Desidia, molicie y sumisión
«Sánchez por mantenerse en el poder sacrificará lo que haga falta. Incluso esa ley que según ellos era sólida, robusta y constitucional»
Era difícil vivir algo más humillante y vergonzoso que la sesión del Congreso con la devolución de una ley de amnistía redactada por los delincuentes y rechazada por ellos mismos. Pero para Sánchez nada es imposible. Y lo ha conseguido. Mientras la Eurocámara pedía prohibir la amnistía e indultos a los delitos de corrupción, el PSOE votaba en contra. La enmienda, promovida por el Partido Popular Europeo, y que se integrará en la nueva directiva europea contra la corrupción, todavía tiene que aprobarse en el pleno y pactarse con los Gobiernos de los 27 países miembros ya en la siguiente legislatura.
El hecho de que al PSOE no le gusten que se prohíban amnistías e indultos a la corrupción no es nuevo. Tiene un antecedente en el gobierno Sánchez, cuando tras derogar el delito de sedición también rebajó las penas del delito de malversación. Fue un puñetazo directo al Código Penal, legislado además por conductos no habituales para una rápida tramitación que beneficiara a sus socios independentistas. La defensa del Estado de derecho, la lucha contra la corrupción o la defensa de la independencia judicial es algo que en los últimos años provoca alergia en las filas socialistas ante el temor de la represalia de Junts. Y cuando lo hacen, lo hacen con desidia. Muchas veces con molicie y siempre sumisos para no enfadar mucho a sus socios independentistas.
Vergonzantes han sido las imágenes del Congreso con la enésima humillación del gobierno de Pedro Sánchez tras el rechazo de Junts a una ley de amnistía que los socialistas habían escrito y remendado varias veces al dictado del propio Puigdemont. No sólo les han exigido crear una ley de amnistía que todos los dirigentes socialistas, con Sánchez a la cabeza, consideraban inconstitucional hasta el 24 de julio, sino que les han obligado a remiendos cosidos con mentiras políticas para intentar librar por todos los medios y como sea al valiente líder Carles Puigdemont de los casos judiciales todavía abiertos.
Junts ha dejado claro que no querían realmente la amnistía para esos cientos de «indepes» procesados en distintas causas del «procés». El no de ayer de Junts lo único que quiere evitar es que ese líder que huyó a Bélgica escondido en el maletero puede ser finalmente procesado por algún juez. Dijeron que iban a «hacer mear sangre» a Pedro Sánchez y tras el no a la amnistía de Junts, algún dirigente de ERC también estuvo a punto de hacerlo.
ERC y Junts son enemigos a muerte, pero amigos independentistas que se unen a la hora de insultar reiteradamente al poder judicial español en el mismo Congreso de los Diputados que los juzgó y sigue juzgando. No solo avergüenza, además indigna la desidia, molicie y sumisión de Francina Armengol, esa presidenta del Congreso que, como nos temíamos muchos, está resultado una empleada obediente y entusiasta con los caprichos de Sánchez. Impresentable su silencio y pasividad ante los insultos de los independentistas a los jueces españoles desde la tribuna del Congreso. Ella calla y deteriora el prestigio del poder legislativo.
«Saben que Europa ya está alerta y que, si encima se incluyen delitos de terrorismo, malversación e incluso de alta traición por convivencia con Putin»
Y no es la única. Tampoco frena ni desmiente nada Félix Bolaños, el triministro de Justicia, Relaciones con las Cortes y Presidencia. Fue uno de los principales afectados. Era su ley y al verla rechazada dijo sin despeinarse, aunque es cierto que siempre va despeinado, que esa ley había entrado constitucional y volvería constitucional. Cuestión de días volver a recuperar esta declaración para ver si se cumple. No habló Sánchez, al que sí se vio con un rostro hierático herido en su soberbia autocrática. Presidente del gobierno, ministro de Justicia, resto de ministros, presidenta del Congreso, diputados socialistas. Todos permiten los insultos y mentiras sobre los jueces de unos independentistas que siguen sin comprender que el problema no son los jueces, sino las leyes que violaron.
Porque mienten los independentistas cuando venden el relato de que los jueces han emprendido pasos judiciales coincidiendo con la tramitación. Tanto en el caso Tsunami como el de las vinculaciones con Putin han sido publicados los autos de prórroga estos días por algo tan sencillo como que expiraban los plazos de instrucción de seis meses. Coincidencia, sí. Persecución, ninguna. El procedimiento jurídico es así. Los jueces de instrucción tienen todo el derecho del mundo a investigar todo lo que consideren.
El día después, los socialistas parecen haberse dado cuenta de la encrucijada en la que están. O se mantienen en lo dicho, que no suele ser habitual en Sánchez, o se saltan y machacan como es habitual una nueva línea roja en este mes que tienen para volver a estudiar en la comisión de justicia la ley derrotada y devuelta a toriles para no enfadar al auténtico político que manda en España, aunque resida en Waterloo. Ya dicen que hay tiempo para el diálogo en este mes que tiene la comisión de Justicia del Congreso. El problema es que saben, que, aunque el texto Frankenstein que habían presentado superara el filtro del Constitucional porque controlan el tribunal, en Europa lo tenían más difícil, casi imposible. Saben que Europa ya está alerta y que, si encima se incluyen delitos de terrorismo, malversación e incluso de alta traición por convivencia con Putin, la devolución de la ley está garantizada.
Sánchez por mantenerse en el poder sacrificará lo que haga falta. Incluso esa ley que según ellos era sólida, robusta y constitucional. Sabe y asume que el resto de legislatura será dolorosa en cada votación. Pero él solo quiere seguir en la Moncloa para dirigir un gobierno que sigue paralizado en cada paso por las demandas y chantajes de sus socios. Les da igual todo. Por eso también son sumisos con el amigo francés que permite que sus agricultores y policías se ensañen con los camioneros españoles quemando y derramando sus productos. Ni una protesta seria a Francia, que no se enfade. Sumisos con Marruecos que les sigue colando en Barajas inmigrantes senegaleses en Royal Air Maroc, que no se enfade Mohamed VI. Sumisos con Maduro que ha vuelto a dar un golpe electoral y España es el único país democrático que sigue apoyando que no se le castigue.
Vivimos tiempos de desidia, molicie y sumisión. La única esperanza es que, a pesar de todos los ataques, los jueces siguen haciendo su trabajo. Es lo que tienen las leyes y los jueces en un estado de derecho democrático.
Y España, todavía lo es.