¿Todavía sois todos Charlie o ya no?
«Sobran valientes para hacer broma, burla o sátira de cualquier religión… pero ninguno o casi ninguno se atreve con el islam»
Tengo un querido e ilustrado amigo francés, Benoît Barthes, que lleva tiempo viviendo en Barcelona. Hace un día o dos me mandó este mensaje, coincidiendo con el décimo aniversario del atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo, que se cumple precisamente hoy, 7 de enero:
«Si pudieras publicar algo sobre el escándalo del aniversario de los diez años de Charlie Hebdo, me sentiría menos solo. Ni una sola referencia al islam, aun menos al islamismo. Todos los medios franceses fingen pensar que la matanza fue cometida por los enemigos de la laicidad y de la libertad de expresión, pero nada sobre el origen preciso de los atentados. Es un gran tabú, como en Barcelona en agosto de 2017, cuando a la hora de manifestarse, los eslóganes eran: No a la islamofobia. Estoy disgustado. Es lamentable. No te molesto. Espero que estés bien. Hasta luego»
Qué les voy a contar que ustedes no sepan. En España y en toda Europa sobran «valientes» para hacer broma, burla o sátira de cualquier religión… pero ninguno o casi ninguno se atreve con el islam. Sin duda hay que pensárselo dos veces después de que una serie de caricaturas del profeta Mahoma detonaran hace diez años la matanza de Charlie Hebdo, donde murieron doce personas. Y ojo que fue sólo el principio. Ese mismo año, 2015, vendrían los 90 muertos de la sala Bataclan, también en París. Y al año siguiente, los 86 de Niza, cuando un conductor arrolló a una multitud indefensa. En 2017 les tocó a Barcelona y a Cambrils. Y suma y sigue. O multiplica (los muertos) y divide (las conciencias) en casos especialmente crueles como el 7 de Octubre de 2023, cuando Hamas abrió la puerta grande del infierno en Gaza. Si alguien cree que eso le queda lejos, que se compre unas gafas. Y un audífono.
Yo estoy contra la islamofobia. Pero más aún contra la vidafobia. Entiendo que en nombre de la tolerancia y de tener la fiesta en paz se me pueden pedir muchas cosas. Pero pedirme que me deje matar por quedar bien, y dejar un bonito cadáver con una sonrisa woke, ya me parece excesivo.
Saben, yo creo que el debate laicidad versus islam es una trampa intelectual y mortal. Es que no va de eso. Nunca ha ido de eso. Nuestro verdadero enemigo, el enemigo de las víctimas de Charlie Hebdo, del Bataclan y de las Ramblas de Barcelona, no es el islam. El islamismo fanático es la amenaza (una de ellas), pero no es el enemigo. El enemigo es quien en lugar de protegernos de esa amenaza nos la quiere vender como una oportunidad.
«No se puede denunciar por violación al jefe que en la cena de empresa te mete mano después de perrear con él media hora y luego ignorar olímpicamente la atroz violencia sexual sufrida por las víctimas de Hamas o del ISIS»
No todos tenemos por qué pensar lo mismo. Sí creo que por lo menos las (presuntas) élites políticas e intelectuales están obligadas a pasar de vez en cuando la prueba del algodón de la evidencia. Incluso a superar el umbral de coherencia que por lo general se le exige a un niño de cinco años. No se puede denunciar por violación al jefe que en la cena de empresa te mete mano después de perrear con él media hora y luego ignorar olímpicamente la atroz violencia sexual sufrida por las víctimas de Hamas o del ISIS. No se puede llamar facha y racista a todo el mundo y luego tener más empatía con los toros en la plaza o con los cerdos en las granjas que con los seres humanos muertos en atentado. Por cierto: ¿han visto ya la película La infiltrada? No se la vayan a perder por favor. Aparte de que es una buena película, constituye un enérgico recordatorio de cómo se vivió aquí cuando, muerto Franco, ETA decidió seguir perdiendo la guerra civil por otros medios. Y haciéndonosla perder muchas más veces a todos. Se dice pronto, cuarenta años matando con Franco bajo tierra, la democracia en la calle y la Constitución en la boca. El ritmo de asesinatos llegó a ser tan frenético que en las redacciones de periódico de los 80 y 90 el “posible atentado de ETA” era una previsión informativa más todos los fines de semana. Unos ochocientos muertos costó cambiar el marco mental de gente que justificaba todo aquello. Hay quien lo justifica todavía. ETA fue nuestra Hamas. Los que defendían a una, son los mismos que ahora defienden a la otra.
La laicidad no es poner siempre los mismos todos los muertos, ni es institucionalizar la cobardía, ni es santificar a la izquierda por el mero hecho de autoproclamarse así, si luego los hechos y la calidad democrática no acompañan. Repetir bovina y disciplinadamente “Gora ETA” o “Arriba los parias de la tierra” no es menos grave ni acarrea menos disgustos que gritar “Alá es grande” en son de guerra. No hicimos las cruzadas primero y la Ilustración después para entrar ahora todos de cabeza en una secta progre, cobarde, mentirosa y sobre todo, fracasada. Diez años después, ya no vale con decir que eres Charlie. Además hay que arrimar muy seriamente el hombro para defender a Charlie, a Benoît, a ti y a mí -¡a todos!- tanto de quien bombardea nuestros cuerpos desde fuera como de aquello que bombardea nuestros espíritus desde dentro. La libertad no se regala. La vida, tampoco. Aux armes, citoyens. Êtes-vous tous toujours Charlie ou plus?