THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Todos contra la Constitución

«La reunión en Ginebra con los golpistas prófugos de 2017 es simbólica. Significa que las instituciones constitucionales no sirven para resolver problemas»

Opinión
42 comentarios
Todos contra la Constitución

Ilustración de Alejandra Svriz.

Los amigos de Sánchez han conseguido que el debate principal sea si la Constitución ha caducado, o si merece la pena. Lo hacen a través de las palabras y de los hechos. Niegan la validez de su artículo segundo, de la ordenación autonómica y de la monarquía parlamentaria, al tiempo que trabajan para vaciarla de contenido. En esto tienen al PSOE como gran aliado, que justifica sus decisiones políticas haciendo una interpretación sesgada y torticera del texto. La triste consecuencia es que si es constitucional todo aquello que Sánchez necesite para gobernar, aunque no se ajuste a la ley y haya que deslegitimar al poder judicial, es que la Constitución no existe como concepto. 

Recordemos que dicho texto es instrumental, no un libro sagrado, y que admite su reforma o vivir contra ella. El PSOE podría haberse presentado a las elecciones del 23-J con la promesa firme y resuelta de violar la Constitución día y noche, o con una propuesta de reforma constitucional, a lo bolivariano, para asentar su gobierno exclusivo o la colonización del Estado. De esta manera los ciudadanos hubieran sabido a qué atenerse. Pero no hizo ni una cosa ni otra. Sánchez y solo él, porque el PSOE es un gigante hueco, decidió proseguir el debilitamiento del sistema constitucional a medida que las exigencias nacionalistas han ido llegando a Moncloa

Sánchez cree que puede ir violando la Constitución porque al final los españoles acaban tragando. Lo ha dicho en una entrevista en la cadena Ser. Todo lo que ha emprendido, afirmó, ha sobrevivido a las protestas y, al final, la oposición se ha beneficiado de su magnanimidad visionaria. Así pasó con los indultos, una solución de la que ahora disfrutamos todos porque, como ha declarado en el masaje radiofónico, Cataluña y España viven más tranquilas. Pudo mentir más, pero no había más tiempo.

Lo dijo con el descaro del que se sabe impune y ve impotente a la oposición. La dureza de Feijóo contra Sánchez, al que califica con palabras tan gruesas como ciertas, la firmeza de sus postulados defensivos, y las manifestaciones callejeras organizadas por el PP, contrasta con la tímida subida en las encuestas. Sorprende que en el mayor pulso a la democracia desde 1981 la oposición no despegue. Esto puede significar una de estas dos cosas, que no son excluyentes. O los españoles estamos echados a perder para un sistema democrático y aceptamos que se pisotee el Estado de derecho, o los populares y Vox no dan para más. 

«El presidente es hoy el primer enemigo de la Constitución. No quiere más que acumular poder para gobernar a su antojo»

A los españoles empieza a importarles poco la Constitución, salvo a la oposición, y el PSOE lo sabe. La Carta Magna comienza a ser como la sardina del entierro. No importa cuántas actividades dignificantes haga Sánchez en la celebración de la Constitución, porque el número de actos indignantes contra el texto son numerosos. Así, mientras el presidente mantiene la fachada del edificio, por dentro está demoliendo paredes y escaleras. Cuando ya solo queden las vigas la casa será inhabitable. 

La demolición no se está haciendo a escondidas. La reunión en Ginebra con los golpistas prófugos de 2017 es simbólica. Significa que las instituciones constitucionales no sirven para resolver problemas. Sánchez ha bendecido esa maniobra y lo ha hecho con alegría. El presidente es hoy el primer enemigo de la Constitución. No quiere más que acumular poder para gobernar a su antojo. 

De hecho, Sánchez ha denunciado en la Ser que el PP no quiere renovar el CGPJ porque hace lawfare, cuando dicha institución no tramita procedimientos judiciales ni emite sentencias, por lo que es imposible que tenga un papel político contra los nacionalistas. Son argumentos falaces para forzar la renovación del CGPJ, controlar así la judicatura y ponerla a su servicio.

Toda Constitución se puede reformar o sustituir, pero violarla y decir que ha sido por amor es feo. Si el Gobierno, PSOE, Sumar y otros grupos políticos creen que el texto de 1978 está en ruinas, al menos sería deseable la transparencia y la sinceridad. Lo que es indigno es que no lo digan porque todavía la Constitución es útil a sus intereses particulares para ir avanzando hacia una ruptura que les beneficie. Porque si hoy se abriera un proceso constituyente basado en la nación soberana, no en particularismos arcaicos, como quiere Sánchez, no están tan convencidos de que el tablero quedara a su favor. Y a estos no les interesa la libertad ni la democracia, solo estar en el poder.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D