THE OBJECTIVE
Antonio Caño

¡Feliz año libre!

«A pesar de la complacencia y el triunfalismo oficial, comienza un año abierto a todo, con un guion entero por escribir»

Opinión
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¡Feliz año libre!

La Constitución, el edificio del Congreso y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ilustración: Alejandra Svriz

Pese a las numerosas circunstancias que a lo largo de 2023 se han acumulado para debilitar nuestro Estado de derecho, aún tenemos razones para celebrar este comienzo de un Año Nuevo en un país libre y con suficiente salud democrática como para no dejarse avasallar por quienes pretenden eliminar a los díscolos y silenciar a los discrepantes.

Son ya 46 años consecutivos celebrando el privilegio de que España forme parte del club cada vez más exclusivo de las naciones democráticas, prósperas y en paz. Es una marca que conviene recordar de vez en cuando, no para regodearse en los méritos, sino para comprender lo fácil que es perderlo.

Es cierto que se le pueden poner reparos a ese éxito. Muchos dirán con razón que cuál es la libertad de la que gozan las familias que no pueden educar a sus hijos en español en Cataluña o los que se juegan algo más que la reputación al exhibir una bandera de España en el País Vasco. En ambas comunidades, sin duda, los nacionalistas han creado un clima de intimidación y supremacismo que restringe los derechos de los ciudadanos y debería de avergonzar al conjunto de la sociedad.

No son los únicos territorios en los que caben reproches sobre el funcionamiento de nuestro sistema. Pedro Sánchez ha encontrado en la alianza con esas fuerzas nacionalistas reaccionarias la única vía de supervivencia política. Con ese fin, ha aceptado acomodar nuestras leyes a sus necesidades y las de sus socios, y ha creado privilegios económicos y políticos a favor de las comunidades gobernadas por los separatistas, en perjuicio del resto de los españoles, que se ven obligados a pagar las deudas que Sánchez firma para seguir en el poder.

El resto de la izquierda, comunistas, yolandistas y peronistas, también por supervivencia, han seguido el juego a Sánchez, para lo que han trazado la línea divisoria del «progresismo» en el punto exacto en el que ellos se encuentren en cada momento, dejando de otro lado, el del facherío, a todos aquellos que los critiquen. Eso crea un clima de admonición que reduce considerablemente la libertad de expresión de los españoles y, de alguna forma, condiciona y limita la alternancia en el poder.

«Comunistas, yolandistas y peronistas han seguido el juego a Sánchez, para lo que han trazado la línea divisoria del ‘progresismo’ en el punto exacto en el que ellos se encuentren en cada momento, dejando de otro lado, el del facherío, a todos aquellos que los critiquen»

Tenemos un Gobierno que no cree en la separación de poderes y procura cada vez con más ahínco eliminar el control que deben ejercer los jueces, el Parlamento y los medios de comunicación. Aunque esté garantizada la libertad de información, cada día hay muestras más groseras de los obstáculos que deben salvar para hacer su trabajo los periodistas y medios cuya línea editorial es crítica con el Gobierno.

Y, pese a todo eso, aún podemos celebrar el nacimiento de un nuevo año libre en un país democrático. Bastaría preguntarle a cualquiera de los millones de latinoamericanos que están entre nosotros lo que significa vivir en naciones secuestradas por el populismo, la violencia y el crimen organizado. Todos ellos se sumarían dichosos a la celebración de nuestra democracia.

Para quienes le exigimos más, para quienes no nos conformamos con el derecho a no ser perseguidos por nuestras ideas o poder caminar por las calles sin miedo, también nuestro sistema democrático mantiene aún vigentes los instrumentos para su mejora. Quizá sean menos asequibles, pero ahí están, las cosas se pueden cambiar, nuestra democracia aún es mejorable.

Hemos conocido este año algunos momentos de comprensible desaliento, pero no está justificado el derrotismo. Nos gobierna una panda de cínicos presuntuosos que no dudarán en sacrificar la convivencia si es preciso. Estamos bajo la presión propagandística de algunos que han preferido sacrificar su libertad intelectual para defender a Sánchez a toda costa. ¡Pobres, ser esclavos de un líder sin brújula moral! Unos y otros nos han hecho pensar que representan a la mayoría de los españoles y que el resto sobramos en su paraíso progresista.

No es cierto. Ni son mayoría ni son progresistas ni aquí sobre nadie. Ni siquiera sobran ellos. Porque nuestra democracia sigue vigente y gozamos de la libertad para combatirlos y derrotarlos. Empieza un año nuevo con un guion completo por escribir, sin más restricciones que las nos queramos poner. Al menos, por el momento. Al menos, en este 2024. ¡Feliz Año Libre!

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