La ciencia en cuestión
«Uno sale de la lectura de ‘La ciencia en cuestión’, de Antonio Diéguez, con una visión renovada de la ciencia, sus dificultades, sus logros y su posible futuro»
Antonio Diéguez es un sabio cotidiano, cuya cercanía y sentido del humor envuelven cortésmente sus notables conocimientos. De entre las dos modulaciones del genio malagueño, la picassiana y la chiquitista, Diéguez se inclina por la acertada, la segunda: cuando cuenta historias, sus suaves toques a lo Chiquito de la Calzada segregan un regusto por el cómo aún más que por el qué, interesante igualmente. Por lo demás, es catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga y acaba de publicar un libro perfecto sobre su materia: La ciencia en cuestión. Disenso, negación y objetividad (Herder).
No es un manual de filosofía de la ciencia, como sí lo era su ya clásico Filosofía de la ciencia. Ciencia, racionalidad y realidad (UMA Editorial), muy leído por estudiantes e interesados; pero los lectores de La ciencia en cuestión, al asistir al ejercicio (teórico) de esta disciplina sobre los asuntos acuciantes de la ciencia en el presente, recibirán un despliegue bastante completo de su sentido y sus posibilidades. Se harán una idea jugosa de lo que la filosofía de la ciencia puede hacer; y, como derivación de ello, de lo que la filosofía de la ciencia es.
De entre las obras anteriores de Diéguez, destaca La vida bajo escrutinio. Una introducción a la filosofía de la biología (Biblioteca Buridán). En los últimos años se ha ocupado de la filosofía de la tecnología y del transhumanismo, lo que ha fructificado en dos estudios importantes: Transhumanismo. La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano y Cuerpos inadecuados. El desafío transhumanista de la filosofía (ambos también en Herder). Al ser temas candentes, y al haberlos abordado con su saber y rigor habituales, Diéguez ha alcanzado notoriedad internacional; hasta el punto de convertirse, como señaló su compañero Manuel Toscano en la presentación de La ciencia en cuestión en Málaga, en una estrella académica. En dicho acto Diéguez bromeó con que, como dicen los actores, no quería «encasillarse» en eso para lo que todos lo reclaman ahora, y por ello ha vuelto a sus orígenes de estricto filósofo de la ciencia.
La ciencia en cuestión afronta los cuestionamientos a que se ve sometida hoy la ciencia, el análisis de los cuales (que lleva a cabo con claridad) dibuja lo que para el autor es propiamente la ciencia. A la reflexión filosófica sobre esta ha dedicado más de 30 años y siente ahora la necesidad de afrontar las polémicas que afectan a esta forma del saber, la más sólida desde el punto de vista racional, en un momento en que crecen «las actitudes anticientíficas, pseudocientíficas y negacionistas».
«Diéguez da una idea precisa de lo que la ciencia es en la actualidad»
El propósito de Diéguez, apunta en la introducción, es «explicar qué es realmente la ciencia desde la perspectiva» de la filosofía de la ciencia, «qué es lo que cabe esperar de ella y por qué algunas de las críticas que se han hecho contra ella y las supuestas alternativas que se vienen sugiriendo están desencaminadas, cuando no francamente equivocadas».
El repaso de Diéguez es tanto más interesante por cuanto que da una idea precisa de lo que la ciencia es en la actualidad, más allá de lo que se suele seguir pensando por inercia. «La forma en que se lleva a cabo la investigación científica», escribe, «ha experimentado transformaciones que la alejan de la imagen tradicional que todavía predomina en la mente de muchas personas». El autor, que entre otras cosas niega la existencia del «Método Científico» (así con mayúsculas), nos pone al día admirablemente. Uno sale de la lectura de La ciencia en cuestión con una visión renovada de la ciencia, su problemática, sus dificultades, sus logros y su posible futuro.