Impunidad tras el muro
«Sánchez modifica el Código Penal para que los que están en su lado del muro puedan agredir con impunidad progresista a los que coloca al otro lado»
Una persona tóxica es aquella que, según el Diccionario de la lengua española, «tiene una influencia nociva o perniciosa sobre alguien». En el ejercicio de la política la toxicidad, además de afectar a las personas, contamina a las leyes e instituciones.
El Gobierno montado por el mentiroso derrotado Pedro Sánchez está construido desde la toxicidad y el odio. Él definió su Gobierno como «un muro frente a la agenda reaccionaria que representan las derechas retrógradas». El muro de Sánchez rompe al Estado y divide a la sociedad. Antes de que llegue el sorteo de Navidad, a la mayoría de los españoles nos ha tocado la lamentable lotería legislativa del Gobierno. Modifica el Código Penal para que los que están en su lado del muro: feministas, sindicalistas, migrantes, comunidad LGTBI y, por supuesto, socialistas, comunistas, terroristas, golpistas e independentistas, puedan agredir con impunidad progresista a los que Sánchez coloca al otro lado. A por los otros es la forma que tiene Sánchez de perseverar en la ruptura de la sociedad.
El Gobierno dice una cosa y todos sabemos que es mentira. Que es exactamente la contraria. Sánchez Pérez-Castejón dice que cambia el Código Penal para defender la libertad de expresión consagrada en el artículo 20 de la Constitución. Lo que hace es levantar la veda del insulto, la descalificación y la ofensa contra todo aquello que no esté en el lado del muro Frankenstein plus.
Para Pedro Sánchez es fundamental que se pueda insultar, calumniar e injuriar a la Corona, tanto en el ejercicio de sus funciones como a la propia institución. Por supuesto hay que abrir la veda a los insultos y vejaciones a España, sus Comunidades Autónomas —las españolas— y cualquiera de sus símbolos empezando por la bandera y siguiendo por el himno. Nazionalistas catalanes y vascos —radicales violentos sin civilizar— ya pueden ir a las finales de la Copa del Rey de España a montar sus akelarres impunemente gracias a Sánchez.
«Hay que machacar los poderes democráticos que aplican las leyes contra golpistas. Sánchez es así»
Por supuesto, también se elimina el delito de injurias y calumnias graves contra el Gobierno, el Consejo del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo, o los Consejos de Gobierno y Tribunales Superiores de Justicia de las CC.AA. En un acto de fomento de la violencia —esa que los nazionalistas catalanes y vascos manejan con demostrada rudeza— se despenaliza el uso de la violencia que impida a los miembros de los órganos, a los que se puede insultar y calumniar, acudir a sus reuniones. Hay que machacar los poderes democráticos que juzgan y aplican las leyes contra golpistas e independentistas. Sánchez es así.
Si usted forma parte del grupo de los católicos prepárese para soportar todo tipo de vejaciones, atropellos e insultos contra los creyentes, dogmas y símbolos. Sánchez despenaliza toda ofensa, escarnio o vejación pública contra cualquier confesión religiosa, sus ritos, sus creencias y sus ceremonias. Ése es el concepto de libertad del Mentira Firme.
Y para mayor gravedad también se elimina cualquier tipificación sobre el enaltecimiento y justificación pública del terrorismo, de aquellos que hayan participado en actos terroristas, homenajes y cualquier actividad o manifestación que humillen a las víctimas. Barra libre para los homenajes, irrintzis sanguinolentos y gora ETAs, así como a incorporar en las listas candidatos con delitos de sangre. Así es Pedro Sánchez toxicidad totalitaria que él y los suyos llaman progresismo. Mentira.
Por supuesto, ni una broma sobre feminismo, sindicalistas, migrantes, cualquier variante del colectivo sopa de letras, comunidad LGTBI, y por supuesto, socialistas, comunistas, terroristas, golpistas e independentistas o cualquier elemento que forme parte de la mitificada república. Para eso está la Ley de la Memoria Histórica y Democrática. Para impedir la libertad de expresión sobre épocas pasadas.
«Sánchez, en su toxicidad, decide a qué se le aplica la presunta libertad de expresión y a qué no»
El muy fascista Pedro Sánchez, en su toxicidad, decide a qué se le aplica la presunta libertad de expresión y a qué no. Es lo que tienen las personalidades tóxicas que van minando la libertad y la igualdad en las naciones y las sociedades.
El totalitarismo comunista que practica el gobierno retrata a sus socios. El muy catolicón PNV, el de «Dios y la ley vieja», apoya que se pueda hacer todo esto. Allá ellos. Pero para lavar su conciencia laxa han pedido todo tipo de informes a la sección penal de la comisión de codificación y a cuanto experto se les ocurra para que la reforma del Código Penal se haga con todas las garantías. Tenían que haber dicho con todas las bendiciones.
Lo más grave de este ataque contra la Constitución, el Estado de derecho y la democracia es que emana del Gobierno de la nación. No es creíble lo que dice el PSOE por boca de la diputada Isaura Leal. Dice que han admitido a trámite esta reforma pero para abrir un debate «sosegado y moderado» e incorporarán enmiendas porque «las instituciones deben ser respetadas» y las «víctimas del terrorismo han de ser protegidas». El PSOE es mentira.
Pedro Sánchez es mentira. El PSOE es incompatible con un «debate sosegado y moderado». La toxicidad de Sánchez ha expandido el totalitarismo rabioso a todos sus Pedros Ladradores. Patxi López y Óscar Puente son ejemplos de los sosegados voceros del macarrismo sanchista. Pero la falta de vacuna para la toxicidad ha llevado al totalitarismo rabioso hasta a pijas como Nadia Calviño. Convertida en vocera del Reich sanchista que ordena al jefe de la oposición, de forma imperativa, lo que tiene que hacer, en tiempo y forma, ante la llamada del Amado líder. «Se va». No señora. La que se va es usted junto al respeto y la libertad.