THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Otra mártir de la izquierda

«Begoña Gómez es una mártir más para el santoral: la esposa del presidente como vida modélica, llena de sueños y empresas altruistas truncadas por el Mal»

Opinión
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Otra mártir de la izquierda

Ilustración de Alejandra Svriz.

El socialismo se constituyó desde el primer día como una religión secular. Prometió el paraíso en la tierra a través del sacrificio individual y colectivo, cosechó una nueva moral, creó rituales, fundó lugares de culto, definió un santoral, hechos milagrosos, lenguaje propio, himnos entonados como salmos y símbolos para enardecer pasiones, y, por lo que se corrobora estos días, señalaron a sus mártires. 

La defensa de una persona particular, Begoña Gómez, por parte del Gobierno y del PSOE abunda en la táctica del martirologio. Una mártir más para el santoral, con la esposa del presidente como vida modélica, llena de sueños y empresas altruistas truncadas por el Mal. Así es ella, por eso los ministros y la portavoz del sanchismo muestran a esa señora como —agárrense a la silla— un ejemplo para millones de mujeres en el mundo que quieren «trabajar fuera de casa». Feminista, decidida y empoderada, dicen los corifeos del Puto Amo, la «presidenta» es una mujer comprometida con su tiempo y con conciencia social que atesora tantas virtudes que cotiza en la bolsa del progresismo. 

Su persecución es una muestra de la naturaleza de la derecha y la ultraderecha, insisten los pelotas de Sánchez, cuyo odio y envidia son tan irrefrenables que, supurando falsedad y fango, en un torrente imparable de lawfare e inquina, han llevado a Begoña Gómez a un juzgado. El ataque es tan desaforado que dicha particular, dice Bolaños, el ministro convertido en trilogía, «está sufriendo (ay) una gravísima indefensión». ¿Cómo no compadecernos con la sufriente, o sentir empatía ante la débil progresista tratada con injusticia? 

El martirologio, por supuesto, se extiende a la acusación. No hay mártir si la causa es justa, por eso, tal y como dice el coro sanchista, el caso no es más que una «denuncia falsa». Ya tenemos así el cuadro casi completo: la mujer virtuosa, sin tacha, adelantada a su tiempo, con la verdad en el bolsillo, perseguida por el Mal. La figura literaria parece sacada de un versículo de la Biblia, porque el socialismo, como dije, es una religión y utiliza los mismos resortes psicológicos y narrativos. 

Este modelo del martirologio se ha repetido con las sentencias a los socialistas por el fraude de los ERE. El sanchismo ha puesto a trabajar al Tribunal Constitucional como una Inquisición invertida, de absoluciones políticas, para presentar a los delincuentes del PSOE andaluz como mártires de «la derecha y la ultraderecha». 

«Solo en las dictaduras los consortes del tirano, sin cargo público ni estatuto, tienen tratamiento especial»

Esos socialistas, los que tenían para «asar una vaca», hicieron el bien, dice la máquina bíblica del sanchismo, en una trayectoria intachable, llena de milagros sociales y justicias seculares. Por eso el Mal no se lo perdonó. No podía ser posible tanta bondad y belleza. Ahora, por fin, se puede subir a los altares a los mártires del PSOE de los ERE, y bajar a los infiernos al PP, que con malas artes ganó las elecciones. En su facundia, el portavoz andaluz del sanchismo ha exigido a los populares que pidan perdón. Lógico. No hay martirologio sin redención ni condena al malvado. 

Lo peor de todo esto es el aroma autoritario. Solo en las dictaduras los consortes del tirano, sin cargo público ni estatuto, tienen tratamiento especial. Esos privilegios antidemocráticos revelan lo que vivimos: la usurpación de la democracia y de su espíritu igualitario, la confusión entre el Estado, el Gobierno, el Partido y Su Persona, la malversación de recursos públicos como la policía o la Fiscalía al ponerlos al servicio de una particular, y la creciente egomanía de la Familia Gubernamental. La retirada de la embajadora española en Argentina fue un síntoma de una enfermedad que se llama autoritarismo, cuya fiebre vemos ahora.

El PSOE es más que nunca una iglesia, pero ciega y alejada del mundanal ruido de la democracia. La actual construcción de mártires del sanchismo, y desde las esferas gubernamentales y de la prensa del movimiento, nos devuelve a los momentos más degenerados de la élite política de hace casi cien años.

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