The Objective
Manuel Pimentel

Filosofía para la empresa

«La filosofía ilustra al líder empresarial sobre la manera de conseguir un buen uso del poder, consciente y equilibrado, con propósito y marco ético»

Opinión
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Filosofía para la empresa

Ilustración de Alejandra Svriz.

La filosofía está de moda. Y eso, a pesar de los intentos fallidos de retirarla como materia escolar, una atrocidad gratuita sin beneficio alguno para nadie y con grave destrozo formativo para todos. Un mundo en convulsión nos empuja hacia los asideros firmes de la razón, la ética, la virtud y el permanente cuestionamiento que encarna la filosofía. Por eso, como decíamos, está de moda, sobre todo en su vertiente divulgativa, asequible y entendible para el lector medio. Y los editores, como no podría ser de otra manera, buscamos y publicamos autores y títulos relacionados con la filosofía divulgativa, sobre todo aquellos orientados a su aplicación práctica. Sí, sí, ya sabemos que la alta filosofía es un constructo racional que no debe bajar al barro de la cotidianidad.

Pero, también sabemos que hacerla descender de su elevado castillo de cristal y acercarla a los ciudadanos de a pie es cosa buena y necesaria. Que los filósofos piensen y elucubren, pues, y que los divulgadores –en muchas ocasiones los propios filósofos– trasladen sus conocimientos de manera simplificada y asequible para enriquecer a una sociedad necesitada de sabiduría, de marco, de referencias, de propósitos y de ética, que dicho queda.

Pues bien, llegan a librerías numerosos títulos de filosofía divulgativa, con la orientación práctica que ya comentamos. Y para la vida de hoy, los más solicitados son los de filosofía estoica. La corriente de pensamiento estoica fue creada en Atenas, en el siglo III antes de Cristo, por Zenón de Citio, con el foco en la templanza y la virtud. Grandes nombres clásicos, como Séneca, Epitecto o Marco Aurelio le otorgaron gran brillo e influencia que ha llegado hasta hoy. Resulta curioso el gusto de nuestra acelerada sociedad digital por las ideas estoicas, tan antiguas como modernas, al tiempo.

A modo de ejemplo –serían muchos más–, encontramos abundancia de títulos en la librería que glosan la actitud y la vida estoica. Enumeremos algunos de ellos: Sea feliz… estoicamente. Meditaciones y actividades de filosofía estoica para la vida cotidiana (Arcopress, 2022) de José Manuel García González; Cómo ser un estoico (Ariel, 2018) de Massimo Pigliy; El camino del estoico (2023) de Ollie Snider o Lecciones de estoicismo (Taurus, 2021). A estos libros divulgativos y de uso práctico de autores actuales, se unen los textos clásicos, como las obras de los mencionados Séneca, Epicteto o Marco Aurelio. La vida sencilla, serena y en busca de la virtud se convierte en aspiracional para una sociedad estresada, digital y acosada por el vértigo y la ansiedad. Quién lo dijera.

Quizás, por las mismas razones, resurgen con fuerza los libros que cantan al retiro, el silencio, la meditación y la oración. Mientras más corremos, más parecemos añorar las penumbras silentes del claustro. Así, por ejemplo, La llamada del silencio (Almuzara, 2024) de Caterina Ciriello o El valor del silencio interior (Sekotia, 2024) de Rafael Pascual Elías son una buena muestra de ello. Y es que, como bien escribiera san Vicente de Paul, «el ruido no hace bien; el bien no hace ruido». Vivimos en el ruido y el desasosiego, añoramos el silencio, la quietud y la paz. Y los libros, de alguna manera, nos ayudan a ello o, al menos, nos muestran el camino para conseguirlo. Soledad para recomponernos, para meditar, para reagruparnos en nuestro centro. Qué hermosa obra la de Biografía del silencio. Breve ensayo sobre meditación (Siruela, 2019) de Pablo d,Ors. Y es que el ruido nos oculta nuestra propia voz mientras que el silencio nos permite el fecundo y feliz reencuentro con nosotros mismos, a veces, convertidos en auténticos desconocidos.

«La mirada filosófica enmarca y enriquece a la mirada ejecutiva»

Y el mundo de la empresa no podía quedar al margen de este gusto por la filosofía aplicada. El management desea conocer su por qué, su para qué y orientar, además, su cómo. La mirada filosófica enmarca y enriquece a la mirada ejecutiva. En Por qué deberías tener a un filósofo en la empresa (Almuzara, 2024), Pilar Llácer, filósofa y experta en gestión de personas, se plantea la oportunidad –y también rentabilidad a medio y largo plazo– de incorporar miradas y principios filosóficos a la dirección de empresas, algo del todo imprescindible, añado yo, en estos tiempos de mudanza y turbación. Sin duda alguna, resultan de extraordinaria utilidad para quiénes se encuentran al timón de cualquier organización. Su viva y argumentada defensa de la «actitud filosófica» cuestiona ideas preconcebidas para bien diferenciar la esencia de la apariencia, una impagable aportación en estos tiempos de difícil deslinde entre lo virtual y lo real, lo fake y lo cierto.

También resulta reseñable su reflexión desveladora sobre el ser-ahí o el ser-en-todas-partes en el que vivimos gracias al novedoso ecosistema digital. Llácer contrapone con sus ideas a los que desdeñan a la filosofía y se confronta, intelectualmente, con los que simplemente la consideran como un anticuado reducto de lo contemplativo y lo oscuro, en contraposición de la necesaria y contundente acción ejecutiva. No se trata tan solo de «hacer cosas» –escribe Llácer– sino de hacerlas bien y con sentido. Y la filosofía nos ayuda a conseguirlo. En ese cuestionamiento de los lugares comunes radica, precisamente, la «actitud filosófica» que tanto puede apoyar a la correcta toma de decisiones.

Los rasgos de actitud filosófica que ahonda son: la curiosidad, la amistad, la de cuestionarse, la creatividad, la ejemplaridad, la humildad, la radicalidad (de raíz) y la voluntad. «Este marco de pensamiento filosófico permite el equilibrio en la exploración de la realidad física y virtual, dando sentido y significado ético a la existencia: un VER-DESDE FUERA, para identificar mejor todos los caminos posibles, lo que nivela nuestro SER-AHÍ con el SER-EN-TODAS-PARTES que otorga el mundo virtual». Un novedoso enfoque de la mirada filosófica, abierta a los nuevos ecosistemas digitales, a la visión de los jóvenes y al buen ambiente laboral.

Y es que la filosofía ilustra al líder empresarial sobre la manera de conseguir un buen uso del poder, consciente y equilibrado, con propósito y marco ético. Rais Buson en su obra Filosofía para directivos (LID, 2023) escribe: «Tan solo el directivo capaz de internalizar el pensamiento filosófico en su manera de actuar alcanzará ese balance entre la voluntad de saber y la voluntad de poder que constituye la clave de la gestión efectiva y del éxito». Filosofía, liderazgo y libros, que caminan de la mano, como descubriremos a lo largo de estas líneas.

«Ese mismo ánimo debe inspirar a los directivos de empresa, que también deben avanzar en su camino hacia la sabiduría»

Autores, editores y libreros nos acercan obras de filosofía aplicada a la compleja e intensa actividad empresarial. Como, por ejemplo, Por qué tomarse la empresa con filosofía, de Fátima Álvarez (Plataforma, 2024), de la que su subtítulo, Cómo pueden ayudarnos 2.500 años de filosofía a tomar mejores decisiones y a resolver los problemas del día a día, supone toda una declaración de principios. Y la lista podría enriquecerse con otros muchos títulos como 20 filósofos visitan tu empresa (Conecta 2018) de Carlos Sandoval, Lo que puedes aprender de la filosofía para ser un mejor líder, (Profit, 2020) de Alison Reynolds, o con aquellos de la filosofía japonesa del Ikigai, asociada a la razón de ser y vivir, al propósito.

La RAE define a la filosofía como el conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano. Y la empresa es una parte significativa de ese obrar humano, por eso, no podía estar ajena a ella. El amor por el saber está implícito etimológicamente en la palabra filosofía, que, en última instancia, presupone la búsqueda de la sabiduría. Atribuyen –vete a saber– la creación de la palabra al gran Pitágoras de Samos cuando, allá por el VI AC, un famoso general le dijo que era un sabio. Él, con modestia, respondió que no era un sabio, sino alguien que aspiraba a serlo, alguien que amaba la sabiduría. Y, miles de años después, ese mismo ánimo debe inspirar a los directivos de empresa, que también deben avanzar en su camino hacia la sabiduría.

Y atención, que la sabiduría no es solo conocimiento. El conocimiento se adquiere por estudio, práctica y experiencia. Es carpintería, posee raíz volitiva, de voluntad. Cualquier persona de inteligencia media puede aprender y conocer materias muy diversas, pero sin llegar, ni siquiera, a rozar la sabiduría. Si el conocimiento es carpintería, la sabiduría es alquimia. Es algo más sutil y complejo. Para conseguirla hay que macerar y agitar en la retorta de nuestras vidas, la experiencia, el conocimiento, el sentido común y el interés por el alma humana. Solo así, y no siempre, se transmuta la materia y se produce la sabiduría. De alguna forma, la sabiduría conlleva sublimar el puro conocimiento a través del aliento de la filosofía. Y eso, precisamente, es lo que necesitamos hoy: líderes sabios, no solo líderes que sepan mucho de lo suyo.

Y entre los sabios de todos los tiempos, Aristóteles brilla con luz propia. Si los pensadores estoicos triunfan en librerías de cara a los modos de vida, Aristóteles es considerado como el gurú empresarial por excelencia. La sombra del gran Aristóteles es alargada, al punto de ser, probablemente, el filósofo que más obras de management inspira. Por ejemplo, Siente a Aristóteles en su consejo. Cómo aplicar la filosofía al mundo empresarial de hoy (Almuzara, 2007), de Luis Carreto, o el más reciente Entrevista a Aristóteles. Filosofía para líderes y emprendedores, de Javier Fernández Aguado, (LID, 2023), que también publicara Ética a Nicómaco (LID, 2009).

«La filosofía nos plantea cuestiones de ética y ejemplaridad, del todo imprescindible en el quehacer empresarial»

Y es que, Aristóteles en el conjunto de sus obras, abordó materias diversas que tienen directa aplicación para la correcta gestión y administración de empresas, como bien nos indica Fernández Aguado. Así, por ejemplo, las enseñanzas aristotélicas acerca de la prudencia serían de directa aplicación a las habilidades directivas de liderazgo, ejemplaridad y selección de asesores; las de veracidad, a la recomendable asertividad de quiénes ejercen mando; la de la ambición, a la acertada visión y previsión; las de sociabilidad al trabajo en equipo, flexibilidad y delegación; las de templanza, al del imprescindible autocontrol y autogobierno; las de afabilidad a la escucha activa, generación de confianza y seguridad; las de valor con el optimismo prudente y las de amistad con la necesaria empatía de todo aquel que tenga que tratar, negociar u ordenar a otras personas.

La filosofía ayuda a desarrollar capacidad de pensamiento crítico, así como a abordar problemas y decisiones desde diferentes puntos de vista, a tratar de enmarcar nuestras acciones con visión del todo y no solo de la parte. Y, desde luego, nos plantea cuestiones de ética y ejemplaridad, del todo imprescindible en el quehacer empresarial. La mirada filosófica también ayuda a definir de manera coherente, sentida y compartida, el propósito, la misión y los valores, fundamentales a la hora de crear y desarrollar la cultura de empresa e inspirar todos los procesos, niveles y responsabilidades de la organización.

Como bien escribe Santiago Íñiguez, presidente de IE University, «la gestión es filosofía en acción y toda teoría de la gestión tiene un trasfondo filosófico». Precisamente, Íñiguez acaba de publicar Pensadoras y visionarias. Las ideas de diez filósofas aplicadas a la gestión (LID, 2024) donde podemos aprender de pensadoras influyentes a lo largo de la historia, como Elizabeth Anscombe, Hannah Arendt, Simone de Beauvoir, Adela Cortina, Iris Murdoch, Ayn Rand o Simone Well, entre otras. Íñiguez, desde luego, lo tiene claro: «En los últimos años, los educadores y directivos han reconocido cada vez más la importancia de construir teorías y modelos de gestión sobre las de valores y principios». Pues eso.

Tengámoslo claro. Los líderes empresariales de hoy deben aspirar a la sabiduría, sublimando el conocimiento. Y eso, precisamente, es lo que facilita la filosofía. No se trata, pues, de formarse tan solo en escuelas de negocios, sino que, también, se trata de cultivar la actitud y la mirada filosófica. ¿Qué cómo se consigue? Pues con reflexión, voluntad, experiencia, aprendizaje, observación y, desde luego y por supuesto, con la lectura de buenos libros. Libros que siempre fueron, son y serán, faros y guía de esa sabiduría que tanto precisamos.

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