THE OBJECTIVE
David Mejía

En defensa de Koldo

«Sabemos qué ocurrirá: el PSOE se desentenderá de él hasta que la Justicia reclame piezas mayores, y cuando eso pase, el PSOE se desentenderá de la Justicia»

Opinión
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En defensa de Koldo

Ilustración de Alejandra Svriz.

Para los amantes del misterio resulta descorazonador confirmar que en la vida real las cosas casi siempre son lo que parecen. No percibirán amago de sorpresa en ninguna de las crónicas, informaciones o columnas dedicadas a las corruptelas de Koldo García Izaguirre. No ha extrañado a nadie que el tal Koldo, sombra alargada (y ensanchada) del exministro Ábalos, haya sido detenido por cobro de comisiones ilegales. Conociendo un poco al personaje, lo asombroso habría sido leer que Koldo había publicado una nueva traducción de la Eneida o registrado una patente. Pero leer que ha sido detenido por corrupción ha sido como enterarse de que Feijóo duerme con las gafas puestas o que Errejón se toma un Cola-Cao antes de acostarse: no teníamos pruebas, pero tampoco dudas. Las cosas, insisto, suelen ser como parecen. 

La UCO de la Guardia Civil detuvo a Koldo por formar parte de una trama criminal que se lucró vendiendo productos sanitarios durante la pandemia, y cobrando comisiones abultadas e ilegales. Se le imputan delitos de organización criminal, tráfico de influencias y cohecho por contratos con varias administraciones.

No parece creíble que Koldo actuara sin la aquiescencia, quién sabe si con la complicidad, de su protector, José Luis Ábalos. Y si me permiten un ejercicio de hermenéutica televisiva, les diré que las respuestas tartamudas que Ábalos dio al presentador Risto Mejide no son las de un hombre sorprendido, sino las de un hombre superado. 

«Lo que es inverosímil es que Ábalos creyera que la empresa de su amigo Koldo era la mejor opción»

Pero Ábalos no es el único salpicado. Las mordidas del clan no hubieran sido posibles si las administraciones públicas no hubieran suscrito con su empresa contratos valorados en 53 millones en euros. Entre las administraciones que contrataron los servicios de Koldo y asociados estuvieron, entre otras, el Ministerio del Interior, el Gobierno de Canarias, presidido por Ángel Víctor Torres, hoy ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, y el de Baleares, presidido por la actual Presidenta del Congreso. En su defensa alegarán que por qué iban a comprobar el historial mercantil de la sociedad de una empresa que viene recomendada por el Ministro de Transportes y Secretario de Organización del PSOE. 

Lo que es inverosímil es que Ábalos creyera que la empresa de su amigo Koldo era la mejor opción para gestionar la compra de material sanitario en plena pandemia. Un hombre que trabajaba de portero de un club de alterne, sin estudios y con antecedentes penales no da, a priori, el perfil para confiarle tamaña responsabilidad.

Como decíamos, Koldo sólo es lo que parece. Y por eso he venido a defenderle. Koldo se sintió poderoso, intocable. No es para menos: su perfil de Twitter lo encabeza una foto en la que sale abrazado al presidente del Gobierno, en cuyo libro, Manual de resistencia, aparece como un aliado secundario pero fiel. Ya sabemos lo que ocurrirá con Koldo: el PSOE se desentenderá de él hasta que la Justicia reclame piezas mayores, y cuando eso suceda, el PSOE —como acostumbra últimamente— se desentenderá de la Justicia.

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