Lo que diga la derecha
«El Gobierno hace la trampa retórica más fácil de todas: escoger siempre la peor versión de su adversario. Y a partir de ahí construye su argumentario»
El Gobierno de Sánchez no suele explicar muy bien sus ideas. Cuando lo intenta, no suena muy convincente. El presidente es más partidario de la fuerza de los hechos consumados; las cosas se hacen y luego ya habrá alguna manera de justificarlas. Y si no, tampoco pasa nada. La mayoría de las veces, no son explicaciones o justificaciones, sino excusas. Sobre todo porque el Gobierno funciona mediante espasmos y se contradice constantemente. Su principal esfuerzo comunicativo es justificar lo injustificable. Y para justificar lo injustificable vale lo que sea.
A menudo el Gobierno busca justificaciones en sus adversarios. Una medida no es buena en sí misma, y el Gobierno lo sabe; solo gana realmente cierta legitimidad y aceptación entre su parroquia cuando el adversario la crítica. Entonces ahí el Gobierno puede recoger y adoptar un argumentario: si tanto molesta a la derecha (recordemos que derecha es todo lo que no sea sanchismo), tan malo no será. Es un argumento adolescente que pueden usar hasta los terraplanistas: ¡algo tendrán que esconder los científicos para que les moleste tanto mi teoría de la Tierra Plana! Si tanto molesta, solo puede ser verdad.
Un ejemplo reciente son las declaraciones de la exalcaldesa de Pamplona, de UPN, tras perder la alcaldía ante Bildu (no es la primera vez que los abertzales gobiernan la ciudad: el nuevo alcalde, Joseba Asiron, ya lo fue entre 2015-2019). Cristina Ibarrola dijo que «nunca apoyaría a EH Bildu pase lo que pase, prefiero fregar escaleras». Es una frase desafortunada, pero rápidamente ha servido al argumentario del Gobierno, que está deseoso de encontrar justificaciones y excusas para ocultar que había prometido en numerosas ocasiones que no permitiría a Bildu gobernar.
En Hora25, el programa de la SER, el periodista Pablo Tallón dijo sobre las palabras de Ibarrola: «La exalcaldesa Ibarrola ha acabado dando un potente argumento a quienes defienden que esta moción en Pamplona era completamente necesaria». Como ha escrito David Mejía, «están tan faltos de argumentos que se lanzan en plancha a por un comentario torpe para justificarse». No se les había ocurrido antes porque aún no lo sabían: había que echar a UPN de Pamplona por clasista.
«Al final el Gobierno y la izquierda acaban pensando que sus adversarios son así, esas parodias»
El aparato comunicativo del Gobierno tiene dos objetivos: evitar la fiscalización y la rendición de cuentas y rastrear hasta el último rincón de la opinión pública y mediática contraria a su Gobierno en busca de un desplante que le sirva como excusa y justificación de sus políticas. ¿Un columnista de La Voz de Mazarrón ha dicho que Pedro Sánchez es un felón? Nos vale. Se puede enmarcar así: «La derecha mediática cree que el presidente es ilegítimo y no esconde sus pulsiones golpistas».
El Gobierno hace la trampa retórica más fácil de todas: escoger siempre la peor versión de su adversario. Y a partir de ahí construye su argumentario. Esto le da una victoria temporal y sobre todo ilusoria: al final el Gobierno y la izquierda acaban pensando que sus adversarios son así, esas parodias. Por eso cada vez que hay una derrota electoral de la izquierda, los progresistas se preguntan «¿cómo es posible que haya tanta gente tan horrible?». Es una estrategia que quizá te ayude a ganar las elecciones, pero que sin duda te impide conocer realmente el país que gobiernas.