Sánchez, contra nuestra libertad económica
«España, que llega tarde a casi todo, se empieza a despeñar por el camino del kirchnerismo. Es el camino de la decadencia y la pobreza»
Pedro Sánchez se queda. No ha terminado con su tarea de echar abajo la actual democracia española para sustituirla todavía no sabemos por qué. Utilizará los medios del Estado contra el propio Estado (los jueces), contra los medios de comunicación, y contra la oposición. No son pocos los periodistas que rebosan entusiasmo ante la posibilidad de que se ponga fin a la independencia judicial y a la libertad de expresión que nos queda. Sus socios de gobierno quieren que termine la obra política que ya ha emprendido, y que terminará con la precaria democracia del 78, y con la misma continuidad histórica de España. Sánchez lo va a intentar, pero no está claro que pueda conseguirlo.
España, que llega tarde a casi todo, se empieza a despeñar por el camino del kirchnerismo ahora que Javier Milei lo está desmantelando a toda prisa. Allí, el Estado grava, con impuestos e inflación, toda actividad económica que aún no ha prohibido o regulado. España no ha llegado a esos extremos, pero en los seis años de Gobierno de Pedro Sánchez, la libertad económica no ha dejado de deteriorarse.
Definir libertad económica no es fácil. Medirla es aún menos. Pero hay dos informes que lo intentan año a año desde hace décadas, y que nos permiten al menos acercarnos a la cuestión. El más antiguo es del Fraser Institute, y se remonta a 1970. Cinco pilares sostienen el informe: el sistema legal y la protección de los derechos de propiedad, la libertad de comercio internacional, la regulación, el tamaño del Estado (gastos e impuestos) y contar con un sistema monetario sano. El otro informe es el que apadrinan la Heritage Foundation y el Wall Street Journal desde 1995. Siguen los mismos criterios, exceptuando el gobierno de la moneda.
Sus resultados son parecidos, de modo que no parecen estar desencaminados. Para la Heritage Foundation, los diez primeros son Singapur, Suiza, Irlanda, Taiwan, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Estonia, Dinamarca, Suecia y Noruega. Para el Fraser Institute, Taiwan cae al puesto 11, y el número 2 lo ocupa Hong Kong, que la Heritage ya no considera un país independiente. En la lista del Fraser entran en los diez primeros los Estados Unidos, Australia, el Reino Unido y Canadá, y los países desplazados de la cabeza (Luxemburgo, Estonia, Suecia, Noruega), no están muy lejos.
En estos índices, ¿dónde está España? Según el Fraser Institute, es la 37 economía más libre del mundo. Nos superan 22 economías europeas (incluyendo Portugal o Albania). Nos salva que formamos parte del euro. De hecho, en el índice de la Heritage, no considera la regulación monetaria, caemos al puesto 55 del mundo y 30 de Europa; estamos entre Bahrain y Omán.
«No ha parado de subir los impuestos, pero no son suficientes para cubrir su carrera de gasto desmedido»
No estamos en esa posición por la proverbial falta de ambición de nuestro país, o porque el ideal del español medio sea vivir como un funcionario; aunque algo hay de eso. Estamos ahí por Pedro Sánchez. El informe de 2024 se elabora con los datos de dos años antes, de modo que sabemos lo que ocurrió con España hasta 2022. Y el primer año en que se vio su gestión fue 2019, de modo que tenemos que compararlo con el informe de 2021. En estos años, el índice ha caído en 6,6 puntos (de 69,9 a 63,3), y hemos pasado de puesto 39 del mundo al 55. Heredó un índice más bajo; subió durante su primer año de mandato. Pero ha caído a plomo desde entonces. Y lo mismo nos dice el Fraser Institute. El último informe es de 2023, con datos de 2021. En 2019 España tenía 7,86 puntos sobre 10 y ocupaba el puesto 27 del mundo, y dos años más tarde tenía 7,52, y estaba en el puesto 37.
Por supuesto, entre 2019 y los años posteriores media la pandemia. En esos años, la libertad económica ha sufrido en todo el mundo. Por eso no es tan significativo la caída en los índices, como la comparación de España con lo que han hecho otros países. Pedro Sánchez, además de encerrarnos en casa, ha hecho dos contribuciones que sobresalen por encima de las demás: La regulación es peor ahora que antes, nos dicen los dos informes.
Pero, principalmente, Sánchez se está gastando lo que no tenemos, y lo que no tendremos en mucho tiempo si sigue atentado de esta manera contra nuestra economía. No ha parado de subir los impuestos, pero no son suficientes para cubrir su carrera de gasto desmedido. Esta política ha continuado en 2023 y 2024, de modo que lo previsible es que los informes sigan recogiendo el declive de nuestra libertad económica.
El gasto público es el gran ardid de la política. Y, como todo en política, encierra una gran mentira. Los políticos nos lo muestran como si fuera fruto de su generosidad, y no de nuestro esfuerzo, presente y futuro. Ahora, los votantes no hablan con los contribuyentes, pese a ser las mismas personas, y siempre caen en la trampa. La política del pan para hoy tiene una gran eficacia. Y aunque hemos acumulado hambre atrasada, como en la canción de Aute, seguimos enganchados al gasto público como si no nos costase nada. O como si el aumento de los impuestos fuera uno de esos bulos que denuncia Pedro Sánchez.
«Los países libres son también más democráticos y más innovadores»
Los dos informes nos muestran que la libertad económica está relacionada con mucho de lo que esperamos de la política. Los países más libres, según el Fraser Institute, tienen una mayor renta per cápita, y una mayor esperanza de vida (80,8 años, por los 65 en los países económicamente reprimidos). La tasa de pobreza (vivir con 6,85 dólares/día) es casi nula, y en ellos el 10% más pobre tiene una mayor proporción de la renta del país. La Heritage Foundation ha observado, además, que los países libres son también más democráticos, son más innovadores, respetan más el medio ambiente, tienen un mejor índice de desarrollo humano, y su crecimiento es mayor.
El otro camino, el camino por el que nos lleva Pedro Sánchez, ya lo conocemos. Es el camino de la decadencia y la pobreza.