THE OBJECTIVE
Hugo Pérez Ayán

Nadie está por encima del PSOE

«Madrid es el espejo en el que debería mirarse el PP para ofrecer un proyecto político sin complejos que pueda devolver la ilusión a millones de electores»

Opinión
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Nadie está por encima del PSOE

Ilustración de Alejandra Svriz.

De la misma forma que el británico Alfred Whitehead decía que «toda la filosofía occidental es una serie de notas a pie de página de la filosofía platónica» —algún filósofo podría apostillar «todos menos Nietzsche», pero en realidad Nietzsche tan solo es el anti-Platón—, en España podría decirse que todos los partidos políticos son notas al pie de página del PSOE, y el PP, tan solo el anti-PSOE. De esta forma, Sumar tan solo sería la marca blanca de los socialistas para recoger el voto a su izquierda, los nacionalistas sus marcas territoriales, como ya se vio en Galicia, y Vox la caricatura perfecta para justificar sus pactos. Lo mismo se puede decir sobre gran parte de los medios, la cultura, los sindicatos e incluso el empresariado. Todo dentro del PSOE, nada fuera del PSOE, nada contra el PSOE.

¿Y en qué queda el Partido Popular? Pues de un tiempo a esta parte sus dirigentes vienen reivindicándose como la opción de aquellos votantes descontentos con el Partido Socialista que no se sienten interpelados por otras fuerzas. Ese es, precisamente, el problema, que no hay un proyecto político detrás, o al menos no uno visible. Los populares han renunciado desde hace una década (con el breve interregno fallido de Pablo Casado) a ofrecer nada más allá de gestión y estabilidad frente al desastre socialista. El error de este discurso es que solo funciona ante hecatombes económicas como la de 2008, porque por lo demás, por mucho que se quejen todo el día, los españoles no parecen castigar el espectáculo en el que se ha convertido la política patria. Sánchez tiene razón cuando acusa a los populares de no tener proyecto más allá de derrocar «a su persona».

«El voto de rechazo puede lograr victorias, un proyecto político a largo plazo solo puede asentarse desde la ilusión»

Es entendible que un partido de oposición centre gran parte de su acción política en criticar a su adversario, más aún cuando se enfrenta a alguien como Sánchez. Sin embargo, esa estrategia entraña el gran peligro de tener fecha de caducidad en el momento que el presidente abandone el cargo. Tal vez por eso se alegraron tanto en Génova cuando este anunció su continuidad al frente del Gobierno después del teatro de la reflexión, porque temían a un PSOE encabezado por alguna figura aséptica que no generase rechazo, como Pilar Alegría. Aunque, como se vio el 28-M en beneficio de la derecha y el 23-J en detrimento suyo, el voto de rechazo puede lograr victorias, un proyecto político a largo plazo solo puede asentarse desde la ilusión.

Ahora parece que en Génova se han enredado a cuenta del final o no final del procés, seguramente por miedo a que, si cala la idea de que este efectivamente se ha terminado, se queden sin su principal relato de oposición. En realidad quien tiene razón es su líder catalán, Alejandro Fernández, cuando afirma que los catalanes han votado por acabar con el procés, pero que ese mandato ha sido desoído por el PSC y que el proceso continúa encabezado por Sánchez. Porque en realidad eso es lo que le ha ocurrido a España en los últimos años, que el modelo fallido de la política catalana ha sido exportado a toda España por los socialistas. La parálisis política, el divisionismo, las leyes inconstitucionales, la colonización institucional, la arbitrariedad de la mesa del Parlamento… Armengol hoy no es más que la Forcadell del Congreso.

«La Comunidad de Madrid representa una forma de gobernar diametralmente opuesta a la catalana»

Por eso, ante el modelo de decadencia exportado de la Cataluña procesista, el PP debe ser capaz de ofrecer una alternativa real, tangible. No significa eso que caigan el error de hablar solo de gestión, sino que tal vez puedan verse reflejados en la única región de España donde es el PSOE quien no es más que el partido oficial de la oposición: Madrid. La Comunidad de Madrid representa una forma de gobernar diametralmente opuesta a la catalana, hasta tal punto que la baronesa popular que más triunfa entre los círculos catalanistas de Foment del Treball es Ayuso. ¿Por qué? Porque la sociedad que han creado los gobiernos liberales de Aguirre, Cifuentes o Ayuso es una caracterizada por la prosperidad, la creación de riqueza, la cultura del esfuerzo… pero también por la tolerancia, por una diversidad bien entendida donde no importan los apellidos ni el terruño.

Es en ese espejo en el que tal vez debería mirarse el Partido Popular, en dejar de ser eterna oposición para ofrecer una España a la madrileña, un proyecto político sin complejos que pueda realmente devolver la ilusión a millones de electores sin obligarles a ir a las urnas por resignación, sino con la esperanza de una España mejor. Así fue como Aznar armó su «nueva mayoría» en el 96 y así fue como hace unos años Albert Rivera estuvo a escasos votos de lograr el soñado sorpasso a los populares.

Se trata, en definitiva, de arrebatarle al Partido Socialista el enorme poder que supone ser el partido de referencia de la política española. España necesita dejar de ser el cortijo de un Partido Socialista que, aunque acusa a la derecha de no admitir la alternancia, lleva ya 27 años gobernando en el actual periodo democrático con resultados desastrosos en la última etapa. Una oposición contundente a un PSOE que cree que no hay nada ni nadie por encima de ellos es necesaria, sí, pero debe estar cargada de contenido ideológico y programático si aspira no solo a ganar sino a construir una España diferente.

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