En defensa de Juan Carlos I
«La Corona ha sido siempre protagonista del desempeño emprendedor español que siguió al descubrimiento de las Américas»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Apagados los ecos de la grisácea conmemoración del cincuenta aniversario de la proclamación del rey Juan Carlos ante las Cortes Españolas, y entretenido el personal mediático en comentar, criticando ácidamente, la publicación de su libro Reconciliación junto a las apariciones del rey padre en medios franceses, conviene tratar de aclarar a estos animosos creadores de opinión, algunos extremos que, por desconocimiento o error, parece habérseles escapado.
Anticipo que a mí ni me ha entusiasmado el libro, ni me parece oportuno difundir mensajes de vídeo desde su residencia actual. Pero desde la discrepancia, reconozco el derecho del rey Juan Carlos a expresarse de la manera que considere conveniente, derecho ganado mediante el sufrimiento que supone, para quien ha asumido con éxito indudable la Jefatura del Estado durante 39 años, verse privado de derechos esenciales, de los que disfruta cualquier español de a pie.
Ninguna remuneración ni a título de pensión para quien entregó su vida al servicio público. Al rey, acorralado para que «se quitara de en medio» (Carmen Calvo mediante), se le reprocha que escogiera Abu Dabi como destino en su forzado exilio, se le disuade de regresar a España durante más de dos años, y cuando por fin lo hace breve y ocasionalmente no se le permite dormir en su cama en Madrid. Tampoco parece que tenga derecho a exponer su versión del relato de su vida. Y si lo hace (recurriendo a su memoria, porque tampoco se le autoriza a disponer de su archivo personal) se critica que lo escriba una autora francesa y que se publique antes en Francia que en España. Y se comentan peyorativamente algunas de sus confesiones, extrayéndolas de su contexto que así resulta más sencilla la malévola crítica. ¡Cuánta hipocresía! Qué gran ocasión para dar suelta al rencoroso sectarismo de quienes han vivido los éxitos del Rey, siempre en beneficio de España, desde un resentido silencio.
Resulta difícil aceptar que esta campaña mediática contra don Juan Carlos (dirigida por posterior elevación a la Corona, que nadie se llame a engaño), venga sustentada, si se me permite el no eufemismo, en la «Verdad Histórica» expresada por algunos miembros del equipo de opinión sincronizada, feliz descripción ideada por José Ignacio Wert, y numerosos ‘tertulianos’ que sin ser periodistas, académicos, historiadores o simplemente estudiosos de su historia (la de don Juan Carlos) dan permanente muestra de una incongruencia intelectual extrema.
Los incidentes y opiniones en que se basa tanta crítica injusta no podrán opacar la magnífica labor realizada por él, durante los cerca de cuarenta años en que ocupó la más alta magistratura de la Nación. Dejando al margen su obvio y esencial protagonismo en la implantación de la democracia en nuestra nación, repasemos simplemente su contribución al crecimiento económico y reputacional del Reino de España.
«Sin el impulso de los reyes de España, la Historia con mayúsculas habría sido otra»
La Corona ha sido siempre protagonista del desempeño emprendedor español que siguió al descubrimiento de las Américas. Sin el impulso de los reyes de España, la Historia con mayúsculas habría sido otra. Con sus aciertos y desaciertos, a lo largo de los siglos, la Corona Española alentó, protegió, amparó y financió a los Colón, de la Cosa, Cortés, Pizarro, Alvarado, Heredia, Elcano, Villalobos, Fernández de Córdoba, Legazpi, Jorge Juan, Alcalá Galiano, González de Haedo, Santa Cruz, Malaspina, etc., una pléyade de descubridores, conquistadores, científicos, cartógrafos, botánicos, militares, misioneros, políticos, gobernantes, estudiosos, y académicos que conformaron un verdadero nuevo mundo al que civilizaron y legaron idioma, cultura, religión, y gracias al cual el Reino de España se convirtió en la principal potencia del planeta durante los siglos XVI, XVII y parte del XVIII.
Este espíritu emprendedor de nuestra Monarquía encontró su continuidad en Juan Carlos I, que siempre prestó su colaboración, presencia y contagioso entusiasmo, en cuanto se refiere a la proyección internacional de nuestro pais, contribuyendo a difundir una imagen de España que debe denominarse como una «historia de éxitos». El éxito político de la transición democrática de la dictadura a la democracia, el éxito de gestión democrática que supuso la desarticulación del 23-F, el éxito social de consolidación y crecimiento de las clases medias generadas en las décadas anteriores, el éxito económico de incorporar a España a la Unión Europea, el ascenso a la primera división europea con la inclusión de España en la Eurozona de la moneda única, y siempre la proyección de la imagen de la Nación en múltiples foros internacionales acompañando y presidiendo misiones comerciales y empresariales.
La presencia de la Corona en todas y cada una de las tomas de posesión de todos los jefes de Estado hispanoamericanos, la activa participación en todas las cumbres en dicho continente resulta muy difícil de evaluar en términos económicos. Sin embargo, un estudio de la Asociación Concordia Real Española recogido por varias publicaciones (entre otras THE OBJECTIVE, donde usted lee estas líneas) estima que los 224 viajes realizados hasta el momento del análisis en diciembre de 2024, impulsaron las exportaciones españolas un 4,1% produciendo un impacto económico de más de 62.000 millones de euros, lo que se tradujo en la creación de más de 2,4 millones de empleos.
El teólogo norteamericano James Freeman Clarke, es el autor de esta cita tantas veces repetida: «A politician thinks of the next election. A statesman, of the next generation» («Un político piensa en la próxima elección. Un hombre de estado, piensa en la próxima generación»). El rey Juan Carlos I fue, y el rey Felipe VI es, el epítome de ese «hombre de estado» cuyo horizonte es «la próxima generación». Una definición absolutamente vigente y que confirma la necesidad de contar con el concurso del rey, cuya visión de España y del futuro de los españoles, excede con mucho del plazo establecido para las próximas elecciones.
El rey ha sido y es el primer y más eficaz diplomático de España. Juan Carlos I realizó 240 viajes de estado a 102 países con especial atención a América y Europa. Y, además de los realizados al amparo de su padre, el entonces Príncipe de Asturias no le fue a la zaga. En 2014, al suceder a su padre, ya computaba cerca de 200 viajes al extranjero. Añádanse las 149 visitas oficiales a 61 países, ya como rey, de S. M. Felipe VI. No cabe mayor ni más efectivo ejercicio de representación de la imagen de España en el exterior. Pero esta labor de representación, consustancial a la Corona, no es la única. Recordemos varias ocasiones en las que Juan Carlos I demostró su potencia como representante del común de los españoles, algunas de las cuales son objeto de comentario en su libro:
Guernica, 1981
«Quiero proclamar una vez más mi fe en la democracia y mi confianza en el pueblo vasco», dijo el rey Juan Carlos en la Casa de Juntas de Guernica, como respuesta a la interrupción de su discurso por cargos electos de Herri Batasuna que trataron de acallar la voz real antes de ser expulsados del recinto por las autoridades vascas.
¿Quién tuvo el coraje de enfrentarse a ellos en «territorio hostil»? Juan Carlos I.
Madrid, 23-F, 1981
«La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum». Esta frase del rey nos salvó entonces a los españoles de un futuro en el que no hubieran cabido ni Europa, ni la democracia ni la clase política actual.
¿Quién actuó en nombre de un gobierno secuestrado por golpistas? Juan Carlos I.
Madrid, 2003
En el desfile de la celebración de la Fiesta Nacional, Rodríguez Zapatero, permaneció sentado al paso de la bandera de los Estados Unidos de América, en un gesto de falta de educación y sensibilidad diplomática. Seis meses después, ya presidente del Gobierno de España retiró el contingente español desplegado en Irak, exacerbando el mal ambiente creado por su torpeza. Durante una visita privada de los Reyes al presidente Bush, don Juan Carlos eliminó la tensión creada.
¿Quién sacó las castañas del fuego al Gobierno de Zapatero? Juan Carlos I.
Santiago, 2007
En la XVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, Chávez llamó «fascista» al expresidente Aznar, y Zapatero, con su tímido balbuceo, no logró impedir que España fuera maltratada en público.
¿Quién zanjó la incómoda situación dirigiéndose al dictador Hugo Chávez con un sonoro «¡POR QUÉ NO TE CALLAS!» que pasaría a la historia? Juan Carlos I.
Y, finalmente, estas palabras extraídas de su discurso de abdicación que expresan sus sentimientos respecto a España y los españoles:
Palacio Real de Madrid, 18 de Junio de 2014
«Hoy, cuando vuelvo atrás la mirada, no puedo sino sentir orgullo y gratitud hacia el pueblo español. Orgullo, por lo mucho y bueno que entre todos hemos conseguido en estos años. Y gratitud, por el apoyo que me han dado los españoles para hacer de mi reinado, iniciado en plena juventud y en momentos de grandes incertidumbres y dificultades, un largo periodo de paz, libertad, estabilidad y progreso».
Este es el rey que disfrutamos durante 39 años. El rey a quien los opinadores sincronizados y tertulianos aduladores del poder, maltratan de palabra con una asiduidad y entusiasmo dignos de mejor empeño, olvidando que la actualidad les ofrece mejores oportunidades para pedir ejemplaridad en servidores públicos que la que demandan al rey Juan Carlos: el ex fiscal general del Estado ya juzgado y condenado; el ex número dos y mano derecha del presidente del Gobierno de España, también nombrado Ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, posteriormente incluido en las listas electorales de su partido para asegurar su discreción, en prisión.
El ex número dos del número dos recién mencionado, también en prisión; el nuevo número dos que sustituyó al anterior número dos que ha pasado meses en prisión; la mujer y el hermano del jefe de ambos números dos investigados, imputados o procesados, que la terminología legal es cambiante… Con este panorama de ejemplaridad inversa como telón de fondo, parece increíble que tenga recorrido la campaña de descrédito impulsada por los protagonistas más arriba mencionados contra la Corona (insisto, no se engañen, contra la Corona), utilizando como ariete la figura del rey Juan Carlos I.