THE OBJECTIVE
José Rosiñol

Sánchez tiene razón

«Su meta es crear marcos mentales y líneas narrativas favorables a intereses políticos con poca o ninguna ideología más allá de la permanencia en el poder»

Opinión
8 comentarios
Sánchez tiene razón

Ilustración de Alejandra Svriz.

Muchas veces confundimos causa con consecuencia y viceversa, otras, creemos que nuestro propio discurso es El Discurso y, otras tantas, nuestro autoconvencimiento muta en dogma de fe y solo buscamos creyentes o conversos. Es por ello que, más allá de la pataleta y la búsqueda de refugio entre los nuestros, más allá del propio sesgo de confirmación, creo que lo importante, si lo que queremos es revertir esta endiablada situación política, social y económica en la que nos ha metido Sánchez, sus políticas iliberales y el populismo más rancio heredero de los movimientos totalitarios y excluyentes del siglo XX, sería preguntarse el porqué de la eficacia del discurso de Pedro Sánchez y los suyos, ¿cómo es posible que siga logrando tantos apoyos entre la ciudadanía como para seguir estando en La Moncloa?

Creo que la obligación de cualquier opinador es escuchar, porque escuchar nos da muchas pistas, desvela el entramado narrativo, su intencionalidad, su marco, su contexto. Una escucha activa nos podrá dejar ver las estrategias subyacentes, aquello que no se ve, pero está. Desde luego, como parte del contexto, a mi parecer, estos procesos iliberales son una mutación poco elaborada de la Teoría Crítica, si nos fijamos, la «industria cultural» que denunciaban (no muy acertadamente según mi parecer) Adorno y Horkheimer en su Dialéctica de la Ilustración se ha transformado en una «industria de la desinformación» aprovechando todos los canales de comunicación que la tecnología ha puesto a nuestro alcance.

Esta «industria de la desinformación» no solo es una maquinaria de mentiras -ojalá lo fuese porque todo sería mucho más fácil-; su finalidad, su meta es crear marcos mentales y líneas narrativas favorables a intereses políticos con poca o ninguna ideología más allá de la permanencia en el poder. Estos marcos pretenden convertir al ciudadano en seres heterónomos y permanentemente asustados por la amenaza de enemigos invisibles. Esta industria está creando, bajo el paraguas del progresismo y la polarización, lo que se pretende hacer pasar por ideología confrontativa, una ideología reducida a marco pero que sea dominante entre la población. El miedo, la alarma constante y la frustración son herramientas psicológicas fundamentales para lograr un estado de alienación en el individuo y una visión dogmática de la realidad.

Y es que, curiosamente, nos encontramos en una encrucijada donde la razón cínica es la motivación y modus operandi principal para lograr transformaciones sociales, pero, sin embargo, utiliza la razón que denunciaban Adorno y Horkheimer para legitimar su propia existencia y sentido. Es la respuesta al vacío referencial y utópico surgido desde el fin de la Guerra Fría. En el fondo, estos movimientos de transformación son estructuras de poder y alienación, estamos ante narrativas cínicas con referentes culturales y contextuales progresistas vulgarizados y tamizados a las necesidades del momento y a las circunstancias concretas, su capacidad de adaptación al momento, su interpretación de la realidad y cómo utilizarla es tan asombrosa como preocupante porque ello les acerca, casi irremediablemente, al poder.

«Este iliberalismo patrio utiliza el marco mental guerracivilista para medrar en la política nacional»

Pues bien, como ya expliqué en otro artículo, este iliberalismo patrio utiliza el marco mental guerracivilista para medrar en la política nacional. Ahora bien ¿qué más  herramientas narrativas y/o culturales usa Pedro Sánchez para lograr sus objetivos? Pues hay una que es clave para entender las estrategias de La Moncloa y sus resultados. Para ello, como ejercicio, me impuse escuchar la intervención del presidente en la presentación de su libro Tierra firme. Es interesante porque, más allá del supuesto objetivo de presentar un libro, con un tono aparentemente distendido, Sánchez nos dio pistas de cómo entiende la realidad y cómo se adapta y la utiliza. Este análisis debería servir para todos aquellos que pretenden llegar a La Moncloa y empezar a cambiar las cosas.

Hay una cuestión central por la que Sánchez se escapa de la presión social y política, hay un sumidero por el cual se cuelan casi todas las acciones o posiciones de la oposición. Estoy hablando de la extraña sensación de normalidad de la población ante las políticas desplegadas por el presidente. Pero es que esta normal normalidad es fruto de una constatación, hasta que no afecta a la vida cotidiana de la gente, la política es vista como mera gestualidad, como mero espectáculo. No entender esto, creer que se puede crear un estado de emergencia social solo basado en tus propias convicciones es dejar el campo expedito al contrario, es el sustrato cognoscitivo que impacta negativamente en la credibilidad de los relatos de los partidos y movimientos de oposición.

Veamos qué nos dijo Pedro Sánchez entre risas más o menos forzadas y colegueos con sus periodistas de salón. Sánchez, no lo duden, no dice palabra sin dar puntada y con mucho hilo:

«…Intentar convertir la política y a nuestro país, en un país donde se ha monopolizado todo por el discurso del odio y un país enfrentado… aquí no se está rompiendo nada, no se está hundiendo nada, no hay esa polarización ni ese odio que trata de inocular Abascal…»

«…Aquí hay insultadores e insultados, hay asediadores de casas del pueblo socialista y asediados…la respuesta que ha dado la sociedad española con este puente, la gente saliendo a comprar, a comer a restaurantes, a visitar otras ciudades y pueblos, esa es la mejor respuesta, es que esa España de la que tanto hablan es una España pues muy minoritaria desde el punto de vista de la, digamos, conciencia social…»

«Las fuerzas populistas han sabido aprovechar este nuevo escenario de zozobra, de falta de referencias sólidas»

Sánchez juega con algo básico de la psicología social, la emergencia solo lo es cuando se percibe socialmente como tal, hacerlo de otra manera solo sirve para crear una asimetría entre tu discurso y la realidad percibida. Aún más, esta disonancia entre discurso y realidad como vemos es aprovechada para invertir los papeles, para hacer pasar por víctima al verdugo y al verdugo por víctima. Si, encima, como hizo Abascal con sus declaraciones en Argentina (simulando a Milei, cuando él no es Milei y España -aún- no es Argentina), solo reforzamos ese victimismo como defensor del progresismo que tan buenos réditos le dio a Sánchez el 23-J.

Este quiere ser un aviso a navegantes, nos quedan muchos meses -cuatro años diría yo- de sanchismo, no podemos volver a cometer los mismos errores, hemos de salir de nuestras cajas de resonancia autorreferenciales y comprender qué hace el contrario, cómo utiliza las narrativas, los sustratos, los medios, las redes sociales. Hemos de entender que España es una sociedad muy compleja y tan aturdida -política, social y existencialmente- como el resto de las sociedades occidentales. Las fuerzas populistas y los programas iliberales han sabido aprovechar este nuevo escenario de zozobra, de falta de referencias sólidas y de oportunidades tecnológicas para poder medrar. La política ha mutado, el campo de batalla ya no es (solo) la marca, el personaje o los medios, el nuevo campo de batalla político es cognitivo, contextual y referencial, Sánchez lo sabe muy bien y tiene razón viéndolo así, si nosotros no lo interpretamos bien, entraremos a jugar sin saber las reglas de juego o con un brazo atado a la espalda.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D