The Objective
Esperanza Aguirre

¡Elecciones ya!

«La manifestación del domingo se convoca por algo mucho más grave que Sánchez lleva haciendo desde que llegó al poder: dividir y enfrentar a los españoles»

Opinión
¡Elecciones ya!

Ilustración de Alejandra Svriz.

La Plataforma por la España Constitucional, que agrupa a 129 asociaciones cívicas comprometidas con la defensa del espíritu y los valores de nuestra Constitución de 1978, ha convocado una manifestación en la Plaza de Colón de Madrid el próximo sábado 10 de mayo a las 12 horas con el lema «Por la dignidad de España: Sánchez dimisión, elecciones ya». Ahí estaré.

Y estaré allí para pedir la dimisión de Sánchez y la convocatoria inmediata de elecciones generales y para proclamar y defender la dignidad de España, como figura en la llamada a la manifestación. O, si se quiere ser más directo, estaré allí por España.

Son muchas las razones por las que tiene todo el sentido del mundo pedir la dimisión de Sánchez. Más aún, en cualquier país democrático normal el presidente de su Gobierno habría dimitido cuando le hubieran descubierto metido en mentiras, trampas o trapisondas como las que los españoles hemos sabido que Sánchez ha cometido y comete:

  • Sus trampas flagrantes, como sus titulaciones académicas, con la tesis fraudulenta en primer lugar, o su manipulación, detrás de las cortinas, de la votación del Comité Federal del PSOE en octubre de 2016. Ante la que, por cierto, no comprendo cómo no acabó expulsado del partido.
  • Sus constantes mentiras pueden llenar páginas enteras, pero sólo recordaré aquí la insistencia con que negaba que fuera a aliarse con ETA, cuando después hemos visto la cercanía y la cordialidad con que se trata con Bildu, hasta el punto de haber convertido a los herederos de los terroristas en su socio preferido y crear un “cordón sanitario” para excluir a las víctimas de esos terroristas.

«Su desvergüenza al irse a negociar con un prófugo de la Justicia, líder de los golpistas catalanes»

  • Sus faltas de palabra, también constantes, como el firme compromiso de nunca conceder una amnistía a los golpistas y acabar concediéndoles todo lo que pedían y más. O asegurar que no podría dormir si tuviera que nombrar ministros de Podemos, y, después, gobernar, no sólo con los podemitas, sino haciendo suyos los objetivos y las formas de esos comunistas totalitarios.
  • Su desvergüenza al irse a negociar con un prófugo de la Justicia, líder de los golpistas catalanes, al extranjero, y con un supervisor extraño.
  • Su descarada forma de hacer que todas las Instituciones del Estado estén absolutamente a su servicio, y cuando digo todas quiero decir todas, colocando a su cabeza a súbditos fieles a su persona.
  • Su desenfreno para hacer lo mismo con todas las empresas públicas. Y como colofón a esa ansia de poder, haber empezado a hacer lo mismo con las privadas, y ahí tenemos el escandaloso ejemplo de la toma de Telefónica, para convertirla en un juguete a su servicio y un caladero de altos empleos para sus amigos y colaboradores, como, en penúltimo lugar, el hijo de Conde-Pumpido.

«Sus constantes e incansables maniobras para conseguir que desaparezca de España la división de poderes»

  • Su falta de decoro a la hora de hablar de la corrupción ajena, cuando tiene imputados por delitos que dan hasta vergüenza a su esposa, a su hermano y a su brazo derecho en el partido y en el Gobierno, precisamente al que encargó el discurso para la moción de censura contra Mariano Rajoy.
  • Sus constantes e incansables maniobras para conseguir que desaparezca de España la división de poderes, de manera que aquí estemos como en las dictaduras bolivarianas, en las que los jueces sean simples esbirros suyos, como ya pasa con el actual Fiscal General del Estado.

Por no hablar de su nefasta gestión, siempre actuando de modo despótico, de los problemas que ha tenido que afrontar:

  • Ahí está la del covid, presumiendo de un Comité de Expertos que no existía y logrando que España fuera uno de los países con peores resultados, con mayor número de muertos.

«Si hubiera construido la presa del Cheste, la riada del barranco del Poyo hubiera sido mucho menos trágica»

  • O la dana de Valencia, causada en gran parte por las políticas hidráulicas de los socialistas, que ya con Zapatero se cargaron el Plan Hidrológico Nacional y que ahora siguen negándose a construir nuevas presas y derribando las que hay para que los ríos «fluyan naturalmente», aunque sea llevándose por delante a las personas. Si hubiera construido la presa del Cheste, la riada del barranco del Poyo hubiera sido mucho menos trágica.
  • O la penúltima del apagón, consecuencia de la sectaria e ideologizada política energética socialista, que dejó a 60 millones de habitantes (porque los portugueses también se quedaron a oscuras) sin luz durante doce horas y que ahora explica diciendo lo que parece un chiste: «No sabemos qué ha pasado, pero no va a volver a pasar».
  • O la última, por ahora, la avería de todos los Ave del sur, que dejó a 10.700 personas abandonadas a su suerte.

Por cualquiera de estas cosas se podría convocar muy justificadamente una manifestación para pedir la dimisión del autócrata de La Moncloa.

«Todas las decisiones que ha tomado en estos siete años han sido para construir un muro que separe y divida a los españoles»

Pero la manifestación del domingo se convoca por algo aún mucho más grave que lleva haciendo, sin disimulos ni vergüenza, desde que llegó al poder hace ahora siete años: dividir a los españoles y enfrentarnos.

Siguiendo las huellas de su maestro Zapatero, todas las decisiones que ha tomado en estos siete años han sido para construir un muro que separe y divida a los españoles, a los que nos califica de buenos y de malos.

De manera que los buenos sean los que le hacen la ola y le mantienen en el Falcon. Y malos, todos los demás.

Después de presumir tanto de conocer la historia reciente de España, no ha tenido el menor escrúpulo de acabar con la concordia que inspiró la Constitución del 78 y con el abrazo que se dieron las dos Españas para, precisamente, conseguir eso, que dejaran de existir dos Españas y las tragedias a las que los enfrentamientos históricos nos condujeron.

Pero la cosa es aún más grave. El objetivo más o menos explícito de este aspirante a dictador va un paso más allá de lograr el enfrentamiento guerracivilista de los españoles, es, ni más ni menos, la desaparición de España tal y como ha existido hasta ahora para convertirla en una república bolivariana.

Por eso, me manifestaré el día 10 y por eso invito a todos los españoles que quieran seguir siéndolo a que vengan a la Plaza de Colón, que es el lugar al que más miedo tienen los totalitarios social-comunistas.

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