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El comisario Gracia, los intelectuales y la Constitución

«El principal mérito de Jordi Gracia es haberse prestado a ejercer de comisario político de un periódico que se ha convertido desde 2018 en el vocero de Sánchez»

Opinión

Ilustración de Alejandra Svriz.

  • Escritor. Su último libro es ‘Aly Herscovitz. Cenizas en la vida europea de Josep Pla’ (Athenaica, 2023).

Se cumplen hoy nueve lustros de la aprobación en referéndum de la Constitución. Nueve lustros, o sea, 45 años. La precisión es pertinente, dado que nuestro flamante ministro de Cultura, Ernest Urtasun, considera que medio lustro equivale a un cuarto de siglo, con lo que, si por él fuera, nueve lustros serían cuatro siglos y medio. Y hasta ahí podíamos llegar. Como semejante afirmación se materializó en un tuit y Urtasun debe de tener quien se los escribe por más que él los firme, cabría exculparlo y desear, por el bien de la cultura española, ya muy maltrecha, que el ministro haya tomado medidas y contratado a otro escribidor. Del mismo modo que cabría exculpar a Francina Armengol, la incomparable presidenta del Congreso, y animarla a tomar las mismas medidas con su respectivo escribidor, por haber afirmado en otro tuit que el vascuence es «una lengua con unas curiosidades que la hacen muy especial».

Pero volvamos a la Constitución. Como bien saben, desde la aparición de Rodríguez Zapatero en el tablero político español y su relativista trato con la verdad y el Estado de derecho la Constitución ha estado sometida a un forcejeo constante por parte de quienes se han propuesto sobrepasarla, eludirla o directamente impugnarla. El Tribunal Constitucional, por tanto, ha tenido también desde entonces mucha más tarea de la acostumbrada. Para eso está, dirán ustedes. Sin duda.

Pero, más allá del sentido de sus resoluciones, resulta significativo que la presión a la que se ha visto sometido haya tenido que ver la mayoría de las veces con iniciativas legislativas promovidas en primera instancia por separatismos y populismos de izquierda. De ahí se ha seguido, de forma cada vez más nítida, la consolidación de dos bloques: el de quienes la defienden a machamartillo y el de quienes la martillean sin cesar con el propósito manifiesto de llegar, tarde o temprano, a sustituirla por otra lo más alejada posible de las vigentes en el mundo occidental —una sustitución, sobra indicarlo, que conllevaría el trueque de nuestra Monarquía constitucional por una República de muy difusos y oscuros contornos—.

«Según Gracia, la causa de la ‘deriva conservadora’ de los intelectuales no sería la edad, sino su alejamiento del poder»

El pasado domingo la edición digital de El País traía un artículo de Jordi Gracia, exsubdirector de Opinión del diario y actual adjunto a su directora, que se anunciaba como un anticipo del número de diciembre de la revista Tinta Libre, de la que Gracia es también codirector. El artículo, titulado «No es la edad, es el poder» y del que se hizo eco con agudeza aquí mismo Ricardo Cayuela, consiste, por decirlo pronto, en un alegato contra algunos de los intelectuales que han colaborado durante lustros (no los de Urtasun, por supuesto) con el propio periódico —y que en algún caso, como los de Fernando Savater, principal blanco de los denuestos del articulista, y Félix de Azúa, colaboran todavía— y a los que acusa de haber entrado en una «deriva netamente conservadora» por permitirse criticar, sin medias tintas, el Gobierno de Pedro Sánchez y sus políticas. Según Gracia, la causa de la deriva no sería la edad de todos ellos, sino el alejamiento del poder, que ha pasado a otras manos —entre otras a las suyas, por cierto, aunque esto se le haya olvidado mencionarlo al autor de la catilinaria—.

El principal mérito de Gracia no es, como en el caso de aquellos a quienes critica, su excelencia intelectual —excelencia que comporta, según sostenía hace cerca de un siglo Julien Benda, «la defensa de los valores eternos y desinteresados, como la justicia y la razón»—, sino el haberse prestado a ejercer de comisario político de un medio de comunicación escrito —el más influyente de España— que se ha convertido desde 2018 en el vocero de Pedro Sánchez y en el defensor incondicional de sus espurios intereses.

Para comprobar el alcance de la invectiva sañosa operada por el comisario Gracia, lo mejor es leer el artículo de cabo a cabo. Pero ya que conmemoramos hoy los 45 años de la Constitución, máximo epítome de nuestra Transición política, permítanme entresacar del texto la consideración que le merece a su autor la postura de esos intelectuales ante la impugnación del periodo que permitió a los españoles transitar de una dictadura a una democracia: «Se sintieron muchos de ellos agredidos y ofendidos con el cuestionamiento del relato beato y triunfal de la Transición que apadrinó Podemos de forma simplista y maniquea, sin digerir algunos de los sabios de la tribu que todo relato triunfal es falso por definición, y también lo es el de la Transición». De qué lado estaba ya entonces el comisario Gracia, salta a la vista.

Y, en fin, no hace falta añadir, supongo, que ningún comisario político ha aceptado jamás que un intelectual deje de ser compañero de viaje del partido para poder seguir siendo, simplemente, un intelectual.

10 comentarios
  1. Gorkataplines

    Hace poco dejé un comentario en un artículo de Savater en el que decía que qué pena da ya este país y qué pena da El País. No me extraña que el Sr. Gracia ejerza de mamporrero -de algo tiene que vivir el pobre y también para vivir de mamporrero hay que ponerse a la cola-, pero sí que Savater siga escribiendo en la hoja parroquial del partido exsocialista exopbrero exespañol. Aunque por otra parte creo que es mejor que don Fernando espere a que le echen ellos si tienen lo que hay que tener, porque la foto que se harán ese día será de cuerpo entero.

  2. Pepecola

    Tié caber gente pató. Dime a quien señalas y te diré de qué pie cojeas. El señor Desgracia quiere aumentar su popularidad de sargento chusquero de la Stasi ultrarrancia propinando pellizcos de monja a los disidentes y desafectos del regimen sanchista desde su tribuna de mamporrero en el diario global que está a punto de irse al pedo financiero.
    No les queda más remedio que hacer de mamporreros de nacionalistas irredentos y de lazis carlistones decimonónicos y ultrarrancios para ver si pillan algo en el sorteo de cargos de los ministerios con poco contenido pero muy bien dotados económicamente. Llámame pelota ruin y rastrero pero dame bocatas de chopped y becas para tirarme a la Bartola escribiendo siempre el mismo puñetero artículo o columna como vienen haciendo intelectuales de talla XS que se repiten desde hace 20 años con las mismas idioteces erre que erre, como el ínclito lazi don Josep Ramón edad, pelota primero del chavismo más pelotudo, y don Ignatius Sánchez mirando pa Cuenca, que escribe sus columnas con motosierra, y siempre la misma cuando el autócrata entra en barrena. En fin, un plantel de intelectuales plastas a la violeta que dan pena y muchas ganas de llorar.

  3. Guicciardo

    Cuando el populismo se instala en el poder y reparte a los suyos carnet que certifica pertenecer a la cultura oficial excluyendo a quienes no le siguen, nada mas natural que mostrar oposicion al regimen. En España faltan contrapoderes para compensar la fuerza absoluta del oficialismo en la cultura, en los medios y en tantas otras cosas

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