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Tadeu

El falso pulso de Feijóo y Sánchez

«Diez para ti y diez para mí, un reparto de cromos indecente que marca a los magistrados en origen por su adscripción política»

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El falso pulso de Feijóo y Sánchez

Ilustración de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo | Alejandra Svriz

Produce como poco vergüenza propia y ajena el ver que tanto el PP cómo el PSOE han intentado vender que el principio de acuerdo alcanzado para repartirse los 20 sillones del CGPJ ha sido una victoria imperial de su campo frente a un adversario, básicamente, cerril y antidemócrata.

Para Bolaños, por fin el PP ha tenido que dar su brazo a torcer y se ha impuesto el sentido común y lo éticamente deseable, después de cinco años de injustificado bloqueo. Que el acuerdo se haya producido  bajo los auspicios de la Comisión Europea no hace sino confirmar que, como un mal alumno irresponsable y faltón, el PP necesitaba que la profesora-comisaria le diera a base de bien con una vara en los dedos hasta hacerlo entrar en razón.

A su vez, el PP se jacta de hablar conquistado “todos” su objetivos, con el espaldarazo de la comisaria Jourová de que la propuesta que surgirá del CGPJ en el sentido  de que sean los jueces los que elijan a los jueces en las siguientes elecciones, deberá ser automáticamente acatada por el PSOE; extremo que en modo alguno recoge el texto del acuerdo.

Ha habido un obsceno reparto de cromos desde que en 1985 Felipe González cambió el modelo y politizó el CGPJ

Lo único cierto es que ha habido un obsceno reparto de cromos, como los que ha habido desde que en 1985 Felipe González cambió el modelo y politizó el CGPJ. Diez para ti y diez para mí, unos magistrados pues que quedan de este modo ya marcados en origen por su adscripción política. La regla de los tres quintos de los 20 vocales a la hora de cubrirse las plazas de los altos tribunales obligará, es cierto, a consensos, léase a componendas y cambalaches. Pues al final estos no dejarán de ser también jueces nombrados por jueces nombrados por políticos, y que acabarán juzgando a políticos que han nombrado a los jueces que los han nombrado. Ni Rajoy podría haberlo expresado mejor.

Coda 1) El no invitado. ¿Por qué no fue invitado Feijóo a la fiesta de los diez años de la coronación? Acaso ser el 15º en el protocolo, según el RD 2099/1983, y por ende jefe de la oposición, desde tiempos de González/Fraga, no le daba automáticamente su lugar en la mesa de invitados? ¿Quién tomó entonces la decisión de no convidarlo: la Casa Real, la Moncloa? Si bien lo más grave y preocupante es: ¿por qué ni Feijóo, ni su partido, protestaron antes de no ser invitados ni tampoco lo denunciaron una vez perpetrada la real tropelía? El cargo de jefe de la oposición es algo más que un adorno británico, es la encarnación misma y en todo momento de la alternancia en el poder, y, por lo tanto, un tótem sagrado de cualquier democracia que se precie. Si hay una institución que tradicionalmente necesitaba que se le recordase que tiene enfrente a otra más importante y que cambia según la voluntad del pueblo, era la corona. Pero en este caso al que había que recordar su carácter orgánicamente transitorio era a Pedro Sánchez.

Coda 2) Regreso al pasado. Las elecciones legislativas francesas de hoy y la segunda vuelta del próximo domingo pueden muy probablemente llevar al poder, por primera vez en Francia y, por ello, en el núcleo duro de Europa, a un partido no sólo soberanista y antieuropeo sino abiertamente etnicista, partidario de la preferencia nacional (totalmente contraria a derecho europeo) y de la supresión del derecho del suelo. Hasta tal punto ha cuajado bien la tan trabajada “desdiabolización” del partido fundado por el neofascista Jean-Marie Le Pen, que aparece hoy para el votante moderado de centro como la opción por defecto en una segunda vuelta frente a un candidato del Nuevo Frente Popular de izquierdas, ciertamente un popurrí con bastantes extremistas antisistema y algunos antisemitas. Francia ha sido siempre el ejemplo mundial del país de acogida, una nación forjada con el aporte de millones de inmigrantes en busca de una tierra donde vivir en libertad y seguridad. Y ello gracias a un concepto como el de la asimilación: la adhesión a la nueva nación. Esta posible racialización delirante del pueblo francés del RN podría marcar un punto de inflexión e involución en el proyecto europeísta. ¿Cómo se podrá a partir de ahora presionar a ciertos estados miembros del este del continente en sus derivas iliberales? Estremece que haya sido Macron, sin duda el presidente más capacitado, brillante, original y clarividente de la Vª República, quien haya creado, con su política centrífuga de laminación del socialismo y del gaullismo (una parte del cual se ha aliado con los de Le Pen), las condiciones para esta accesión al poder de un partido como el RN. Cuesta imaginar una cohabitación de Macron con el delfín de Marine Le Pen. Pero más duele imaginar unas elecciones presidenciales anticipadas, alfombra roja para esta última.

Coda 3 ) Liberado culpable. La previsible pronta liberación de Assange tras declararse culpable del delito de traición a los Estados Unidos sigue planteando dos cuestiones: ¿fue o no legítima la actuación del Wikileaks? ¿Está hoy más protegida que ayer la libertad de informar?

Coda 4) Micro y macro. El ministro Puente declara que es consciente y, al mismo tiempo, inconsciente, de sus micro y macro machismos, lo cual es ontológicamente imposible. No se puede ser consciente de su propia inconsciencia. Bueno, tal vez Biden, pueda.

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