El necesario rigor de los datos
«El INE debe mantener su sagrada y esencial independencia y el Gobierno no puede tener la tentación de tratar de convertirlo en su CIS estadístico»
La estadística es una ciencia esencial para poder tomar decisiones en el día a día y ver los efectos que éstas producen, sus posibles desviaciones y correcciones a realizar. Especialmente importante son todas las estadísticas oficiales que miden la actividad económica y el mercado de trabajo.
Por eso, es vital que los organismos estadísticos sean completamente pulcros e independientes en su labor, de manera que no se produzcan filtraciones, en primer lugar, y, en segundo lugar, que los datos obedezcan al máximo rigor técnico. Es decir, puede haber equivocaciones, pero no manipulación si lo que se quiere es contar con una estadística fiable y comparable en el contexto nacional e internacional.
Las revisiones de algunos de sus indicadores son normales y habituales, conforme se va contando con una información más fina que permite ajustar dichos indicadores, para que estos últimos den la imagen más real de la evolución de la magnitud medida. De esta manera, en la contabilidad nacional la revisión es un hecho normal que sucede durante un período de alrededor de cuatro años, que comienza con el avance del PIB en contabilidad nacional trimestral, continúa con los principales resultados, le sigue la publicación de los principales agregados de la contabilidad nacional, y así sucesivamente hasta que el dato se asienta y se pueden construir de manera perfecta el marco input-output del ejercicio en cuestión, al cabo, como digo, de alrededor de cuatro años.
Por tanto, nada que objetar a que se produzcan revisiones al respecto, que es normal. Ahora bien, esas revisiones buscan mejorar el dato conforme se cuenta con un mayor número de indicadores para poder ajustarlo, pero la revisión es una mejora del dato, hacia arriba o hacia abajo, en términos de exactitud, pero sobre la base de un dato inicial calculado también de manera muy escrupulosa y técnica y que, por tanto, estará siempre bastante cerca del dato definitivo. Es decir, es normal que, por ejemplo, en el dato del PIB que arroja la contabilidad nacional, pueda producirse una modificación al alza o a la baja, de unas décimas, difícilmente más allá del medio punto, muy complicado que llegue al punto, pero, desde luego, de esa magnitud máxima. Una revisión mayor supondría o que el dato inicial estaba pésimamente calculado o que la revisión puede adolecer de criterios técnicos. En ambos casos, el problema sería grave: en el primero, de pericia técnica; en el segundo, de independencia.
«Es escandaloso es que el Gobierno diga que no puede ofrecer la cifra de los fijos-discontinuos»
Pues bien, de un tiempo a esta parte, el Gobierno parece también obsesionado por controlar los datos o, al menos, influir sobre ellos, con declaraciones y actuaciones que no son especialmente estéticas, rompiendo, incluso, en ocasiones, la posibilidad de realizar comparaciones en la serie histórica, como sucede con los datos de paro registrado al haberse convertido casi todos los temporales en fijos-discontinuos, de manera que cuando no están activados no sabemos cuántos de ellos estarían desempleados porque el ministerio no termina de dar esa cifra, más allá de alrededor de 500.000 personas en una respuesta que los servicios técnicos del ministerio dieron ante una pregunta parlamentaria del PP.
- Esa práctica con los datos es peligrosa, porque puede restar credibilidad a la economía, cosa nada positiva. El hecho más clamoroso es el dato de fijos-discontinuos, como comentaba:
- Por un lado, fuerzan la conversión de temporales en indefinidos para hacer ver que se incrementa el empleo de calidad, cuando sucede lo contrario.
- Además, de esa forma se eliminan de las listas del paro a los fijos-discontinuos en su período de inactividad.
- Y más escandaloso es que el Gobierno diga que no puede ofrecer la cifra de los que se encuentran en esa situación, cuando tiene todos los elementos de cruce necesarios para ello, ya que en afiliación a la Seguridad Social sí que los tienen que dar de baja. El cruce debería permitir obtener el dato.
- En cuanto a la contabilidad nacional trimestral, se detecta una variación en las revisiones mayor de lo habituales:
- La modificación de casi un punto del dato de 2021 (0,9 puntos) se sale fuera de lo habitual, en el límite de lo aceptable…
- …que es de 1,4 puntos desde el primer dato de avance que se publicó de dicho año.
- Eso eleva también el PIB nominal enormemente, que mitiga la deuda sobre el PIB en unas décimas de manera artificial, mientras sigue incrementándose en valores absolutos.
- El dato del IITR lo revisaron una décima al alza en septiembre y, un mes más tarde, vuelven a revisarlo a la baja cuando se publica el dato del IIITR, elemento que permite impulsar hacia arriba, por efecto estadístico, el crecimiento trimestral e interanual del IIITR.
- En cuanto al IPC, el cambio metodológico aplicado siguiendo directrices de Eurostat es ortodoxo, pero no es lo más conveniente el hecho de que no se haya ofrecido una comparación con los mismos criterios de la serie anterior, que vuelve incomparables los datos.
- En cuanto al saldo presupuestario, la cifra de déficit de 2022 ha presentado, según la IGAE, una desviación de alrededor de 1.000 millones de euros. No es una cantidad significativa, pero a estas alturas del año sí que muestra un cierto descontrol sobre las cuentas públicas a la hora de aquilatar la información.
- Adicionalmente, el Gobierno va a cambiar ahora la forma de imputar la inversión extranjera recibida, obligando a marcar una casilla que determine dónde prevén realizar la inversión, que romperá la comparación con la serie histórica, un hecho que alguien podría decir que puede pretender desdibujar el buen desempeño económico de la región que recibe la mayor parte de las mismas, simplemente porque no gobiernan en ella.
- Todo eso, junto con la destitución en forma de dimisión forzada, en su día, del presidente del INE genera una elevada inquietud.
- Con todo ello, el Gobierno perjudica a la investigación y el análisis, pues no se puede realizar el seguimiento de una serie histórica, como la de paro o la del IPC; generan incertidumbre, pues la variabilidad de las revisiones son extraordinariamente elevadas; y generan inseguridad jurídica, porque siembran dudas sobre la independencia de los organismos que han de velar por la fiabilidad de los datos, independencia que ha de ser sagrada.
«Nos jugamos el prestigio estadístico de casi dos siglos»
El INE es un organismo muy serio y no puede dejar que haya ni una sombra de duda sobre los datos que ofrece. Nos jugamos el prestigio estadístico de casi dos siglos -desde el primer antecedente del INE, la Comisión de Estadística del Reino, creada bajo el reinado de Isabel II, el 3 de noviembre del 1856- y el rigor de las cifras, y el Gobierno debe comprender que la independencia estadística es, como digo, sagrada y que no se debe producir ni intromisión ni pérdida de comparación -como por ejemplo ha sucedido en el paro registrado al no conseguir todavía el Ministerio de Trabajo publicar cuántos fijos discontinuos están en período de inactividad y no engrosan las listas del paro registrado-.
También es positivo que entienda que no se puede deslizar ningún detalle de ninguna publicación hasta el momento en el que se publique oficialmente. El INE debe mantener su sagrada y esencial independencia y el Gobierno no puede tener la tentación de tratar de convertirlo en su CIS estadístico. Estoy seguro de que el INE, sus directivos y profesionales velarán por el mantenimiento de esa independencia, pero no está de más advertir de los riesgos que cambios abruptos y no explicados en los indicadores pueden tener para el prestigio, la credibilidad y la confianza en los organismos estadísticos.
Confío en que la independencia estadística de estos casi dos siglos se mantenga y que cualquier cambio que se produzca se explique detalladamente, con toda base técnica y que permita la comparación homogénea de las series. Seguro que así será, porque lo contrario sería gravísimo.