THE OBJECTIVE
Fernando L. Quintela

Perdona a tu pueblo, Señor

En Siria, por ejemplo, el exceso de moderación te puede llevar al foso. De la peor manera, la más humillante y más sacrificada: la crucifixión. Y más aún para islamistas como los miembros del Estado Islámico de Irak y Levante.

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Perdona a tu pueblo, Señor

En Siria, por ejemplo, el exceso de moderación te puede llevar al foso. De la peor manera, la más humillante y más sacrificada: la crucifixión. Y más aún para islamistas como los miembros del Estado Islámico de Irak y Levante.

Se presupone la moderación como la gran virtud de una persona. 

Pero no. En Siria, por ejemplo, el exceso de moderación te puede llevar al foso. De la peor manera, la más humillante y más sacrificada: la crucifixión. Y más aún para islamistas como los miembros del Estado Islámico de Irak y Levante, los cafres que han matado sobre una cruz a ocho ciudadanos de Alepo “por ser demasiado moderados”. Quizá de no haber muerto de esta manera lo hubieran hecho con un cinturón explosivo amarrado a su cintura. Pero no eran tan radicales.

A diferencia de Jesús, estos ocho del patíbulo no sufrieron ninguna “pasión”. Jesús fue arrestado, juzgado por el Sanedrín de Jerusalén, sentenciado por Poncio Pilato a la flagelación, y al final crucificado. A todo esto se le llamó “la Pasión”. Estos ocho desgraciados aparecen expuestos como harapos, crucificados y muertos por la asfixia que su propia debilidad les produce, si es que no los han rematado antes de tiempo de un tiro en la nuca. La apariencia es la de haber sucedido todo muy aprisa, sin contemplación.

Aquí la cuestión no es la muerte como consecuencia de un acto “justo”, sino aleccionar a través del “ejemplo”, del miedo más bien, a aquellos que lo presencien. Niños, adultos, ancianos, mujeres, blancos o negros. Que todos lo vean, que todo el mundo lo sepa. No hay piedad. Esto es lo que te espera si no eres un buen radical, si no matas con certeza, si no destilas el odio suficiente, si no abusas como la costumbre ordena.

Insisto, esta imagen no habla sólo de muerte, que quizá sea la consecuencia menor. Grita ignorancia, humillación, dolor, habla de la excusa para matar de quien en realidad no sabe lo que hace.

Perdona a tu pueblo, Señor.

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