Un pueblo solo
Ricardo Dudda

Un pueblo solo

Uno de los mantras de la crisis catalana es el diálogo, a pesar de que siempre son necesarias cesiones y una base de acuerdo para ello. El independentismo suele apelar al diálogo, pero es experto en vaciar conceptos: después de afirmar que acataría el resultado del referéndum, Puigdemont acusó al gobierno central de no querer dialogar.

El discurso del rey a la catalana
Jordi Bernal

El discurso del rey a la catalana

Más que un acendrado sentimiento republicano, en Cataluña existe una alergia revenida y un tanto carlistona hacia el actual jefe del Estado. Recordemos las injuriosas pancartas de la manifestación posterior a los atentados de Barcelona en las que se acusaba directamente al monarca de traficante de armas. La explicación de la inquina es bien conocida: en el relato independentista el cambio de la dinastía Habsburgo por la borbónica, en una cruenta guerra que hay que entender en un marco europeo y no ombliguista, significa, con el permiso del Conde Duque de Olivares, la constatación de la opresión española.

Patria
Gregorio Luri

Patria

Sólo en España hay que pedir disculpas por utilizar la palabra patria o declararse patriota, aunque se puede exclamar en público impunemente que se tiene vergüenza de ser español. Pero el patriotismo no es sino la confianza en nosotros mismos expresada en la alegría de nuestra copertenencia. Me imagino que será un escándalo añadir que el patriotismo es una virtud, pero los pueblos que tienen confia nza en sí mismos siempre parten con ventaja a la hora de enfrentarse a una crisis.

Patria machadiana
Carlos Mayoral

Patria machadiana

Hay un fragmento, escrito por el maestro Antonio Machado, al que acudo a menudo, y que le lavaría la cara a este país cainita si estuviera colgado en lo más alto de cada aula en cada colegio de cada provincia. Ese texto, que tiene por título “Nuestro patriotismo y la Marcha de Cádiz”, fue leído por don Antonio durante el primer centenario de la Constitución de 1812, y deja en el aire ideas, por dar algunas pinceladas, tales como “Sabemos que la patria no es una finca heredada de nuestros abuelos; buena no más para ser defendida a la hora de la invasión extranjera”, por ejemplo, o “la patria es algo que se hace constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo”. Pero, sin duda, mi favorita es ésa que reza “no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra; no basta vivir sobre él, sino para él”. Les recomiendo encarecidamente que lean el fragmento completo si no lo han hecho ya.

Pacíficos
Aurora Nacarino-Brabo

Pacíficos

“Esta semana despediremos a dos españoles de la empresa. Ya no cogemos a gente de vuestro país. Adiós, España”. Me piden que no haga un caso de un tweet. Está bien. Ni siquiera voy a hacerlo de los amigos que estos días me dicen que tienen miedo de salir de casa, de los que se van a marchar de Cataluña. Tampoco voy a hacer un caso de las personas cercanas que temen la hora de ir a la oficina, que se plantean coger bajas, que no pueden volver al gimnasio o que tienen que ir acompañadas a hacer la compra por su pueblo. Voy a aceptar que todo eso es evidencia anecdótica.

De derrota en derrota
José Antonio Montano

De derrota en derrota

El sábado 30 de septiembre, un día antes del 1-O independentista, tuvimos una terapia de grupo en la librería Luces de Málaga. José Aguilar Jurado presentaba el libro ‘La tarima vacía’ de Javier Orrico (ed. Alegoría), y con él y el autor nos sumergimos en las depresiones por el estado de nuestra enseñanza pública (y la privada también).

Una revolución
José Carlos Rodríguez

Una revolución

Ya sabemos lo que ha organizado el gobierno autonómico liderado por Puigdemont. Conocemos bien el papel de villano que el torpe gobierno de Mariano Rajoy ha representado en ese teatro. Tenemos claro, hoy como hace cuatro semanas, hoy como hace cuatro décadas, que el gobierno regional de Cataluña va a declarar la independencia del resto de España. Lo que muchos no ven con suficiente claridad es que estamos ante una auténtica revolución.

Robocops contra pastorets
José María Albert de Paco

Robocops contra pastorets

El procés jamás ha sido pacífico, como voceaban sus promotores en una de sus añagazas propagandísticas. Las sesiones parlamentarias de los días 6 y 7 de septiembre, sin ir más lejos, con el silenciamiento de la oposición, el desdén del reglamento y el menosprecio de la más mínima elementalidad democrática evidenciaron una notable carga de violencia institucional, como violento ha sido el achique de espacios que el nacionalismo ha practicado no ya con sus adversarios, sino con el más nimio de los desafectos. Menos simbólicos han sido los ataques que las hordas independentistas han acostumbrado dirigir, con la inexorabilidad de una llovizna, contra las sedes del PP, C’s y PSC.

¿Ahora qué?
Ferran Caballero

¿Ahora qué?

Como no habían sabido hacerlo mejor, se han sentido forzados a hacer lo que no querían hacer. Lo peor, es que tenían muy buenas razones para no querer hacerlo. Porque el problema de hacer un uso tan extendido de la violencia, incluso de la violencia legítima, es que en estas circunstancias la gente ya no se moviliza para luchar por lo que cree sino por lo que quiere.Y no me refiero a sus valores ni a sus instituciones, que también, sino a sus familias, amigos y amados. En estas circunstancias, la violencia no atemoriza sino que moviliza y demuestra hasta qué punto ninguna “trama de afectos” que constituye una nación o sociedad es superior a la trama de afectos que constituye una familia.