Quitar el tapón
La izquierda vive un debate artificial sobre su futuro. No se engañen: prescindan de Sánchez y volverá a haber izquierda
Hemos asistido en los últimos días, seguramente obligados por la falta de otros elementos de interés en la agenda informativa, a un debate algo forzado sobre las características y valores que deben definir a la verdadera izquierda.
El punto de referencia para la polémica ha sido la presentación de una nueva formación en ese flanco del espectro político que anuncia su concurrencia a las elecciones bajo el nombre de Izquierda Española y que dice recuperar principios perdidos por el actual Partido Socialista, esencialmente una firme contraposición a los nacionalismos excluyentes que desde hace tiempo copan el poder en Cataluña y el País Vasco.
Digo que el debate es algo forzado porque intenta profundizar en la transformación ocurrida en el socialismo español y en la necesidad de devolver a la izquierda a la senda de la defensa de la igualdad entre los españoles, como si eso hubiera sido una decisión estratégica voluntariamente adoptada, mientras que obvia la verdadera razón de que el PSOE sea hoy lo que es: Pedro Sánchez.
Comprendo el razonamiento lógico de quienes piensan que si el PSOE ha dejado de ocupar hoy el espacio que le corresponde para que nuestra democracia funcione como debe, es necesario crear otro partido que lo sustituya en esa función. Al margen de algunas discrepancias no menores sobre las convicciones que expresa el nuevo partido y de algunas dudas sobre sus verdaderas posibilidades electorales, no discuto el derecho de Izquierda Española a intentarlo.
«No, el PSOE no ha cambiado tanto como puede parecer. Lo que ha cambiado es que hoy lo dirige Pedro Sánchez»
De hecho, comparto la desazón de mucha gente de izquierdas respecto al continuo deterioro moral de esa ideología y me sumo al reclamo angustioso de que algo hay que hacer. Pero iríamos por mal camino si no identificamos cabalmente el problema.
El PSOE no ha tenido un proceso de reconversión política interna que lo sitúe hoy en una posición distinta a la de hace cinco o diez años. Por lo que sé, la Declaración de Granada, que apuesta por una solución federalista que, en el fondo, viene a poner fin al chantaje permanente del nacionalismo, sigue vigente. Como siguen formalmente vigentes todos los demás principios del partido respecto a ese y los demás asuntos sobre los que hoy sus dirigentes se expresan de forma tan desconcertante y bochornosa.
No, el PSOE no ha cambiado tanto como puede parecer. Lo que ha cambiado es que hoy lo dirige Pedro Sánchez. Hace sólo siete años, cuando el partido lo dirigía una comisión gestora presidida por el dirigente asturiano Javier Fernández, el PSOE colaboró con el Gobierno de Rajoy para contener los planes nacionalistas en Cataluña y otros asuntos claves para la estabilidad de la democracia. El propio Sánchez, antes de que sus ambiciones personales le recomendasen lo contrario, fue el más radical de los constitucionalistas contra el intento secesionistas del 1 de octubre de 2017.
Desde aquel momento, no sé de ningún debate en el seno del PSOE en el que se haya decidido un cambio estratégico para desembocar en el PSOE que hoy conocemos. Como todo el mundo sabe, la escandalosa rectificación sobre la amnistía a los delincuentes del procés no fue nunca discutida antes en ningún órgano del partido. Podemos crear todos los partidos que queramos, y quizá haga falta hacerlo si no queda otra alternativa, pero no nos engañemos, el problema no es estructural, es personal: quiten a Sánchez y tendrán otro PSOE.
No descarto que sea tarde para eso. Es posible que el liderazgo de Sánchez haya corrompido de tal manera al partido que no haya vuelta atrás. Tal vez hemos alcanzado el punto en el que no habrá más PSOE después de Sánchez. Será recomendable, en esa circunstancia, disponer de una formación capaz de reemplazarlo. Personalmente, no creo que sea Izquierda Española. Pero eso es lo de menos. Lo importante es entender que mientras la izquierda sea esta amalgama de mediocridad y sometimiento que responde ciegamente a la ambición de Sánchez, no habrá izquierda en España, y que cualquier proyecto, con o sin el PSOE, exige primero oxigenar el panorama, expulsar a los malos espíritus, quitar el tapón para que corra el agua estancada, prescindir del capo.
Como bien saben en cualquier partido, la mejor manera de cambiar de jefe es que el baranda pierda las elecciones. De momento, aunque sea por los pelos, Sánchez va salvando bolas de partido. Cuando ya no pueda, será debidamente defenestrado si es que no se quita él mismo de enmedio en busca de mejor destino. Mientras eso pasa, paciencia, señores de la derecha, paciencia.
Como bien saben en cualquier partida de maleantes, la mejor manera de cambiar al jefe de la banda es que al baranda lo enchironen por imbécil, como le pasó al beato Junqueras, mientras que el fuguillas salia pitando en el maletero de un coche y hoy es el que manda en la politica española (sic) realmente existente. De momento, aunque sea por los pelos de Sánchez y de Cocomocho la banda de maleantes va salvando bolas de partido y haciendo carambolas a cuatro bandas de pura chamba. Cuando ya no pueda seguir al frente porque los capitostes secesionistas se nieguen a seguirle la corriente, será debidamente defenestrado por los mismos que ahora le sirven de costaleros si es que no se quita él mismo de enmedio en busca de un mejor destino, como podría ser alguna puerta giratoria o portero discoteca. Mientras eso pasa después de las uvas, paciencia, señoras y señoras, que haya mucha pastuki pa ciencia como la que no tiene la tuercebotas de la Miriam Nogueras, la capitana Dagas de Cocomocho, dispuesta a darle su negacionismo impertérrito a la primera bola de partido sanchista porque desconfía del jefe banderizo.
Como dice Santiago González: al primer tapón, zurrapas.
Paciencia, Pepe Loca: paciencia
A Sánchez trataron de quitárselo de en medio de muy mala manera en su propio partido, en aquella vergonzosa sesión en que nadie en el PSOE pareció tener el menor interés en respetar sus propios estatutos. Y el PP jamás ha reconocido sus derrotas frente a Sánchez. Desde el primer momento de la moción de censura que perdió Rajoy, el PP se ha dedicado a crispar y a acusar de ilegítimo a cualquiera de los legítimos Gobiernos de Sánchez. Ha dado igual quien mandara, si Casadín o Núñez: el racarraca de la ilegitimidad no ha cesado. De aquellos polvos, estos lodos. Convendría tener mejor memoria de la que demuestra este artículo.
Apostilla: mira que me extraña que el señor Caño apele a estas alturas a la declaración de Granada. El PSOE se ha declarado federalista no sé cuantas veces sin concretar nada en la política real y eso no es de ahora sino de siempre. Por lo demás, no sé bien qué bálsamo de Fierabrás es ése del federalismo que nos va a curar de nuestros cantonalistas de siempre.
A Sánchez trataron de quitárselo de en medio de muy mala manera en su propio partido, en aquella vergonzosa sesión en la votación del comite federal cuando trato de meter papeletas full detrás de una cortina, trampa en la que nadie en el PSOE reparó, y de aquellas trampas estos putiferios sanchistas. Y el PSOE jamás ha reconocido sus derrotas frente a Feijóo. Ni el cara a cara cuando a Sánchez se lo llevaron sus demonios en yolandas. Desde el primer momento de la micción de cesura que perdimos todos, el sanchismo más cenutrio, valga la redundancia se ha dedicado a crispar y proyectar sobre Feijóo sus mentitas. Ha dado igual quien mandara, si el autócrata o Cocomocho: el racarraca del muro y de la idiocia sanchista no han cesado de hacernos pupa. De aquellos polvos, estos putiferios sanchistas.
Embolica que fa fort: y mira que me extraña . El PSOE se ha declarado federalista no sé cuantas veces sin concretar nada en la política real y eso no es de ahora sino de siempre. Por lo demás, no sé cuáles serán los efectos de la mantequilla esa del Último Tango en Ferraz que nos curarán de nuestros sempiternos caciquismos.
Tranqui, Pepe Loca, que te quedan años de espera.