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Ignacio Vidal-Folch

Tienes una denuncia del exrey

«Cabe suponer que al expatriado, que no quiere pasar a la historia como lo ponen los justicieros de barra de bar y los cuñados de plató, se le habrá acabado la paciencia»

Opinión
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Tienes una denuncia del exrey

MIguel Ángel Revilla y Juan Carlos I. | Ilustración de Alejandra Svriz

Hay un tiempo para la fiesta del pim-pam-pum, para llamar chorizo a ese e hijoputa a aquel, para insultar sin tasa ni discreción, en una orgía de ofensas, pero luego viene, o puede venir, otro tiempo para la preocupación, para el ajuste de cuentas que comienza cuando un despacho de abogados te informa que se ha interpuesto contra ti una denuncia y se te reclama rectificación y compensación económica. 

Aunque yo procuro ser en mis críticas respetuoso con las personas, lo intentó conmigo el magnate Roures, a cuenta de una divertida crónica sobre el estreno de su película Vicki Cristina Barcelona, en la que el público se reía a carcajadas, pero no con los chistes sino de los disparates del guion. Por suerte, El País, el diario con el que yo colaboraba entonces, se negó a ningún acuerdo de conciliación o rectificación, se ocupó de mi defensa, y el juez, apelando a la libertad de expresión y de opinión, desestimó la demanda. Como era de justicia. Roures tuvo que pagar las costas. Desde entonces, cuando veo en algún periódico su foto se renueva mi profundo desprecio por él. Bueno, para ser francos, en realidad ya le despreciaba antes de que se atreviese a denunciarme…

Caso muy distinto, según creo, son los que se emborrachan con el diccionario e injurian a troche y moche, en el calor de las redacciones, de las televisiones y de las redes sociales, quizá porque se sienten así instrumentos de la justicia y portavoces de la desnuda verdad. Pero luego, ay, llega la denuncia. Y entonces tienen que demostrar ante un señor con toga, en una sala desafecta, que sus invectivas están fundadas en hechos incontestables.  

El exrey o «rey emérito» Juan Carlos I lleva años, como en un cumplimiento de una pauta familiar maldita, viviendo fuera de España, como ya tuvieron que hacerlo sus antepasados Isabel II, Alfonso XII, Alfonso XIII y su padre, Juan, que no llegó a reinar. ¡Son cinco generaciones! Esperemos que la sexta rompa el maleficio. Don Juan Carlos, a raíz de sus cacerías, sus amantes y sus finanzas, fue ampliamente criticado –lo que es legítimo y legal— e injuriado –esto ya no lo es— por tirios y troyanos. Hasta ahora había aguantado en silencio, ajustándose al lema de los estoicos, «soporta y renuncia».

«A los que han cancelado la obra y la reputación de algunos creadores les llegará bien pronto la hora de enmendarse o de pagar»

Pero por los motivos que sean, y sin encomendarse a dios ni al diablo, estos días ha salido de su pasividad lejana y medioriental para poner dos demandas: la primera al expresidente de Cantabria, su ex amigo Miguel Ángel Revilla, por las «expresiones calumniosas e injuriosas» supuestamente vertidas sobre el exmonarca por el político entre «mayo de 2022 y enero de 2025». 

Tres años de hostilidad con el expatriado es mucha contumacia, y cabe suponer que a este, que ya está entrado en años y no quiere pasar a la historia como lo ponen los justicieros de barra de bar y los cuñados de plató de televisión, se le habrá acabado la paciencia y querrá disuadir al cántabro lenguaraz de seguir incordiándole. De momento, éste ya anda llorando en antena. El 16 de mayo está convocado el acto de conciliación: allí tendrá ocasión de prometer que en adelante buscará otras croquetas que comer, no hay que lanzarse siempre sobre la misma bandeja. 

La segunda denuncia del ex rey es contra la que fue su amiga o amante, Corina Larsen, en la que no me detendré, está claro que sobran los motivos para ponérsela.

Por cierto que también a los que han cancelado la vida privada, la obra y la reputación de algunos creadores les llegará bien pronto, les está llegando, la hora de enmendarse o de pagar. Se acerca el tiempo de los tribunales, y de repasar lo escrito –¡aquella frasecita tan ingeniosa, aquel tweet lapidario y que obtuvo tantos «me gusta»!-, a ver si se pueden justificar o te cuesta una pasta y un víacrucis, de instancia en instancia judicial. 

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