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Javier del Castillo

Será por ministerios

«No tiene explicación razonable que la mesa del Consejo de Ministros y Ministras se les haya quedado pequeña. Salvo que se quiera primar la cantidad a la calidad»

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Será por ministerios

Equipo de ministros de Sánchez. | Europa Press

Con un montón de competencias transferidas a las comunidades autónomas y ateniéndonos al principio de ejemplaridad y de austeridad que aconseja la imparable deuda pública, no tiene explicación razonable que la mesa del Consejo de Ministros y Ministras se les haya quedado pequeña. Salvo que se quiera primar la cantidad frente a la calidad. O la necesidad de poner ministerios donde antes sólo existían secretarías de Estado o direcciones generales.

Como ocurre con los premios y reconocimientos que se reparten de manera generosa y multitudinaria, la abundancia de ministerios – muchos de ellos hechos a medida de los socios de gobierno de ahora y de antes – va en detrimento del prestigio y la credibilidad de los agraciados. Lo acabamos de ver en la pasada legislatura. Algunos de los ministros cesados hace unos días ni tan siquiera sabíamos de su existencia. Si, realmente, buscaban el anonimato, lo han conseguido. Prueba superada. 

El premio de los ministerios – algo devaluado – tampoco está bien repartido. Los hay de primera y de segunda. Con importantes competencias en la actual coyuntura y con apenas cometidos. Mientras que Félix Bolaños acapara en la misma cartera Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes, otros tienen que conformarse con ministerios de perfil bajo, sin apenas presupuesto y con escasa presencia mediática. Son, por decirlo de alguna manera, los ministerios de quita y pon. De circunstancias. Primero se crea el órgano, para colocar al ministro o ministra respectivo que no sabíamos dónde colocarlo, y luego se define la función que llevará a cabo el seleccionado.

El ejemplo lo tenemos con el Ministerio de Juventud e Infancia. Es evidente que la juventud y la infancia requieren una mayor atención. Incluso hasta queda bien el nombre. Otra cosa muy distinta es que se necesite un ministerio para afrontar cuestiones variopintas, que son ahora competencia de las administraciones autonómicas y locales. 

«Algunos de los ministros cesados hace unos días ni tan siquiera sabíamos de su existencia. Si, realmente, buscaban el anonimato, lo han conseguido»

Los retos de la nueva ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, son inabarcables. Tenemos el paro juvenil más alto de la OCDE, un 27,4%; la pobreza infantil es también una seria amenaza, con un 32,2% de niños y niñas en riesgo de sufrirla; como también es un problema el creciente abandono escolar y la violencia. A la vista de este panorama, sin entrar en otros detalles, sería injusto oponerse a la necesidad de prestar muchos más medios y recursos humanos para combatir esta realidad tan sangrante.

Pero, de momento, lo único que sabemos es que el Ministerio de Juventud e Infancia absorberá el Instituto de la Juventud y que fichará nuevos asesores de Sumar. El resto de las competencias tendrán que ir definiéndose sobre la marcha, una vez que se lleven a cabo algunas transferencias que no están nada claras.

Lo que sí está claro es la intención de que ese Ministerio de Juventud e Infancia sea una plataforma y una herramienta más del engranaje propagandístico del nuevo gobierno, con las correspondientes campañas de prestaciones, ayudas, cheques y subvenciones a los jóvenes que ni tienen trabajo, ni confían en tenerlo. O que lo tienen en condiciones tan precarias que no les permite emanciparse, porque no disponen de poder adquisitivo para alquilar o comprar una vivienda.

El Ministerio de Juventud e Infancia, como lo sería – si un día los asesores de Sánchez lo consideran interesante – el de la Felicidad y la Concordia, más parece una ocurrencia que un proyecto seriamente trabajado y estudiado para resolver los problemas de las nuevas generaciones a medio y largo plazo.

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