes seguidores de menos de 30 años que le apoyaron en el mundo virtual, le ayudaron a hacer llegar su mensaje de manera simple a través de videos breves a audiencias masivas. Las redes también le permiten comunicar directamente con la ciudadanía sin necesidad del filtro de la prensa.
Sin embargo, como bien saben políticos como Pablo Iglesias una cosa son las redes y las tertulias y otra muy distinta es la gestión de gobierno. Milei, que también se ha mostrado implacable con la casta, debe sacar al país del abismo de manera rápida. El gradualismo no sirve en Argentina, porque el peronismo le va a esperar en las calles. Como buen pragmático, el nuevo presidente deberá apoyarse en los cuadros del centro derecha para gobernar, es decir, en parte de la casta que tanto ha denostado; y deberá hacerlo de manera solvente.
Al igual que ha levantado grandes expectativas, se le van a exigir resultados económicos, estabilizar la moneda, reducir la inflación, aumentar las exportaciones y crear riqueza, a la vez que mantiene el gasto social. Al ser el primer libertario en alcanzar una presidencia, su éxito o fracaso será mirado con lupa en el resto del mundo, también sus contradicciones, que ya las hay y muchas. Milei ha vencido al discurso del miedo durante la campaña, pero ahora deberá hacerlo frente a aquellos que, como Pedro Sánchez, le acusan de delirante. Argentina entra en una dimensión desconocida buscando la cordura con un Quijote libertario.
