Publicistas involuntarios de la ‘moda Milei’
«Si unos cuantos de los humillados deciden que necesitamos un Milei español, la diversión de Sánchez podría ser aún mayor: hace años que no puede ganar elecciones»
El indiscutible éxito del discurso del argentino Javier Milei en Davos puede ser un indicador adelantado de una ‘moda Milei’ que podría estar multiplicando adeptos entre jóvenes (y no tan jóvenes) a ambos lados del Atlántico. El excepcional seguimiento de la defensa que el libertario presidente novato hizo del capitalismo y la libre empresa tiene el interés añadido del foro elegido para alertar de que «Occidente está en peligro». Porque Davos, en principio, tendría que ser especialmente favorable a la defensa de los valores esgrimidos por Milei. Pues no; de ninguna manera. El paso de los años y el avance del wokismo garantizan que Davos sea otro escenario adicional en el que criticar todo lo que hace posible que quienes acuden a Davos puedan seguir yendo cada año a Davos; a todos los Davos.
De la ‘moda Milei’ me interesan (lógicamente) sus posibilidades en España y, más aún, la multiplicación de esas posibilidades gracias a los publicistas involuntarios que aquí tenemos en las antípodas ideológicas del argentino.
«El primer publicista involuntario de la ‘moda Milei’ fue, cómo no, nuestro flamante presidente del Gobierno»
El primer publicista involuntario de la ‘moda Milei’ fue, cómo no, nuestro flamante presidente del Gobierno. Y no por el escasísimo seguimiento que, con las cifras en la mano, tuvo su discurso en Davos, que aquí conocemos por la infatigable tarea de periodistas y medios afines. Tampoco por el abrigo que vistió, y que ha garantizado una buena dosis de publicidad a la marca deportiva Joma. Sí por la humillación pública a la que Pedro Sánchez sometió a los máximos ejecutivos de las principales compañías españolas allí presentes. Recluirlos en una oscura habitación alrededor de una mesa en la que solo faltaba un fúnebre ataúd, y grabarlo y difundirlo para que todo el mundo pueda ver cómo les estaba obligando a escucharle, ha sido aún más visto y comentado que lo del abrigo. Y podría tener más consecuencias. Porque nada humilla más que la humillación, y los humillados en la mísera habitación de Davos no tienen hecho el cuerpo a que nadie exhiba públicamente lo mucho que les menosprecia.
Los humillados de la habitación de Davos llevan toda la vida mimando las relaciones con el poder político, y eso incluye financiar proyectos que pavimentan el «camino de servidumbre» sobre el que les alertó Javier Milei (simplificando mucho a Friedrich Hayek). Y si, de repente, con su pundonor herido, deciden que Milei tiene razón y que es muy mala idea «dejarse amedrentar» por un poder político contrario a «la prosperidad, la libertad económica, el Gobierno limitado y el respeto irrestricto a la propiedad privada, [cuando ésos] son elementos esenciales para el crecimiento económico». Pues depende. Si el enfado queda en simple berrinche, el hombre del abrigo deportivo se divertirá, muy reconfortado: es capaz de enfurecer a los poderosos que nada son capaces de hacer para calmar su encolerizada exasperación. Si unos cuantos de los humillados deciden que necesitamos un Milei español, la diversión de Sánchez podría ser aún mayor: hace años que sabe que no puede ganar elecciones. Por eso sólo le preocupa que resulte imposible la alternancia. ¡Que florezcan mil opciones!… como las mil flores de Mao en su revolución cultural. Los humillados de Davos tienen mejores opciones de revancha, y todas pasan por entender que el intervencionismo es una pésima idea, venga de donde venga, vaya a donde vaya y se vista como se vista.
Además, Pedro Sánchez no es ni el único ni el más eficaz publicista de la ‘moda Milei’. Los más relevantes, porque son muy numerosos, se encuadran en la creciente marea de votantes y simpatizantes socialistas, espantados con la entrega de su líder a independentistas de la peor calaña (de prófugos por golpistas a exterroristas y publicistas del terror). Son una creciente marea de ex-socialistas que ha decidido que el problema no son los líderes a los que apoyaron, sino «los políticos»: todos ellos. ¡Ay, los políticos! No tus políticos sino los políticos. Todos iguales, ¡ya!
Esta madriguera en la que esconder la incapacidad propia para aceptar la alternancia política la ha hecho famosa el escritor Javier Cercas en las últimas fechas. Pero es tan vieja como el hilo negro: para criticar a los gobiernos de derechas hay que señalar su derechismo, para poner alguna mínima objeción a los de izquierdas hay que censurar a los políticos. A todos los políticos.
Pues la solución habrá de ser un no-político. Jugó a no-político Pablo Iglesias con su Podemos, y de ese bando ya no cuela. ¿Cómo podría hacerlo cuando su principal preocupación parece constreñirse a ubicar en el mejor puesto posible a la madre de sus hijos? ¡Busquemos un auténtico no-político! ¡Encontremos a nuestro Milei! Esa puede ser la nueva moda. No será difícil buscar candidatos atractivos aparentemente alejados de la política. Incluso -por seguir la estela Milei-Hayek- podrá haber alguno que argumente con brillantez contra «los socialistas de todos los partidos», que, como las meigas, existen, habitan entre nosotros… y deciden demasiado. Pero, que no se nos olvide, en España esa (¿próxima?) moda Milei tiene como (actuales) publicistas a quienes, por encima de todo, evitan cualquier crítica o decisión que pueda poner en dificultades al pésimo Gobierno que padecemos.
El lado bueno es que las modas marcan tendencia y, ¡qué cosas!, el Gobierno del aprobado general dice ahora que habrá que reforzar el estudio de las matemáticas y la lectura en la escuela. Cualquier día se anima y defiende la libre empresa, la separación de poderes y el imperio de la ley. Por aquello de que «la única verdad es la realidad», que dijo Sánchez citando (a Perón cuando citaba) a Aristóteles.