La vejera de Biden
«La preocupación que provocan entre los europeos las elecciones norteamericanas tiene un nombre: Trump. Si resultara elegido, la OTAN ya no sería la misma»
En el siglo XVII Bernini esculpió una estatua —que puede contemplarse en la Galería Borghese— en la cual un hombre carga con su anciano padre. Es la transcripción física de lo que Virgilio escribió en la Eneida: «Padre, sube, te doy mis hombros. Tu carga no me pesa».
En palabras del profesor Gabriel Albiac, «el visitante de la Borghese se siente tentado a pensar en los azares que llevaron a Sigmund Freud a privilegiar, entre los héroes clásicos, al Edipo matador de Layo sobre el Eneas salvador de Anquises». Ambas historias literarias hablan de lo mismo: la funesta vejez que se ve obligada a ceder ante la juventud.
Estas y otras reflexiones me vinieron a la cabeza al ver el debate que tuvo lugar en Atlanta entre Joe Biden y Donald Trump. «Un trémulo espectáculo de decadencia del que dio muestras Joe Biden. ¿Cómo es posible que Biden siga siendo candidato después de que más de una vez se le fuera la palabra y la cabeza en su debate con Trump? A ver si el pasado va a ser un país en el que se tomaban las cosas más en serio», son palabras de Arcadi España en El Mundo.
En cualquier caso, la pregunta que se hacen los norteamericanos (y nos hacemos todos los europeos) es si Biden va a seguir adelante con su candidatura o dejará pasar a otro del Partido Demócrata. A este propósito, el analista Thomas L. Friedman ha escrito en el New York Times lo siguiente:
«Hasta ahora había estado dispuesto a conceder a Biden el beneficio de la duda, porque durante las veces que me relacioné con él cara a cara me pareció que estaba a la altura del trabajo. Está claro que ya no lo está. Su familia y su equipo tenían que saberlo. Llevan días encerrados en Camp David, preparándose para este trascendental debate. Si eso es lo mejor que han podido conseguir de él, Biden debería conservar su dignidad y abandonar el escenario al final de esta legislatura».
«Los tartamudeos y pérdidas de hilo de Biden pueden tener efectos mucho más negativos a medio y largo plazo»
«Si lo hace, los estadounidenses de a pie aclamarán a Joe Biden por hacer lo que Donald Trump nunca haría: anteponer el país a sí mismo».
El diputado demócrata por Texas Lloyd Doggett se ha expresado en idéntico sentido: «Reconociendo que, a diferencia de Trump, el primer compromiso del presidente Biden siempre ha sido con nuestro país, no consigo mismo, tengo la esperanza de que tome la dolorosa y difícil decisión de retirarse. Le pido respetuosamente que lo haga».
Pese a los riesgos que Biden mostró en aquel debate, las encuestas realizadas de inmediato han mostrado gran estabilidad, es decir, que apenas se ha movido la intención de voto. Pero pienso que los tartamudeos y pérdidas de hilo pueden tener —y probablemente tendrán— efectos mucho más negativos a medio y largo plazo.
He escrito más arriba la preocupación que sin duda provocan entre los europeos las elecciones norteamericanas y esa preocupación tiene un nombre: Trump. Pues si resultara elegido, la OTAN, creada en su día como muro defensivo de Europa, ya no sería la misma. Baste para mostrarlo la declaración de Trump asegurando que alentaría a Rusia a hacer lo que quisiera con los miembros «morosos» de la OTAN, aquellos con presupuestos de defensa insuficientes. Declaración que hizo durante un mitin en Carolina del Sur el pasado febrero, justo al cumplirse dos años de la guerra de agresión lanzada por Moscú contra Kiev.
Aunque sea cierto que del dicho al hecho hay un gran trecho, miedo sí que provocan esas amenazas del perverso candidato que es Trump.