Clasismo

Historias de San Blas

Historias de San Blas

Tengo cariño al barrio de San Blas. Como buen distrito obrero, es feo, impersonal, desangelado. Como el Moratalaz en que crecí, a solo unos pasos. En San Blas viví un año y vivieron mis abuelos cuando el fin de su renta antigua los expulsó, viejos y felices, del centro de Madrid. La avenida de Guadalajara no tiene el carisma de la Gran Vía, pero hay un centro comercial con cines y acceso para minusválidos y a mi abuela ya le valía. No hay un Formentor, un Nebraska, un Viena Capellanes, pero en alguna cafetería nos daban batido de caramelo y pasteles y a mi abuela ya le valía. Los portales de San Blas no son el de la casa de la calle Hermosilla, pero tener ascensor al fin, cumplidos los 80, a mi abuela ya le valía.

El sexo no vende, viva el activismo

El sexo no vende, viva el activismo

Hemos podido ver desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca cómo las grandes empresas norteamericanas, especialmente las afincadas en Silicon Valley, se han vestido con sus mejores galas activistas para enfrentarse a las medidas más reaccionarias del presidente. Estas iniciativas, sin embargo, parecen más encaminadas a mejorar su imagen corporativa que a proclamarse como parte del cambio social.

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