Sánchez tiene razón
«Su meta es crear marcos mentales y líneas narrativas favorables a intereses políticos con poca o ninguna ideología más allá de la permanencia en el poder»
Muchas veces confundimos causa con consecuencia y viceversa, otras, creemos que nuestro propio discurso es El Discurso y, otras tantas, nuestro autoconvencimiento muta en dogma de fe y solo buscamos creyentes o conversos. Es por ello que, más allá de la pataleta y la búsqueda de refugio entre los nuestros, más allá del propio sesgo de confirmación, creo que lo importante, si lo que queremos es revertir esta endiablada situación política, social y económica en la que nos ha metido Sánchez, sus políticas iliberales y el populismo más rancio heredero de los movimientos totalitarios y excluyentes del siglo XX, sería preguntarse el porqué de la eficacia del discurso de Pedro Sánchez y los suyos, ¿cómo es posible que siga logrando tantos apoyos entre la ciudadanía como para seguir estando en La Moncloa?
Creo que la obligación de cualquier opinador es escuchar, porque escuchar nos da muchas pistas, desvela el entramado narrativo, su intencionalidad, su marco, su contexto. Una escucha activa nos podrá dejar ver las estrategias subyacentes, aquello que no se ve, pero está. Desde luego, como parte del contexto, a mi parecer, estos procesos iliberales son una mutación poco elaborada de la Teoría Crítica, si nos fijamos, la «industria cultural» que denunciaban (no muy acertadamente según mi parecer) Adorno y Horkheimer en su Dialéctica de la Ilustración se ha transformado en una «industria de la desinformación» aprovechando todos los canales de comunicación que la tecnología ha puesto a nuestro alcance.
Esta «industria de la desinformación» no solo es una maquinaria de mentiras -ojalá lo fuese porque todo sería mucho más fácil-; su finalidad, su meta es crear marcos mentales y líneas narrativas favorables a intereses políticos con poca o ninguna ideología más allá de la permanencia en el poder. Estos marcos pretenden convertir al ciudadano en seres heterónomos y permanentemente asustados por la amenaza de enemigos invisibles. Esta industria está creando, bajo el paraguas del progresismo y la polarización, lo que se pretende hacer pasar por ideología confrontativa, una ideología reducida a marco pero que sea dominante entre la población. El miedo, la alarma constante y la frustración son herramientas psicológicas fundamentales para lograr un estado de alienación en el individuo y una visión dogmática de la realidad.
Y es que, curiosamente, nos encontramos en una encrucijada donde la razón cínica es la motivación y modus operandi principal para lograr transformaciones sociales, pero, sin embargo, utiliza la razón que denunciaban Adorno y Horkheimer para legitimar su propia existencia y sentido. Es la respuesta al vacío referencial y utópico surgido desde el fin de la Guerra Fría. En el fondo, estos movimientos de transformación son estructuras de poder y alienación, estamos ante narrativas cínicas con referentes culturales y contextuales progresistas vulgarizados y tamizados a las necesidades del momento y a las circunstancias concretas, su capacidad de adaptación al momento, su interpretación de la realidad y cómo utilizarla es tan asombrosa como preocupante porque ello les acerca, casi irremediablemente, al poder.
«Este iliberalismo patrio utiliza el marco mental guerracivilista para medrar en la política nacional»
Pues bien, como ya expliqué en otro artículo, este iliberalismo patrio utiliza el marco mental guerracivilista para medrar en la política nacional. Ahora bien ¿qué más herramientas narrativas y/o culturales usa Pedro Sánchez para lograr sus objetivos? Pues hay una que es clave para entender las estrategias de La Moncloa y sus resultados. Para ello, como ejercicio, me impuse escuchar la intervención del presidente en la presentación de su libro Tierra firme. Es interesante porque, más allá del supuesto objetivo de presentar un libro, con un tono aparentemente distendido, Sánchez nos dio pistas de cómo entiende la realidad y cómo se adapta y la utiliza. Este análisis debería servir para todos aquellos que pretenden llegar a La Moncloa y empezar a cambiar las cosas.
Hay una cuestión central por la que Sánchez se escapa de la presión social y política, hay un sumidero por el cual se cuelan casi todas las acciones o posiciones de la oposición. Estoy hablando de la extraña sensación de normalidad de la población ante las políticas desplegadas por el presidente. Pero es que esta normal normalidad es fruto de una constatación, hasta que no afecta a la vida cotidiana de la gente, la política es vista como mera gestualidad, como mero espectáculo. No entender esto, creer que se puede crear un estado de emergencia social solo basado en tus propias convicciones es dejar el campo expedito al contrario, es el sustrato cognoscitivo que impacta negativamente en la credibilidad de los relatos de los partidos y movimientos de oposición.
Veamos qué nos dijo Pedro Sánchez entre risas más o menos forzadas y colegueos con sus periodistas de salón. Sánchez, no lo duden, no dice palabra sin dar puntada y con mucho hilo:
«…Intentar convertir la política y a nuestro país, en un país donde se ha monopolizado todo por el discurso del odio y un país enfrentado… aquí no se está rompiendo nada, no se está hundiendo nada, no hay esa polarización ni ese odio que trata de inocular Abascal…»
«…Aquí hay insultadores e insultados, hay asediadores de casas del pueblo socialista y asediados…la respuesta que ha dado la sociedad española con este puente, la gente saliendo a comprar, a comer a restaurantes, a visitar otras ciudades y pueblos, esa es la mejor respuesta, es que esa España de la que tanto hablan es una España pues muy minoritaria desde el punto de vista de la, digamos, conciencia social…»
«Las fuerzas populistas han sabido aprovechar este nuevo escenario de zozobra, de falta de referencias sólidas»
Sánchez juega con algo básico de la psicología social, la emergencia solo lo es cuando se percibe socialmente como tal, hacerlo de otra manera solo sirve para crear una asimetría entre tu discurso y la realidad percibida. Aún más, esta disonancia entre discurso y realidad como vemos es aprovechada para invertir los papeles, para hacer pasar por víctima al verdugo y al verdugo por víctima. Si, encima, como hizo Abascal con sus declaraciones en Argentina (simulando a Milei, cuando él no es Milei y España -aún- no es Argentina), solo reforzamos ese victimismo como defensor del progresismo que tan buenos réditos le dio a Sánchez el 23-J.
Este quiere ser un aviso a navegantes, nos quedan muchos meses -cuatro años diría yo- de sanchismo, no podemos volver a cometer los mismos errores, hemos de salir de nuestras cajas de resonancia autorreferenciales y comprender qué hace el contrario, cómo utiliza las narrativas, los sustratos, los medios, las redes sociales. Hemos de entender que España es una sociedad muy compleja y tan aturdida -política, social y existencialmente- como el resto de las sociedades occidentales. Las fuerzas populistas y los programas iliberales han sabido aprovechar este nuevo escenario de zozobra, de falta de referencias sólidas y de oportunidades tecnológicas para poder medrar. La política ha mutado, el campo de batalla ya no es (solo) la marca, el personaje o los medios, el nuevo campo de batalla político es cognitivo, contextual y referencial, Sánchez lo sabe muy bien y tiene razón viéndolo así, si nosotros no lo interpretamos bien, entraremos a jugar sin saber las reglas de juego o con un brazo atado a la espalda.
Muy interesante el artículo por su planteamiento dialéctico y hasta diría que leninista del qué hacer para plantarle cara con ciertas probabilidades de éxito a ese vendedor de crecepelo de la dehesa que es Sánchez, con su discurso de gigantón que entiende todo por la bragueta, reaccionario y tuercebotas a más no poder. Por eso tiene cautivada a buena parte de la fiel audiencia del marujeo, como cuando presentó su libro que no era suyo y ni se había leído. El truco de la dialéctica sanchista es más rudimentario que el mecanismo de un chupete. Por eso, mepareseamí, en mi inmodesta opinión como no suele decirse para no quedar como un prepotente imbécil, magnificar la astucia del caudillo hablando de él como si fuera un gigante de la manipulación política, un discípulo avezado del maquiavelismo más mefistofélico y un tío muy hábil con las palabras que no da puntada sin hilo es humano, demasiado humano, pero también es un craso error garrafal. El mismo error que comete el jilguerillo intentando entender los shhhhhh! shhhh! de la serpiente que no trata de convencerlo de nada y solo quiere engullirlo. Y aquí lo dejo. Me voy a la churrería que me cierran….
Ya me han cerrado la churrería y no tengo más remedio que comerme una tostada con mantequilla y mermelada, que tampoco está nada mal, aunque no es lo mismo.
Resumiendo y concluyendo, yo diría que el marco mental del sanchismo es el caudillismo populista. El marco referencial de Sánchez es el franquismo que Él, con su progresismo de boquilla, las formas caudillescas y la prestancia física de un chulángano de billares ha conseguido torcerle el brazo y vencer definitivamente al franquismo sociológico del anterior Caudillo rancio, bajito, calvo y demacrado de muchos millones de españoles, encarnado ahora en don Santiago Abascal, su contraparte franquista, al que tambien votan tres millones de españoles.
Es harto conocida desde la antigüedad la fascinación de los españolitos y las españolitas por los caudillos. Hay que acordarse de la lista de los Reyes Godos, y de Indibil y Mandonio y tal, y del final fatal de la II República antañona carcomida por los caudilletes de las distintas facciones en tiempos recios y para el estructuralismo ininteligible de los estructuralistas que se zumbaron en un momento dado empachados con su propias teorías rocambolescas. El caso Cercas del que tanto se habla estos días es paradigmático.
Fin
Interesante artículo.
Hace unos dias Quintana Paz lo explicaba en éste medio sirviéndose del mito de Casandra.
Si Apolo se vengó de Casandra retirándole no el don de la profecía, sino el de la persuasión, comprender por qué Sánchez es una Casandra a la inversa, ya que mintiendo a sabiendas en todas sus predicciones pasadas, presentes y futuras conserva el don de la persuasión, nos dará la clave para que ese «don» se desvanezca.
Y el problema es que resulta demasiado fácil hacerlo, pero como señala el autor aqui cada uno vive en su mundo, con sus creencias ancladas a la idealización intelectual de un l mundo que creyó habitar pero que nunca existió.
No seamos ingenuos, la derecha española es tonta y pusilánime, siempre lo ha sido y a lo máximo que llega es a copiar con vergüenza las picardías de la izquierda perversa y ladrona o el totalitarismo en ciernes de la UE
Es fácil desmontar a Sánchez, yo lo vengo haciendo desde hace cinco años en mis comentarios, no hay nada que no comentara en 2018 y 2019 que no haya hecho Sánchez, pero en fin, como a Casandra me falta el don de la persuasión.
Pues será el único don que le falta a usted para el pleno al quince, amigo Casandro. Pero ese don de la persuasión del que usted nos habla no es un don que utilice mucho que digamos nuestro amado líder Pijus Magníficus. O en cualquier caso de lo único que ha persuadido a ese millón y pico de votantes sanchistas de última hora es de que votarlo a él es votar contra el franquismo irredento, vencido pero no derrotado, que tiene mas duración que las pilas del conejito de Duracell, que no es lo mismo ni mucho menos que persuadir o convencer a los oyentes con los discursos como tochos estupefacientes que se larga el tío en cuanto le dan cancha. Menos mal para el sanchismo que además de eso también tendrá más de ochocientos asesores que le dirán, NO Pedro NO, tú di cosas pero las mínimas para que no se te entienda nada porque como los escuchantes (véase el caso de doña Yolanda, que se enfangó en su proceso de escucha hermano y así le luce el pelo a la pobre, que ha quedado para vestir santos progresistas, a merced del autócrata, y como un apéndice del sanchismo).
Como los escuchantes, decía, que nunca fueron tantos que digamos, con las audiencias sanchistas bajando en picado mucho más incluso que las audiencias menguantes de TV3%, un suponer. Es decir, que más que la letra, lo que se escucha es la música militar que nunca me supo levantar, pero que tiene su aquel con el chunda, chunda… Hay que recordar cómo el Caudillo anterior pescaba con sus cañitas atunes de quinientos kilos o más, o como cazaba faisanes al vuelo que parecían avestruces sin despeinarse la calvorota incipiente para entender un poco la peculiar psicología del sanchismo made in Spain. Como todo el mundo sabe el homo hispanicus sanchista tiene varias preocupaciones en la vida: procurar que no te echen del curro por idiota, o por meterte a politico, o por regalarle a tu jefe un libro de don Louis Althusser para hacerle la puñeta, que tu equipo fiche bien en la proxima temporada, sábado sabadete, camisa limpia y polvete si eso, y pare usted de contar. Por lo poco que se de mi cuñado Adolfo p.ej. que es un votante acérrimo del sanchismo vallekano más tarugo, contra la derecha y la ultraderecha. Una psicologia muy rudimentaria pero tremendamente eficaz.
Simplemente estamos asistiendo a un proceso acelerado de ARGENTINIZACIÓN , populismo a raudales, bajo la síntesis perfecta de la izquierda: primero miseria después dependencia. A corto plazo anhelaremos a un Milei pero será demasiado tarde y esta chusma como el fatuo ególatra o el ZPARO se estará riendo de los españoles en sus paraísos bananeros.
Riéndose especialmente de los 7000000 de «votontos » que los alzaron al poder