Begoña, el problemón de Sánchez
«¿Qué hace la mujer del presidente del Gobierno participando en unas gestiones por las que se piden y pagan importantes comisiones de dinero público?»
Amparo Illana, mujer de Adolfo Suárez, intentó que el Palacio de la Moncloa fuera una casa donde educar con normalidad a sus hijos. Nunca quiso ser una figura pública. Pilar Ibáñez-Martín, esposa de Leopoldo Calvo Sotelo, madre de ocho hijos, pasó por Moncloa apoyando discretamente a su marido que tuvo una difícil andadura tras el golpe de Estado. Carmen Romero, casada con Felipe González, fue la primera mujer de presidente de Gobierno que llegó a la Moncloa teniendo un empleo propio y siendo militante del PSOE desde 1968. Hasta 1989 tuvo un discreto papel sin perder su identidad. En 1989 se presentó como candidata al Congreso de los Diputados por Cádiz, consiguiendo su acta de diputada que mantuvo hasta 2004. Ella dijo de la realidad de la mujer del presidente: «No hay un estatuto especial para ser la mujer del presidente, sólo luchar por no dejar de ser tú misma». Lo consiguió.
Ana Botella, mujer de José María Aznar, aprobó las oposiciones al Cuerpo de Técnicos de Administración Civil del Estado en 1977. En 1978 comenzó a militar en Alianza Popular. En la Moncloa fue un incondicional apoyo del presidente. Se equivocaron con la boda de su hija. Ella esperó a desarrollar su carrera política a que terminara la etapa política de su marido.
Sonsoles Espinosa, mujer de José Luis Rodríguez Zapatero, era cantante lírica y profesora de música. Al llegar a la Moncloa se integró en el coro del Teatro Real como soprano. Mujer discreta cumplió con sus obligaciones de mujer del presidente del Gobierno. Se equivocaron cuando posaron con sus hijas vestidas de góticas con el matrimonio Obama en Nueva York. Elvira Fernández Balboa, Viri, mujer de Mariano Rajoy, licenciada en Ciencias Económicas, trabajó en Antena 3 y después en el grupo Telefónica. Se caracterizó por su discreción y austeridad. Abandonó su trabajo, pidiendo una excedencia, cuando su marido llegó a la presidencia del Gobierno. Utilizó su capacitación profesional para ahorrar, optimizar y reducir gastos en más de un 25% en el Palacio de la Moncloa.
Todas las mujeres de los presidentes han sabido estar y hacer su papel. Cada una con su personalidad y todas han intentado proteger al máximo el anonimato de sus hijos. Como dijo Carmen Romero, todas no dejaron de ser ellas mismas. Ninguna generó la más mínima duda sobre su actividad como mujeres de los presidentes.
Y llegó Begoña Gómez, la mujer de Pedro Sánchez. Quizás cabría decir que en el principio de la historia Pedro Sánchez era el marido de Begoña Gómez. Licenciada en Marketing en ESIC también tiene un máster en Administración de Empresas. Hasta la llegada de Sánchez a la Moncloa trabajó en distintas ONGs —Oxfam, Amnistía Internacional o Anesvad— para evolucionar a directora de consultoría en externalización comercial en la consultora del Grupo Inmark. Cuando llegó a la Moncloa, lejos de desempeñar un papel como habían hecho todas las mujeres de los presidentes del Gobierno, aprovechó la posición de su marido para dar un salto cualitativo profesional siendo, con mucha polémica, nombrada directora del África Center del Instituto de Empresa. Empleo que abandonó para codirigir en la Universidad Complutense un máster denominado Transformación Social Competitiva. Lo que han resultado ser dos tapaderas.
«De Begoña se ha dicho que es discreta. No es verdad, es secreta. Se dedica sin pudor a rentabilizar al máximo su posición»
De las siete mujeres de los presidentes, Amparo Illana, Carmen Romero y Sonsoles Espinosa, coinciden en ser hijas de militares. Su educación responde al canon de disciplina, discreción y trabajo. Pilar Ibáñez-Martín era hija del presidente del Consejo de Estado de Franco, institucionalidad pura. Ana Botella, hija de médico. Begoña es hija de Sabiniano Gómez Serrano empresario del negocio de saunas gays —Azul y Adan—un negocio con ambiente sórdido. Ese ambiente es lo que le ha debido de llevar a considerar como lógico y normal que el núcleo cero de tu marido sean personajes como Ábalos, Santos Cerdán y Koldo. Dime por dónde andas y te diré cómo eres. Por eso no sorprende que Begoña aparezca con Víctor Aldama el intermediario, el conseguidor de la trama de Koldo.
De Begoña se ha dicho que es discreta. No es verdad, es secreta. Se dedica sin pudor a rentabilizar al máximo su posición. Sólo aparece con su marido en actos inexcusables o que sean de auténtico poder. Le encanta aparecer junto a los muy poderosos como en la Cumbre de la OTAN, el acto de presidencia de la UE o la visita del presidente Biden. Algún día sabremos cómo utiliza esas relaciones.
El reparto de papeles es obvio. Pedro se ha quedado en la Moncloa para controlar el poder. Begoña es la que se encarga de los negocios de casa aprovechando ser la mujer del presidente del Gobierno de España. Todavía no aparece en ningún sumario, pero política y éticamente es absolutamente inmoral e indecente.
El mayor problema de Pedro Sánchez no son Ábalos, Koldo, Santos Cerdán, Armengol, Marlaska … y todos los que participaron en el robo de las mascarillas. El Gobierno de Sánchez, según pasan los días, se convierte en un entramado corrupto dirigido por los más macarras del grupo, que aprovecharon la pandemia para enriquecerse con el agravante de muertes masivas. El relato surrealista del Gobierno se termina cuando la UE ha pedido investigar los contratos de las mascarillas.
«¿Qué hace la mujer del presidente participando en reuniones que afectan a más de 400 millones de fondos europeos?»
El gran problema político de Pedro Sánchez es la ilimitada ambición y la forma de actuar de Begoña Gómez. Seguimos sin saber qué hace en Marruecos. Pero ya tenemos toda una batería de preguntas sobre lo que sí ha hecho. ¿Qué hace la mujer del presidente del Gobierno reuniéndose con el conseguidor de Koldo, Víctor Aldama y Javier Hidalgo en la negociación del rescate de Air Europa y Globalia? ¿Qué hace la mujer del presidente participando en reuniones que afectan a más de 400 millones de euros de fondos europeos? ¿Qué hace Begoña en la toma de decisiones políticas públicas? ¿Qué cargo público tiene para estar ahí? ¿Qué hace la mujer del presidente del Gobierno participando en unas gestiones por las que se piden y pagan importantes comisiones de dinero público?
Todo un escándalo por el que habría caído cualquier gobierno. El presidente ya ha dado órdenes a Bolaños de que transmitan a los periodistas que Begoña es un «tema privado» del que no puede hablarse. ¿El tráfico de influencias, delito que está tipificado, es un «tema privado»? ¿Van a aclarar qué comisiones se han repartido y dónde? ¿Los viajes del Falcon a República Dominicana, donde reside José Hidalgo y tiene importantísimas propiedades, cree que va a ser un secreto de Estado?
Pedro Sánchez está en caída libre gracias a su exitosa gestión de la pandemia. Todo un entramado de corrupción desde su Gobierno con ramificaciones a los Gobiernos autonómicos socialistas. Y esta vez no van a pararlo porque Sánchez ha conseguido unir a todos los jueces en su contra y que el disciplinado benemérito cuerpo esté absolutamente indignado y cabreado contra él. Nunca ha habido tanta diligencia en la investigación entre autos y pruebas.
Cómo será lo robado que el Gobierno prefiere que se hable de la ley de amnistía antes que de esto. Las mascarillas desgastan y van a costar políticamente muchos cargos en su Gobierno. Habrá que ver qué pasa con los fondos de la UE. Lo que está claro es que Begoña Gómez, por no desempeñar su papel como hicieron todas las mujeres de los presidentes, es todo un problemón para Sánchez, porque se atisba un largo futuro judicial.