THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Maduro, el amigo de Zapatero

«La vergonzante amistad de Zapatero con el narcodictador Maduro es todavía difícil de comprender para cualquier demócrata. Lo mismo que sus infinitos viajes de incógnito a Caracas»

Opinión
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Maduro, el amigo de Zapatero

Zapatero y Maduro. | Agencias

Siempre es triste cuando nos olvidamos de conflictos que siguen activos pero que el ritmo de la actualidad y de la política los tapa por la sucesión de nuevos hechos que acaparan la atención de la opinión pública. A veces, algunos de esos conflictos olvidados son de una especial tristeza. Uno de ellos es especialmente trágico porque su naturaleza totalitaria ha provocado la desaparición de libertades en el país desde hace ya más de dos décadas. Un país muy querido por su histórica y directa cercanía con el pueblo español. 

Venezuela sigue siendo una dictadura totalitaria que se sustenta por el terror que ha provocado más de seis mil asesinatos políticos según reconoce, año tras año, la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Un régimen que ha provocado el exilio de más de siete millones de sus ciudadanos. Y la gran mayoría no son esa clase media y alta, muchos de los cuales han llegado a España y han convertido la colonia venezolana en una de las más importantes en nuestro país. No, desgraciadamente, varios millones de ellos son de clase muy humilde, sin recursos económicos. Muchos han huido a pie a Colombia, Perú, Ecuador, Panamá o México. A donde han podido. Malviviendo en el exilio y en la miseria y muchos muriendo en el intento de huir del régimen de Nicolás Maduro.

Venezuela es, año tras año, uno de los tres países del mundo con mayor inflación. Los otros dos suelen ser países en guerra. Con una enorme riqueza ha sufrido el mayor descenso de su PIB en la historia de Hispanoamérica en los últimos veinte años. Es de los países con mayor índice de pobreza. Casi todo el que puede huye por el miedo a la tiranía y por la pobreza. Y con la paradoja de ser uno de los mayores importadores de coches de alta gama o de todo tipo de productos de lujo en los últimos años. Y no es porque la economía se esté arreglando. Se debe al bloqueo que sufría el país que evitaba que sus elites chavistas y militares siguieran sacando a Suiza, Andorra o las Islas Caimán, el chorro constante de dinero procedente de sus robos y corrupción. El narcotráfico en Venezuela está repartido y controlado por su clase dirigente política y militar. Venezuela es una sucesión de infinitos y corruptos monopolios de productos que son controlados por el chavismo y los militares. Una casta fundamental en el mantenimiento de la tiranía. Venezuela tiene más generales que toda la OTAN junta, incluido Estados Unidos. Ellos protegen la corrupción chavista porque también son parte de esa corrupción.

La guerra de Ucrania provocó el reblandecimiento hipócrita de los Estados Unidos en sus medidas de presión contra la dictadura. Biden prefirió asegurarse circuitos de gas y petróleo venezolano a mantener la presión política y comercial contra el dictador. Incluso aflojó su presión sobre los negocios narcos de la familia de Maduro. El presidente Biden intentó camuflar su cambio forzando el enésimo intento de que dictadura y oposición venezolana negociaran directamente. Esta vez tocó en Barbados. Todas las veces anteriores que negociaron Maduro traicionó lo acordado. En muchas de ellas participó como supuesto mediador el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero. En todas ellas el político español acabó actuando más como martillo chavista que como mediador.

La vergonzante amistad de Zapatero con el narcodictador Maduro es todavía difícil de comprender para cualquier demócrata. Lo mismo que sus infinitos viajes de incógnito a Caracas. Cierto que, a veces, para que no suene muy mal, él vende su actividad allí en una mediación para la liberación de algún preso político. Apenas se le ha escuchado con energía alguna condena a los asesinatos políticos, a los presos políticos, al exilio de millones de Venezuela, a la persecución de jueces, fiscales, médicos, universitarios, periodistas, profesores universitarios, abogados, a todos los que han sido machacados por la dictadura. Por eso la oposición democrática venezolana le rechaza, no lo quiere ver en ningún proceso.

Esta vez Zapatero no estaba en Barbados para ver cómo de nuevo Maduro rompía las promesas de unas elecciones presidenciales limpias. Me extrañaría escuchar alguna condena suya al nuevo golpe totalitario de la dictadura venezolana que ha condenado e inhabilitado a la líder de la oposición democrática, María Corina Machado, la triunfadora de las primarias opositoras celebradas hace apenas un par de meses. Es importante no olvidar que el chavismo lo primero que hizo en la época de Chávez fue tomar el control total del poder judicial. Nombra a todos los jueces y domina todas las instituciones judiciales con puño de acero para justificar su dictadura política. Es lo que buscan siempre primero los que intentan controlar un país.

«Maduro ha vuelto a robar las elecciones. Esta vez, antes de que se produzcan. Y en España, de momento silencio»

En esta ocasión ha sido el Tribunal Supremo de Justicia el que ha decretado una inhabilitación de 15 años a María Corina Machado para ejercer funciones públicas. No se esconde Maduro en sus fascistadas y hasta le pone nombre. Esta operación que ha llamado «Furia Bolivariana» inhabilita a la líder de la oposición por «ser partícipe de la trama de corrupción orquestada por el usurpador Juan Guaidó que propició el bloqueo criminal a Venezuela, así como también el despojo descarado de empresas y riquezas en el extranjero». Es decir, condenan a la opositora por colaborar con la oposición de Guaidó. En el colmo de hipocresía se le achaca algo que podría haber hecho y tendría todo el derecho, pero que ni siquiera hizo por su mala relación con el frustrado presidente Guaidó.

No le quedaba otra al amigo de Zapatero. A pesar de los siete millones de exiliados opuestos al chavismo, las encuestas daban a Machado un holgado triunfo por encima del 60% frente al dictador. Maduro ya ha falsificado, mutilado o atado el resultado de varias elecciones presidenciales. Esta vez no ha esperado a que hubiera votaciones que luego intentaba blanquear con sus siempre considerados amigos mediadores que nunca veían nada raro en una dictadura en la que el Consejo Electoral Nacional está también en manos chavistas y ha permitido todo tipo de corrupción y manipulación antes, durante y después de las votaciones. Machado les iba a ganar. Incluso por si acaso también han inhabilitado a Capriles, otro destacado opositor que ya ganó a Maduro, aunque luego en el conteo los chavistas le robaran el resultado.

Maduro ha vuelto a robar las elecciones. Esta vez, antes de que se produzcan. Y en España, de momento silencio. No se ha escuchado todavía ninguna crítica del presidente del gobierno Pedro Sánchez o del responsable de exteriores José Manuel Albares siempre tan sensibles y críticos con otros países y tan complacientes y ciegos con Maduro, el amigo de Zapatero.

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