Mentira firme

Pedro Sánchez Pérez Castejón, durante la presentación de su libro Tierra firme, ése que tampoco ha escrito, dijo que «hay decisiones que son muy difíciles de explicar». Lo afirmó por la dificultad que toda mentira tiene para ser explicada y justificada. Hasta para su insoportable verborrea, la mentira es inexplicable.

La mentira, según la Real Academia, es la «expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente». La mentira es el instrumento que utilizan las personas para fingir, engañar, aparentar, persuadir o evitar situaciones. La mentira es cobardía. La mentira es perversa. La mentira es mala. La mentira es el instrumento de violación de la confianza.

A todo aquel que miente se le acusa y tilda de mentiroso. Lo común en las sociedades es que las personas que mienten sean objeto de rechazo social y reprobaciones. En cualquier organización se aparta al mentiroso por la distorsión que provoca en la realidad y en la convivencia.

Si la mentira en lo cotidiano es muy mala, en lo político es mucho peor. Por eso, jamás debería aceptarse la normalización de la mentira como algo cotidiano. Dice mucho y todo malo de cualquier sociedad en la que eso pueda suceder. Y es todavía peor que la mentira pueda convertirse en virtud y motivo de reconocimiento.

La elección política, pilar fundamental de las sociedades democráticas, se sostiene sobre el principio de confianza. El voto es el acto por el cual el ciudadano expresa su apoyo o preferencia por una opción, en la confianza de que desarrolle y cumpla con las propuestas realizadas. La confianza es la creencia en que una persona o partido será capaz y deseará actuar de manera adecuada conforme a lo dicho, ofrecido y comprometido.

«Sánchez, como presidente, gobierna instalado en la mentira. Todo en él es mentira»

Lamentablemente, hay que recordar estos principios fundamentales sobre la mentira para abordar con rigor y seriedad la figura de Pedro Sánchez. Presidente del Gobierno para desgracia de España y la sociedad. Pedro Sánchez es un mentiroso, es la mentira personificada. Pedro Sánchez, como presidente, gobierna instalado en la mentira. Todo en él es mentira.

No se le puede atribuir a un mentiroso de la política ninguna virtud. No hay reconocimiento positivo posible. Ni como ironía. A Pedro Sánchez no se le puede otorgar la gracia de la duda, la justificación o el perdón.

Pedro Sánchez, como mentira que es, es letal para la sociedad. En Pedro Sánchez no hay ningún atenuante, ni la posible enfermedad mental que disminuya la culpabilidad de la perversidad de su realidad. Pedro Sánchez miente por maldad. Y lo peor de él es que la mentira es su marco cotidiano de realidad.

Por eso lo niega. Pedro Sánchez no «cambia de postura», miente. Es un mentiroso. Pedro Sánchez no hace de «la necesidad virtud». Pedro Sánchez miente, en la mentira no hay virtud. Quebrar y violar la confianza del ciudadano no es ninguna virtud. Pedro Sánchez, desde su poder, cambia y manipula la realidad de todos acomodándola a través de sus mentiras.

Pedro Sánchez, desde la maximización de su mentira, arrastra a todo un ejército de Pinochos que sólo pueden mentir para adecuarse a la mentira de su líder. Y a cambio de su mentira los ministros, dirigentes del partido y los periodistas afines —todo un ejército de Pinochos— mantienen el estatus y el poder. Todos ellos tienen nombre y apellidos, no les crece la nariz, pero aceptan servilmente ser marionetas de la mentira. Su pensamiento, su corazón y su ética son de la madera del árbol de la mentira. Son el bosque de Sánchez. Así llevan a la sociedad hacia la pérdida de la libertad y el inicio de la tiranía. Fue Albert Camus quien dijo que «la libertad consiste, en primer lugar, en no mentir. Allí donde prolifere la mentira, la tiranía se anuncia o se perpetúa».

«A través de la mentira del totalitarismo populista, maniata y usurpa el poder judicial»

Eso es Pedro Sánchez, mentira y por tanto el anuncio de la tiranía. Lo dice claramente la justificación de la propuesta de Ley de la Amnistía. Es mentira que responda al «interés general», el motivo es que Pedro Sánchez se perpetúe en el gobierno. Y para ello, a través de la mentira del totalitarismo populista, maniata, quiebra y usurpa el poder judicial.

Pedro Sánchez se quitó el Pérez porque le parece más aparente primar el Castejón. Pedro Sánchez resulta vulgar, porque la mentira es vulgar. Pedro Sánchez es zafio porque la mentira es zafia. Pedro Sánchez es cobarde porque la mentira es cobarde. Por eso, Pedro Sánchez no comparece en el Congreso los días importantes y se esconde detrás de monigotes de madera como Óscar Puente o Patxi López.

El problema de que el presidente del Gobierno sea la mentira es que toda su gestión es tóxica. Y por ella, convierte en tóxica a la sociedad y al país. España como país debería ser una realidad sólida pero con la mentira de Pedro Sánchez se ha convertido en un falso argumentario.

Pedro Sánchez es un resiliente de la mentira. Dice un proverbio judío que «con la mentira se puede ir muy lejos. Pero no se vuelve jamás». El camino de la mentira le llevó a la presidencia del Gobierno. Y para permanecer en ella, con cada vez más mentiras, ha caído en la prevaricación y en la compra de votos con dinero público. Con la mentira está yendo más allá de la frontera de lo ético y moral. Quién sabe si al final de su cargo le espera un horizonte con un fiscal y un juez de instrucción de verdad.

Pedro Sánchez se siente superior porque es capaz de hacer lo más vulgar del mundo que es mentir a los demás. Quebrar la confianza del pueblo. Violar la esperanza de los ciudadanos. Todo en beneficio propio. Su mentira es firme. Su Tierra firme es mentira. Su poder son arenas movedizas. Eso es Pedro Sánchez, un lamentable mentiroso derrotado que compró su presidencia del Gobierno.