THE OBJECTIVE
Fernando Múgica

La tercera vía de Pedro Sánchez

«Si no dimite, sólo algo que desvíe la atención de los problemas actuales, podría dar la apariencia de que todo este movimiento fue calculado, y no una huida hacia adelante»

Opinión
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La tercera vía de Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ilustración: Alejandra Svriz

En su día, la Fiscalía Anticorrupción y la Fiscalía Europea contra el fraude archivaron sendas investigaciones sobre el hermano de Isabel Díaz Ayuso por presunta malversación de fondos europeos en la venta de mascarillas, no sin antes colocarse el foco sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid. Estas últimas semanas, miembros del Partido Socialista, Pedro Sánchez incluido, pidieron su dimisión por la investigación de la Fiscalía sobre su novio por presunto fraude fiscal, mientras señalaban a la empresa en la que trabajaba la esposa de Alberto Núñez Feijóo por recibir subvenciones de la Xunta de Galicia mientras este era presidente –información que fue desmentida y posteriormente rectificada-.

Ni Ayuso ni Feijóo han necesitado tiempo para reflexionar sobre su amor por España, por sus parejas, o por la justicia de este país durante estos trances, pero la apertura de diligencias previas contra la esposa de Pedro Sánchez por presunto tráfico de influencias por un juzgado de Madrid sí ha requerido que el presidente del Gobierno escriba una carta a la ciudadanía, cancele su agenda y se repliegue unos días para valorar sus opciones, presentándose una vez más como una víctima de la ultraderecha, del sistema, y si cuela, de los jueces. Todo mientras la prensa internacional, nuestros socios en Europa, las empresas y los inversores miran esta telenovela tan española con una mezcla de incredulidad, estupor y sorna.

Entretanto, los españoles, si dejamos de lado este narcisismo patológico, el victimismo injustificado, la ausencia del sentido de la responsabilidad y la hipocresía, no podemos hacer más que sentarnos en el sofá, calentar unas palomitas y especular sobre las opciones que hay sobre la mesa, que, a simple vista, serían tres.

La primera sería dimitir, lisa y llanamente, a la espera de ver quién recoge el testigo de la lucha contra el fascismo. Se ha especulado brevemente con el retorno de José Luis Rodríguez Zapatero, quién sabe si Óscar Puente querría cambiar su AVE por un Falcon, y Arnaldo Otegi, con quien Sánchez se identifica mucho últimamente, bien podría probar suerte. Hay muchos escépticos sobre esta opción.

La segunda pasaría por no hacer nada, encogerse de hombros y declarar que todo ha sido un pequeño lapso de su agenda, la cual retomará inmediatamente para que España continúe su camino de progreso hacia el precipicio más cercano. Una opción posible, aunque improbable, pues la imagen del Gobierno y del propio Sánchez quedaría muy en entredicho, sobre todo en el plano internacional, donde la incertidumbre política y las pataletas de jardín de infancia no se ven con buenos ojos.

«Es precisamente la aparente ausencia de opciones para Sánchez la que hace que, de dar un golpe de efecto, esta sea la opción más peligrosa, pues no sabemos por dónde puede salir si decide doblar la apuesta»

La tercera, y potencialmente la más peligrosa, sería dar un golpe de efecto. ¿Qué aspecto tendría eso? No lo sé. Invadir Andorra y traer ante la justicia que tanta ama Sánchez a esos ingratos y antipatrióticos youtubers que se escaparon del fisco podría ser una opción, sobre todo cuando la Ley de Amnistía continúa demorándose en el Senado, disolver las Cortes y convocar elecciones no es una opción posible a día de hoy, y las vías de sometimiento del Poder Judicial parecen, por el momento, parecen escasas.

Esta tercera opción no parece mucho más probable que las dos anteriores, pero teniendo en cuenta la posición en la que se encuentra Pedro Sánchez tras su repliegue del miércoles, si no termina dimitiendo, sólo un golpe sobre la mesa, algo que cambie el foco de la conversación completamente y desvíe la atención de los problemas actuales del PSOE, y los suyos particulares, podría dar la apariencia de que todo este movimiento fue calculado, y no una simple huida hacia adelante –actividad en la que este gobierno está bien versado-.

Y es precisamente la aparente ausencia de opciones, de vías de salida de este arrinconamiento en el que el mismo Sánchez se ha colocado, la que hace que, de darse, esta sea la opción más peligrosa, pues no sabemos por dónde puede salir si decide doblar la apuesta, o al menos intentarlo.

Pedro Sánchez se ha visto contra las cuerdas muchas veces y en varias ocasiones ha terminado sobreponiéndose a las circunstancias, no sin desgastarse. Unos dirán que por suerte, otros que por astucia, y otros directamente no encuentran una explicación lógica. Hoy parecemos estar ante una situación de la que pocos ven una salida airosa, y mientras esperamos a que se desarrollen los acontecimientos, hay quienes hubieran preferido tener un fin de semana tranquilo, en vez de estar, de nuevo, enganchados al feed de noticias y especulaciones como esta, que lo único que pueden hacer es eso, especular.

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