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Tadeu

Trump, el golfo de América

«Estado Unidos y su nueva dirigencia son, para decirlo en cursi, la gran oportunidad para la mayoría de edad geoestratégica de Europa…»

Opinión
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Trump, el golfo de América

El nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. | ilustración de Alejandra Svriz

La reentronización de Trump ha dejado a los progresistas del mundo con el temblor y el estupor propios de quien intuye que esta vez las palabras se transformarán en actos. No es lo mismo agitar la amenaza que consumarla. Si en su primer mandato se disfrazó de bufón, ahora vuelve como César, dispuesto a imponer la ley del más fuerte. Pero, convengamos, ¿alguna vez fue distinta tal regla? Deportaciones, aranceles punitivos, ansias expansionistas, aislacionismo.

Durante Biden y Obama se levantaron tantos muros como en la era Trump. Deportaron a tantos inmigrantes o más. Y los pulsos comerciales durísimos. Que nadie se engañe: un demócrata estadounidense se parece mucho a un estadounidense republicano. Los indultos preventivos de Biden, ¿son acaso más elegantes que los de Trump? La ética aquí es puro adorno.

El gobierno que Trump promete—una mezcla de frikis, multimillonarios, plutócratas y fanáticos—invita al pavor, ciertamente, pero lo que realmente conmociona y sobre todo emociona al público es su duelo con Elon Musk. Dos caras del nuevo absolutismo americano. El mano a mano promete, y uno de los dos saldrá malparado. Palomitas y pantalla grande.

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En España, la política trumpiana de fuerza ya ha mostrado su rostro. Equipararnos con los BRICS es insultante, pero no menos que los aranceles XXL y la exigencia de más gasto en Defensa. Pero lo tenemos merecido. Que Trump tenga razón es un detalle menor: lo relevante es que ese gasto, como es de esperar, se dirija a comprar armas americanas y no europeas. Craso error. Europa, tan adulta como un adolescente perpetuo, tiene aquí su oportunidad de madurar.

«El pulso con Trump es inevitable. Pero cuidado: las pseudosanciones económicas suelen volver como bumeranes. El déficit comercial lo tiene él»

Trump brutaliza la relación con Europa, su socio militar y económico principal, como si quisiera demostrar que la diplomacia es el arte de aplastar. Von der Woken y sus comisarias y comisarios deberían responder con la contundencia que exige un matón: en el patio de colegio no se negocia con él, se le enfrenta, y en grupo si hace falta.

El pulso con Trump es inevitable. Pero cuidado: las pseudosanciones económicas suelen volver como bumeranes. El déficit comercial lo tiene él. A Trump hay que doblarle el brazo. No por moralismo, sino porque no hay otra forma de estar en el mundo. Y ya era hora de que la Europa unida se hiciera valer. Estado Unidos y su nueva dirigencia son, para decirlo en cursi, la gran oportunidad para la mayoría de edad geoestratégica de Europa. Porque quien está mirando es Putin.

Coda 1) Canje obsceno. Saludando y entre vítores, con música discotequera y bajo un cartel que en inglés reza (¡reza!…) «Palestina:, la victoria del pueblo oprimido versus el sionismo nazi» han sido liberadas 4 soldados israelíes, a cambio de 200 prisioneros palestinos, 120 de los cuales condenados a cadena perpetua y con sangre chorreando en las manos (uno mató a 35). Nada comparado con la liberación, se dirá, en 2011 del soldado Gilad Shalit a cambio de 1.027 prisioneros palestinos. Otro error estratégico que soltó a muchos asesinos deseosos de volver a matar judíos, como así fue. No es excusa que las tradiciones del judaísmo impriman un poderoso énfasis en lo sagrado de la vida y en la obligación de redimir o rescatar al cautivo. El Talmud (texto clave de la ley y ética judía) dice que aquel que salva una vida debe ser considerado como si hubiera salvado a todo un mundo. En este caso se condena a toda la sociedad israelí por sentimentales razones y con una desproporción que engrandece al agresor; como si no hubiera otras maneras de forzar la liberación de los rehenes. Y Hamás ganando de nuevo la batalla del relato.

Coda 2) Revalorización. La batalla ómnibus del Congreso puede ser la revalorización del Partido Popular si consigue resistir al chantaje socialista sobre las pensiones y los transportes. El Congreso es el mejor lugar donde escenificar la oposición al gobierno en horas bajas. Tumbando leyes trampa con quien sea.

Coda 3) Qué sólo están los muertos. Los que mató la ETA. 30 años sí es nada. Cuatro gatos en el homenaje a Gregorio Ordóñez, el teniente de alcalde de San Sebastián que pudo reinar y por eso murió. Dónde están las calles, plazas, monumentos, institutos, pabellones que lleven con orgullo su nombre. Dónde.

Coda 4) Pereza. Pérez. Emilia Pérez. Críticas a mansalva en México a la película favorita a los Oscar, con 13 nominaciones. Que si no se rodó en México, que si apenas actores mexicanos, que si falta de respeto por el medio millón de muertos (desde 2006) y los cien mil desaparecidos por el narcotráfico… El director francés alegando que Shakespeare no tuvo que ir a Verona. El problema, con todo, no es de apropiación cultural sino de fondo y filosófico: el tiempo que ha de pasar para poder frivolizar sobre el horror. En esto, como en todo, debe seguirse la doctrina Charlie. «Todo queda perdonado». Ah, y Oscar garantizado para el trans de Alcobendas, que diría Dolores Lola Delgado. Cortesía para Trump.

Lo que hay que leer: los grandes poetas son aquellos cuyos versos parecen haber sido escritos para ser leídos después de muertos. Julio Trujillo era uno de ellos.

«Un hemisferio se apagó/ (y no sabemos de qué lado estamos)»

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