¿Será Europa islámica?
«La mayoría de los que temen o no quieren al islam vienen de la identificación de la religión islámica con los grupos radicales, fanáticos y terroristas como el Ejército Islámico o Hamás»
Hace pocos días, paseando por Las Palmas de Gran Canaria, vi como otras veces, mujeres y hombres mauritanos. Las mujeres (dicen que más ricas en su país) luciendo sus vestidos de tules y colores tapando la cabeza, los hombres más jóvenes -no pocos negros- acaso buscando tarea o vendiendo cosas que identificamos generalmente como africanas… Esas imágenes tranquilas y no escasas, me recordaron recientes titulares: imanes integristas que declaraban el propósito del islam radical de someter Europa, o los, de otra parte, que auguraban en breve (unos veinte años a lo más) que el islam sería la primera religión de Francia. En realidad -busqué datos- hoy el país europeo con más musulmanes es Alemania (mayoría de origen turco) seguida de Francia y después el Reino Unido. La misma información señala que, dentro de esos más o menos veinte años, el país con más musulmanes será el Reino Unido. ¿Dónde queda España al respecto? Aparece como el quinto o sexto país europeo con mayor número de musulmanes, pero -como en Suecia- se detecta un aumento rápido en la población islámica.
Recordemos que en 2016 y en referéndum, Suiza prohibió la construcción de nuevos minaretes. ¿Existe una mezquita sin su alminar? Supongo que es posible, aunque desde luego nada habitual. ¿De qué hablamos? Del miedo de no escasa parte de la población europea al Islam, alentado por algunas formaciones políticas más o menos xenófobas. El temor xenófobo al islam (xenofobia: odio, repugnancia u hostilidad hacia lo extranjero) supondría un contagio a Europa de los modos de vida islamitas, de la pérdida de la democracia o de la implantación, desde las mezquitas, de la «Sharía», es decir la ley islámica más severa y radical. La italiana y notable periodista Oriana Fallaci fue de las primeras, hace no pocos años, en declarar su antislamismo. Para ella, Europa e islam era realidades opuestas. Y no hacía falta aludir a hechos medievales como las Cruzadas o la Reconquista hispánica, bastaba empezar en la lucha contra los turcos otomanos ya en el siglo XVI… Hoy, un famoso antimusulmán es el francés Michel Houellebecq.
Sin embargo (creo) la mayoría de los que temen o no quieren al islam vienen de la identificación de la religión islámica (que no es monolítica) con los grupos radicales, fanáticos y terroristas como el Ejército Islámico o Hamás, entre otros. Decir que, obviamente, eso no es todo el islam -e incluso afirmar que es una minoría entre los musulmanes- no ayuda mucho, porque lo cierto es que, tristemente, la imagen mundial que hoy proyecta el islam es la que procede de Bin Laden y la destrucción de las Torres Gemelas, de los atentados terroristas (no únicos) en Madrid o en París y la visualización del fundamentalismo islámico de Irán, terrible, o de la tenaz imposición a la mujer del hiyab -el velo que cubre el rostro por debajo de los ojos- o del mucho más terrible burka de los talibanes afganos, que oculta por entero el rostro de la mujer, con mínimos orificios respiratorios.
Desde luego nada de esto es Europa hoy, pues durante siglos monjas y mujeres católicas iban no escasamente cubiertas, empezando por la cabeza, pero eso quedó atrás. La pregunta es: ¿por qué un musulmán no puede vivir en Europa siguiendo sus hábitos de vida? ¿No es Europa plural y acogedora? En efecto, un musulmán puede vivir en Europa, pese a la creciente islamofobia que no estrictamente xenofobia. ¿Qué hay que pedir al musulmán que llega a nuestros países europeos? Lo mismo que a los demás inmigrantes: que acepte y asuma plenamente la ley de esos países a los que llega. Esto sí me parece esencial. Digamos -el caso se dio con escándalo en Francia- una mujer musulmana no puede negarse a enseñar el rostro por motivos de seguridad o identificación. Las europeas (católicas, evangélicas o laicas) lo hacen sin problema. Las musulmanas igual. Alguna se negó y cuando se le reprochó su negativa, acudió a la islamofobia. No, es sólo cumplir las leyes de Europa, que acepta que camine la calle con pañuelo en la cabeza y aún con hiyab. Si una familia musulmana se negara a cumplir -por motivos religiosos- las leyes de un país europeo de acogida, quizás entonces (y hay que hacerlo de la más pulcra y educada manera) esa familia sí debiera ser invitada a abandonar Europa.
Nuestro continente debe, debiera ser, el de la libertad. Un musulmán convivirá no sólo con un judío o un cristiano, sino con homosexuales o lesbianas, sin problemas. Todos en pie de igualdad, negros, blancos, mulatos o amarillos. Todo es aceptable (debe de serlo) menos incumplir leyes básicas de igualdad: Enseñar el rostro, quizá en la comisaría junto al policía, pero mostrarlo sin problema ninguno. Y por supuesto no predicar el fundamentalismo que incluye la «guerra santa». Fui años a Marruecos, nunca me sentí mal, pero no entraba en las mezquitas, pues no se permite a no musulmanes. Aquí cualquiera puede entrar a una iglesia. No se trata de excluir sino de incluir con diferencias, pero legalidad.