THE OBJECTIVE
Román Cendoya

Goya a la indignidad

«El cine no es solidario ni con la gente —los guardias civiles y sus familias— ni con el campo. Y luego les extraña que con el cine español las salas estén vacías»

Opinión
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Goya a la indignidad

Ilustración de Alejandra Svriz.

La suma de acontecimientos de los últimos días son todo un desfile de hechos que ponen, más que de manifiesto, la grave descomposición del poder. Eso no significa que se descomponga el Estado. De cómo se gestionan los acontecimientos y como se responde ante ellos los mismo hacho pueden pasar de hecho a lamentable deshecho.

Sin duda alguna lo más grave es que a estas horas Fernando Grande-Marlaska siga siendo ministro del Interior. Dos guardias civiles asesinados, otro amputado y el instituto armado avasallado por unos bastos narcos en Barbate por la negligencia política de un Gobierno cuyo ministro del Interior es muy difícil que caiga más bajo. Que Marlaska siga siendo ministro del Interior es responsabilidad de Pedro Sánchez. En política suceden hechos de los que el ministro no es el responsable directo pero cuando se producen, es obligatorio que se asuma la responsabilidad política. Y los asesinatos de Barbate, en los que la responsabilidad política es más que evidente, siguen sin tener la asunción de la misma.

Marlaska es el responsable político del desmantelamiento de la unidad de élite de la Guardia Civil en la lucha contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar. Fue hace 16 meses cuando se cargó el Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON) Sur, integrado por 150 agentes especializados en la lucha contra el tráfico de drogas y las actividades vinculadas con el blanqueo de capitales, el crimen organizado y la corrupción. Desde su creación en 2018 esta unidad de élite fue una pesadilla para las organizaciones vinculadas con el narcotráfico en el Estrecho. El día que Fernando Grande-Marlaska decidió liquidar la unidad de élite había detenido a más de 12.000 delincuentes, se habían incautado 35 toneladas de cocaína, casi dos millones de hachís, narcolanchas, vehículos, combustible, etc. Un cierre sin ni siquiera comunicárselo a la Fiscalía General del Estado.

La OCON perjudicaba totalmente a las organizaciones narco que desde el otro lado del Estrecho inundaban Europa de estupefacientes. Ampliaron el negocio a la cocaína pero la presencia de la Guardia Civil era un freno a la expansión y el crecimiento. Cabe recordar que el presidente del Gobierno, en abril de 2022, se entrevistó en Marruecos con el mayor empresario del Reino. Nada se mueve allí sin su consentimiento. Sánchez sigue sin explicar porqué le regaló el cambio de posición del presidente —que no de España— respecto al Sáhara. Y resulta que Marlaska, sin mayores explicaciones, consultas ni comunicación, en octubre de ese mismo año disolvió el OCON-Sur.

¿Casualidad? Lo cierto es que desde entonces las bandas campan a sus anchas. Tanto como que por el mal estado del mar la narcolancha se refugió en el interior del puerto impunemente y delante de todo el mundo. Ante semejante provocación, con un hinchable de domingueros, mandaron a los guardias civiles a una batalla desigual que terminó con asesinatos y heridos graves. Y el ministro no dimite. Y el presidente no le cesa. Y alguien se sigue forrando al otro lado del Estrecho con el negocio del narco porque Marlaska desmanteló el cuerpo de élite. ¿Fue decisión, orden o cesión? En cualquiera de las tres opciones la dimisión es lo mínimo. Y en su persistencia el cese debería ser fulminante. Que hoy Marlaska sea ministro es responsabilidad de Pedro Sánchez.

«Sánchez no ha acudido a ningún acto de homenaje a los guardia civiles asesinados»

Es imperdonable e injustificables cómo ha actuado el presidente Pedro Sánchez. No ha acudido a ningún acto de homenaje a los guardia civiles David Pérez y Miguel Ángel González asesinados por los narcos. Una actitud inadmisible de quien, en su mezquindad infinita, dio el pésame a Bildu por el suicidio en la cárcel de San Sebastián del terrorista etarra Igor González Sola.

A la vez el campo se manifiestaba y movilizaba con toda una cosecha de razones. Y en vez de centrarnos en lo importante, en las necesidades de una agroindustria que debería ser la líder mundial, aparece el voluntariado especial de las neo-organizaciones que vienen a buscar beneficios políticos en el río revuelto de unas reivindicaciones que se confunden mezclando enajenación de agendas con ayudas, precios, cultivos y votos.

Así la radical Lola Guzmán —su trayectoria lo dice todo— entendió que se representa al campo gritando contra los policías que cumplen órdenes: «Con los menas no tenéis cojones», «criminales», o el muy racista y criminal: «Si levantáis la porra contra un español os la vais a ver. Os mató a pocos la ETA, hijos de puta». La justa reivindicación del campo convertido en deshecho por odiadores profesionales de extrema derecha. Menos mal que ASAJA, COAG y UPA son mayoría sensata que saben qué reivindicar y cómo. Sufriendo al gobierno y las normas desatinadas de la UE.

Y en esta complicada situación se celebró la gala de los Goya. En una año en el que el cine español ha producido algunas películas de gran calidad cinematográfica y ha vuelto a demostrar su poca sensibilidad con la realidad española. Un acto a la medida de un Gobierno de izquierdas donde los titiriteros progres demuestran que son serviles acríticos con el poder y han puesto en evidencia su histórica cobardía e insensibilidad. En los peores tiempos de ETA asesinaron durante el Festival Internacional de Cine de San Sebastián al guardia civil Juan Carlos Beiro Montes y sus compañeros heridos mediante una pancarta bomba en Leiza.

«Todos unos cobardes insensibles que callaron miserablemente y siguieron la fiesta»

A los dos días durante la ceremonia el de clausura nadie del cine abrió la boca. Ninguna solidaridad. La Concha de Oro de aquel 2002 fue para la película española Los lunes al sol. Estuvieron protagonistas, director y productores. Todos unos cobardes insensibles que callaron miserablemente y siguieron la fiesta. Las autoridades políticas que lideraron la cobardía fueron Odón Elorza alcalde socialista de la ciudad y el lehendakari Juan Jose Ibarretxe que en estupidez política compite con Ortuzar el actual burrukide del PNV.

Lo mismo que en los Goya. Ni una palabra del cine empezando por los presentadores de la gala —los Javis y Ana Belén—y siguiendo por todos y cada uno de los que subieron a manifestar sus complejos y sus compromisos ideológicos siempre alineados con Pedro Sánchez. Es repugnante ver la sensibilidad con la lejana Gaza o sus temas de agenda política y ninguna con los guardias civiles asesinados, sus familias , o para con los agricultores y ganaderos que son su público y además les dan de comer. El presidente del Gobierno relajado, sonriente y feliz de fiesta mientras lloraban de rabia la Guardia Civil y la gente de bien. Silencio y persecución a los trabajadores del campo para que no se pudieran acercar a la gala porque sus dirigentes de izquierda progresista no se podían salpicar del barro de los obreros del campo cuando ellos lucían smokings y trajes de gala en alfombras rojas.

Todo lo que podían ser hechos de la realidad de un país, en su dolor y grandeza se convirtieron en deshechos pestilentes de un poder político repugnante que lo sostienen meritorias del régimen como la lamentable Inés Hernand, mercachiflera maleducada que usó la televisión pública para exhibir la grosería, la mala educación y babear a Pedro Sánchez: «Eres un icono presi. Te queremos». Vergüenza ajena. Y para completar el despropósito Pedro Almodóvar, en modo reina madre, reivindicó el dinero del cine porque los adelantos los devuelven a través de los impuestos. Y lo dijo el que con su hermano pagaba a través de una SICAV y protagonizó los papeles de Panamá.

Que los Goya son tóxicos lo demuestra que mientras Pedro Sánchez no puede pisar la calle va a los Goya porque se corren con él. El cine no es solidario ni con la gente —los guardias civiles y sus familias— ni con el campo que representa la España vaciada. Y luego les extraña que con el cine español las salas estén vacías. Demasiados deshechos para España.

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