Koldo desatasca la amnistía
«Es más fácil para Sánchez vender la amnistía como algo democrático que convencer a la gente de que la corrupción en la pandemia fue por el bien general»
El comité de crisis de Moncloa consideró que era insoportable una noticia más sobre la corrupción. El manual del buen populista indica que un marrón se tapa con otro que, en principio, sea más debatible. Es más fácil para Sánchez vender la amnistía como algo democrático, que convencer a la gente de que la corrupción con material sanitario y el dinero de la UE en plena pandemia fue por el bien general.
El sanchismo se asienta en el relato, y por eso sus mandarines creen que es más sencillo vender la concordia con la amnistía, que hablar de honradez con la corrupción desparramándose a borbotones por las ventanas del PSOE.
Más claro. Sánchez es capaz de cualquier cosa, como la amnistía preventiva para todos, antes que permitir las imágenes de televisión de un ministro, presidenta del Congreso o similar acompañado por la Guardia Civil hasta un coche patrulla o saliendo de un juzgado con gafas de sol y una gorra del chino.
Han sacado la amnistía porque ni siquiera toda la maquinaria socialista de propaganda ha podido ocultar la realidad corrupta del PSOE. El ridículo ha sido épico. Mientras los palmeros sanchistas, incluidos los de la tele pública, mienten sobre Miguel Tellado, la esposa del presidente del Gobierno sale en la trama de Air Europa.
Al tiempo que citan a Aznar para que explique no sé qué sobre un tipo de la trama de Koldo que un día pisó la sede de FAES, resulta que María Jesús Montero conocía las irregularidades de la red corrupta desde 2022, y quizá antes. «Yo sé lo que haría», ¿verdad? Pero no acaba aquí, porque a la vez que los paladines a sueldo del sanchismo señalan a los periodistas que hacen su trabajo, resulta que Armengol aparece como colaboradora necesaria en el caso Koldo, y conocemos que Salvador Illa pagó cinco millones por unos guantes que nunca llegaron.
«Marchitas las malas excusas, el sanchismo ha cedido a las demandas de Junts para distraer a la opinión pública»
Nada les ha funcionado. Ni siquiera sacar a pasear el 11-M para trasladar la idea de que desde el PP solo salen bulos y teorías de la conspiración. Ya saben: si se instala en la cabeza del electorado de la izquierda que la derecha miente, se consigue que sus feligreses indulten, amnistíen o blanqueen los delitos del PSOE.
Marchitas las malas excusas, y sin otro Franco que desenterrar, el sanchismo ha cedido a las demandas de Junts para distraer a la opinión pública. La celeridad ha sido tal que cabe pensar que la corrupción en el PSOE es tan vertical y horizontal que Sánchez prefiere que se hable de la amnistía.
Así el caso Koldo ha desatascado la ley de marras. Sí, aquella que se presentó como proposición de ley por el Grupo Parlamentario socialista para evitar los informes preceptivos de otros organismos. Ya saben la trampa, pero la explico. Si es a iniciativa del Gobierno es proyecto de ley, no proposición, y, por tanto, va acompañada de dichos informes. Temiendo, y con razón, que estos iban a ser negativos, Sánchez, que es un listo muy listo, prefirió que lo presentara el grupo del PSOE en el Congreso. Esta es la forma en la que el socialismo entiende la democracia, como un cajón de trucos.
«La PSOE, la empresa, tramitó la amnistía por vía de urgencia para acortar los plazos»
Y eso que la PSOE, la empresa, digo, tramitó la amnistía por vía de urgencia para acortar los plazos. En este caso, la fullería sirvió para abreviar y que se presentara inmediatamente algo tan urgente para el devenir de la Humanidad y la conquista del cosmos como la impunidad de los delincuentes catalanes. También así el Gobierno, más despierto que un gallo al alba, evitaba cualquier fiscalización.
Pero hete aquí que la ley de amnistía no gustó a Junts. Salió Miriam Nogueras, que suspendió las oposiciones al Club de la Comedia, y declaró que rechazaban el bodrio porque no querían dejar a nadie atrás. Quizá se refería a Putin. Cualquiera sabe. Fue entonces cuando la prensa sanchista dijo aquello de que la amnistía se había «atascado», como si la cisterna del inodoro no funcionara.
Sánchez lanzó entonces a sus muñidores del frac, más conocidos como Santos Cerdán y Félix Bolaños, a preguntar al señorito Puigdemont qué quería para cenar. En el ínterin saltó el caso Koldo, con Ábalos haciendo de Tony Soprano, y el ventilador hizo el resto. La salpicadura llegó a varios ministerios y expresidentes de gobiernos autonómicos, y dejó a Begoña al gotelé. Pero no hablemos de casos familiares, por favor, a no ser, claro, que sea sobre el hermano de Ayuso, aunque su caso haya sido archivado varias veces.